LETRAS     PENSAMIENTO     SANTO DOMINGO     MIGUEL D. MENA     EDICIONES  

-Mario y sus advertencias
-Las galletas
-El bautismo de Mario
-Las fotografías
-Mario y sus proyectos
-Los poemas que espantan
-Rafaella
-Glooning
-Varias formas
-Mario y sus nostalgias gastronómicas
-El sacerdote
-No sé a qué se refiere, señora
-El diario de Mario
-Los amigos de Mario
-Lo perfecto que somos
-Mario y sus rabias
-El muerto
-La antítesis de Mario
-El amigo imaginario de Mario
-Del otro lado
-Mario y sus pesadillas
Ojos de tabaco

 

EL BAUTISMO DE MARIO

Bajando una cuesta, sin ritmos, sin cadencias, hay que ir sacando hormigas de las solapas del cuello de la camisa, hay que ir contando los cadillos en las mangas, y así evitar el acceso a los closets de clorofila y savia en conserva. Hay que ir haciendo espuma del mármol, hay que ir jactándose de todos los respiros que uno toma involuntariamente y acomodarse lejos del peligro QUE ACECHA (inminente): de olores tan fuertes, de ojos tan grandes... Sigo bajando una cuesta, rodando con los ojos cerrados sobre mi costado. La superficie va removiendo pedacitos de piel que me pertenecen, coleccionándolos en su vitrina negra, en su exhibición viviente de excremento de paloma, monóxido de carbono y saliva fermentada.

Hay que  ir fijándose en la forma EN que da vuelta el extractor en el almacén de libros usados, hay que ir contando cuantas veces se posa el perro en la puerta de la dulcería, hay que evaluar si el extractor empuja contenido disfrazado de calor, hay que ver si el perro curtido espera algo más que la caricia de los ojos, hay que ver si son las pulgas que esperan ser acariciadas, mimadas por el extractor del almacén, por el vapor preñado que disparan los grandes cíclopes de metal.

Al lado del perro hay una columna de ladrillos. Por supuesto del color esperado, cubierto de años de ladrillos (que no sé si son iguales a los años humanos). Tienes exactamente cuarenta y seis ladrillos de alto y siete de ancho, trescientos veinte y dos por cara, lo que equivale a mil doscientos ochenta y ocho en total. El mismo número que tiene la columna opuesta y similar cantidad a las pulgas que habrán besado al perro.

Al lado de la columna de ladrillos -de la primera- hay un bote de basura rebosado de papeles, de cáscaras de guineo, de vasos plásticos que aún conservan hielitos en su interior, pedacitos de iceberg que el calor del extractor va derritiendo y rebajándolos a simples y pobres charcos de agua y saliva. El perro también va decorando de saliva toda la colección viviente del asfalto, con mis pedacitos de piel, con mi propia saliva, con alguno que otro bollito de coágulos que voy soltando.

Me gusta rodar sobre mi costado, me gusta desplazarme bruscamente e ir obsequiando pedacitos de mi persona a la calle. Soy de espuma. Soy nube. Me gusta ir contando cosas, haciendo cosas, regalando, escribiendo, transformándome en ellas.

¿Cuántas cosas habrá en el asfalto disfrazadas de asfalto? ¿Cuántas moléculas, pedacitos de plumas, de tierra, cositas llenas de...

Creo que también la superficie, la calle, el perro, el extractor, las hormigas, todos van dejando a su vez pedacitos en mi. Nos vamos compartiendo, permutando trocitos y fusionándonos. Nos vamos regando por todos lados, repartiendo partículas en el agua, en el aire, escupiendo para ir dejando nuestro sobrevaluado ADN en todas partes. Vacunando el ambiente, bautizándolo en nuestra religión personal. De esta forma me convierto en nube. De esta forma soy un acopio del mundo, un paquete de muestras, un gran catálogo. Soy lo que he querido ser, al mismo tiempo... lo ocultado.

Bienvenidos a mi!!!

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