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-Mario y sus advertencias
-Las galletas
-El bautismo de Mario
-Las fotografías
-Mario y sus proyectos
-Los poemas que espantan
-Rafaella
-Glooning
-Varias formas
-Mario y sus nostalgias gastronómicas
-El sacerdote
-No sé a qué se refiere, señora
-El diario de Mario
-Los amigos de Mario
-Lo perfecto que somos
-Mario y sus rabias
-El muerto
-La antítesis de Mario
-El amigo imaginario de Mario
-Del otro lado
-Mario y sus pesadillas
Ojos de tabaco

 

MARIO Y SUS PESADILLAS

Al final del primer pasillo había otros dos que se extendían a cada lado en curva cerradas hacia afuera (el de la derecha hacia la derecha y el de la izquierda a la izquierda), de modo que la visión sólo alcanzaba pocos metros, sin poder ver siquiera la atmósfera en cada uno de los túneles. Tomé el de la izquierda (suelo hacerlo) y empecé a descender en aquel caracol de concreto que me llevaba cada vez más abajo por sus entrañas grises, cada vez más estrechas. El aire se hacía cada vez más caliente, más denso y más escaso.  Calculo que anduve por lo menos dos kilómetros, y por lógica y sentido de orientación, estaba seguro que por lo menos a setecientos metros de profundidad. Al final me esperaban dos puertas. La de la izquierda era una puerta de madera, con un tinte rojo, corroída en el lugar donde debió ser tocada por miles. La cerradura era rústica y de algún metal pesado, quizás plomo. La puerta de la derecha era de un azul celeste, un poco más nítida y con un decorado barroco, que con el color azul daba una sensación de puerta isleña. Me acordé de Miguel Luciano, "mi puerta no tiene casa". Estaba yo frente a dos puertas y en una casa ajena. Por supuesto la izquierda, pero decidí no tocar, sino que abría cautelosamente la gran madera roja y poco a poco, por la abertura empezó a embarrarme una luz tenue, gris. Entré de un tirón, y ahí estaban todas sentadas en sillas de madera, todas decapitadas, con sus respectivas cabezas postradas en sus rodillas, mirándome sonrientes y rebosadas de complicidad. Estaban todas: Tania, Lina, Lisa, Jeanette, Mariela, Loridia, Daphne, Leticia, Adriana (ah! Adriana, la colombiana que nunca fue), Alejandra, Ambar... todas. Tania fue la primera que habló:

-Que bueno que llegaste, ya teníamos hambre y Domino's no hace delivery porque dicen que no le es rentable, por lo lejos, son unos vagos!...-

-Entiendo- respondí sin entender.

Entonces habló Lina:

 -Ayer llamé a tu perra pero me salió un número equivocado y perdí una oreja que se quedó pegada al auricular-

¿Qué coño iba yo a responder a eso?

Entonces volvió Tania:

 -Dame tu mano- y le dí la izquierda.

Tania sostuvo mi mano muy cerca de su nariz, la miraba muy despacio. Sentía su respiración en mi mano. Abrió un poco más los ojos, levantó la ceja derecha y me clavó los dientes en la parte trasera de la mano, dejándome un hueco enorme como si me hubieran pasado un taladro de lado a lado. Lina no parecía darse cuenta de que toda la sangre le caía en el cráneo que descansaba en su rodilla derecha. Habló Loridia:

 -Mira a tu niño, míralo aquí descarao', mira tu niño que ya cumple cuarenta-

 Loridia señalaba un puerquito que no se me ocurre de dónde pudo  

haber salido, y que orbitaba su silla. Me pareció buena idea salir corriendo. Miré en dirección a la puerta pero no había puerta para descansar la mirada perdida. Ni paredes ni horizontes, sólo un gran limbo gris oscuro lleno de mujeres sentadas en sillas de madera.

Lisa parecía tranquila, sin embargo Jeanette, que se encontraba a su derecha, cogió con sus dos manos la cabeza que descansaba en sus rodillas y la lanzó directo a mi cuerpo, provocándome otro hueco en medio del pecho, este del tamaño de un melón del tamaño de la cabeza de Jeanette.

Ámbar comenzó a gritarme. -Escribe sobre eso, escribe sobre ese tremendo hoyo, se te van a salir las tripas!- Reía histérica mientras lanzaba compulsivamente su cabeza de una mano a la otra. Todas me miraban y reían (menos Jeanette que andaba ahora doblemente decapitada y su cabeza perdida quién sabe dónde). Todas estaban ahí, todas sentadas y desnudas. 

¿Dónde estabas tú?.

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