POEMA
DEL LOCO ABURRIDO.
Me clavan las agujas de la monotonía.
Los
párpados me duelen de ver repeticiones:
el mismo sol que
alumbra
con alma de cadera,
el ojo putrefacto de una luna
cansada,
el mismo canto recio de un pájaro agorero,
la misma
pesadumbre
de un problemqa de sueños...
Un amigo se queja
de su suerte maldita;
un hombre
que se mata
sin que a nadie le importe;
un hijo que se
muere
mientras cuarenta nacen;
un loco que se agrega...;
un
preso que se escapa
un cementerio lleno de zánganos e idiotas
que
la gente recuerda sin provecho de nada;
y un pan que se mastica entre
dientes cortantes
con la creencia absurda de estar comiendo
carne
de algún negro enemigo...
Este: neo que escribe
sujeto a la gramática,
y
resulta un pedante
para ganar la vida o para ser ridículo;
aquél:
sabio insolente
que dice disparates
para que los salvajes (que
somos todos juntos)
le digamos filósofo, o sátrapa, o vándalo...
Los libros son iguales;
todos encuadernados;
las
mismas religiones y los mismos creyentes;
siguen engañadores y siguen
engañados...
Y mientras se caminan los mismos horizontes
y se come
con agrio sudor de campesino;
y se viste con trapos;
y se beben
las aguas;
y los pies continúan matando las hormigas
con una
indeferencia propia de criminales;
y la niña que espera y la mujer
que ama;
y un Cristo que se cansa
en la cruz de los siglos
nos
obligan a ser más pacientes que nada:
el mismo sol que
alumbra...
y el ojo putrefacto
de una luna cansada
que mira
desde el techo de un cielo sin encantos,
ameniza de noche
la misma
pesadmbre
de un problema de sueños que no tiene
palabras.