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-Mario y sus advertencias
-Las galletas
-El bautismo de Mario
-Las fotografías
-Mario y sus proyectos
-Los poemas que espantan
-Rafaella
-Glooning
-Varias formas
-Mario y sus nostalgias gastronómicas
-El sacerdote
-No sé a qué se refiere, señora
-El diario de Mario
-Los amigos de Mario
-Lo perfecto que somos
-Mario y sus rabias
-El muerto
-La antítesis de Mario
-El amigo imaginario de Mario
-Del otro lado
-Mario y sus pesadillas
Ojos de tabaco

 

LO PERFECTO QUE SOMOS

“…uno no es lo que quiere si no lo que puede ser”

José José

Sé que en cualquier momento entrará por la puerta. Traerá en su mano algún bolso de papel manila con la comida de hoy. Me atrevo a apostar que será un pan francés con queso manchego y arúgula, ella sabe que me gusta, y cuando se pasa de hora lo trae para esquivar discusiones y compensar la falta  anidándose en nuestro nicho de cotidianidad. Pan y circo.

El miércoles pasado llegó bastante tarde, más de lo acostumbrado y sin embargo yo, poco a poco, acostumbrándome. Ese día trajo pasta fascioli, en calidad y gusto proporcional a la tardanza, ni más ni menos. El trabajo la tiene a jugo, no sé qué sería del departamento sin ella, todos allí dependen de su presencia. Desde el laboratorista hasta la muchacha de los jugos, todos requieren de su aprobación y firma para sus respectivas labores. Por eso se queda hasta el final, hasta que cierran los depósitos y todos los demás se han marchado. Además las medidas de seguridad en la Universidad son estrictas, por lo menos en su departamento, nadie puede entrar a menos que labore allí, así me cuenta, así son los investigadores.

Me imagino que con ese montón de vacunas y bacterias es mejor restringir la entrada, para evitar alguna catástrofe o algo similar, no sé, me parece a mí que una epidemia se debe evitar a toda costa. Yo usualmente me quedo frente al televisor viendo algún programa argentino, porque suelen enseñar mas carne y piel que los dominicanos. Los argentinos siempre me han parecido mas perversos y cómicos. Usualmente después de las diez ella vuelve y nos amamos brevemente, a veces con cita anunciada y casi nunca de improvisto, somos bastante organizados hasta cuando se trata de enredarnos como un montón de peces.

A veces, con previo aviso me junto con los muchachos en la esquina de la 19 de Marzo con Padre Billini , pero no soy muy de tragos ni dominó. Además los muchachos no entienden, por que no conocen a Juliana, ni conocen mi amor tan devoto, amor ciego e incondicional. Especialmente Octavio que no comprende la independencia de mi mujer y aceptación del  rol doméstico. Jorge  es el único que la conoce suficiente. Creo que Jorge también es más que un poco machista, pero eso no es raro en Santo Domingo. Por eso no voy tanto a donde los muchachos, no entienden mi relación con Juliana, tampoco la conocen. Estoy con ellos desde la adolescencia, a Octavio desde que teníamos los dos once años e íbamos juntos al colegio Jesuita del malecón. En aquel tiempo yo era un poco más rebusero y él no tanto, pero éramos (y a veces me gusta pensar que somos) buenos amigos. Y ya ven (sigo sin saber a quien le relato), ahora yo me encargo de mi casa, hombre responsable (dirían algunos) esperando a que Juliana quede embarazada para acabar este proceso de acentación y sedentarismo, y Octavio sigue jugando a la cacería en los bares y las discotecas. No le va mal, trabaja en una compañía de informática en la 27 y tiene una pieza bastante cómoda.

Todo ha cambiado excepto mi amor por Juliana, que se infla como uno de esos muñecos que crecen con el agua. El primer beso de Juliana lo llevo como cicatriz en el pecho y en la lengua. Fue en una de esas kermesses en el Parque Quisqueya, exactamente en el 82. Juliana me llevaba, en aquel tiempo y siempre, dos años. Fue la prima Rosa que nos presentó, las dos compartían la misma aula en el Apostolado y por suerte para mí, mamá no me dejaba salir a kermesses si no era acompañado por la prima Rosa. Juliana en aquel tiempo tan coqueta y con una reputación falsa de fácil, pero lo que pasa es que Juliana es difícil, de entender y complacer. No es del tipo de personas que viene con manual de instrucciones, no, así no es mi Juliana, hay que investigarla, observarla hasta que le duelan a uno los ojos, cada cuevita y  rincón de sus movimientos y conductas, y eso me tomó tiempo en aprender. Jorge siempre ha pensado que Juliana no es compatible conmigo, más de una vez me lo ha dicho, pero siempre cuando está pasado de tragos. Y mirar que Jorge si conoce a Juliana,  además de que es fácil ver que yo y Juliana somos uña y carne, que salimos los dos de ese bollito de amores y peces que tira esporádicamente quien sea que organiza el mundo y todos los otros sistemas.

Jorge suele salir con ella y acompañarla a casa después del trabajo, trabaja dos cuadras más abajos en una tienda de discos. Mira que después de todo Jorge es un buen amigo, lo hace por el deber que declara y demanda nuestra amistad. Algunos, como Octavio, no lo entienden, pero ver que traerla de la universidad a casa tan tarde no es un maíz, pero Jorge no se queja. A veces llegan cansados de la caminata, y Juliana me deja la boca mojada entre saliva y sudor, mi Juliana, siempre sabe donde y como besarme. Yo siempre tengo limonada en el frío, y los tres nos sentamos frente a la tele y charlamos y discutimos cualquier suceso de la política. No sé por qué Jorge dirá ese tipo de cosas, pero después de todo es un buen amigo. No tanto Octavio, después de tantos años nos hemos distanciado, pero sin embargo él nunca comenta nada acerca de Juliana o Jorge, la verdad, ahora que lo pienso, también se ha distanciado un poco de Jorge.

Juliana aún no llega, ya son las once y media. Quizás se encontró con alguna amiga y charlan un poco, pero Juliana no tiene tantas amigas, quizás dos, Wendy y Martina, por lo menos que yo recuerde. A la prima Rosa tiene tiempo que no la ve, desde el verano pasado y aquel incidente en la casa campestre con Jorge. Pobre prima Rosa, de verdad que quería a Jorge, pero hay que vivir con lo que venga y no exigir tanto de este conjunto de eventos que se enlazan como aritos de harina.

Jorge sabe lo perfectos que somos. Yo y Juliana, lo perfecto que somos.

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