LETRAS     PENSAMIENTO     SANTO DOMINGO     MIGUEL D. MENA     EDICIONES  

-Mario y sus advertencias
-Las galletas
-El bautismo de Mario
-Las fotografías
-Mario y sus proyectos
-Los poemas que espantan
-Rafaella
-Glooning
-Varias formas
-Mario y sus nostalgias gastronómicas
-El sacerdote
-No sé a qué se refiere, señora
-El diario de Mario
-Los amigos de Mario
-Lo perfecto que somos
-Mario y sus rabias
-El muerto
-La antítesis de Mario
-El amigo imaginario de Mario
-Del otro lado
-Mario y sus pesadillas
Ojos de tabaco

 

LA ANTíTESIS DE MARIO

Espero. Siempre espero algo. Que se apague la llama de una vela, que suene una gota en el fregadero de la cocina, que pase por mi balcón una nube, que salte una polilla de mi esquina favorita; siempre estoy esperando algo. Cuando espero suelo contar hasta treinta y dos, treinta y dos veces. No recuerdo como elegí ese número, pero espero acordarme. Digamos por ejemplo que me encuentro frente en un tren, entonces espero a que se abra la puerta, espero que pasen las demás personas, entro y espero que todos se sienten. Comienzo a contar hasta treinta y dos hasta que el tren llegue a mi parada, espero que se abra la puerta, espero a que se desmonten todos los otros pasajeros y salgo del tren, me siento en uno de los bancos y comienzo de nuevo a contar hasta treinta y dos treinta y dos veces, esperando el próximo tren en dirección contraria.

Así me paso la vida; esperando. Espero en colas, espero en semáforos, espero en la corte, espero en los restaurantes, espero frente a un televisor de catorce pulgadas, espero en las panaderías, espero en el lavacarros, espero por un amigo, espero que nadie me haga mucho caso. Espero a que suene el teléfono, a que toquen mi puerta. Espero el café. Espero que me regalen en la calle un volante con una invitación a alguna parte, a que me lean un poema desde una azotea. Espero a toparme con una mariposa en el parabrisas de mi carro, espero que me de frío en las rodillas, espero que me caiga en el centro de la cabeza una gota desde un aire acondicionado.

Espero algún sonido desde el sanitario, espero que hoy no se me caiga el cabello, espero que me llegue una factura por amores gastados. El caso es que siempre espero, algo, con ingenua esperanza.

Espero que vayan entendiendo lo que voy escribiendo, espero que no se me esté enredando mucho lo que voy esperando.

Espero que me digan desde el tronco de mi ventana que alguien quiere tocar mis manos, espero que llegue un ataúd por debajo de la puerta, porque también espero la muerte.

Espero que la muerte haya leído algo de Woody Allen.

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