SANTO DOMINGO, 1931-1933.

Grupo fundador de la Revista Sur, 1931, poco tiempo antes de su partida a Santo Domingo.

1931: Se publica en Buenos Aires la Revista Sur. Pedro Henríquez Ureña es miembro de su consejería en el extranjero.

En Santo Domingo el nuevo gobernante, Rafael L. Trujillo, promete pacificación y democracia. Atendiendo a un llamado de su hermano Max, vuelve a Santo Domingo, donde será nombrado Superintendente General de Educación.

1932: Pedro Henríquez Ureña recibe el doctorado Honoris Causa, de la Universidad de Puerto Rico.

1933: Debido al autoritarismo del presidente Trujillo, decide retornar a la Argentina. Aunque no rompe oficialmente con el régimen, se distancia del naciente orden dictatorial. .

Pedro Henríquez Ureña con su grup de colaboradores de la Superintendencia de Enseñanza.

Hoy, en 1932, el país es una extraña combinación de formas modernas y de formas arcaicas. Santo Domingo ofrecía hasta ayer el arquetipo de una vida patriarcal que se organizó en las Antillas en el siglo XVI y que hace tiempo desapareció en Cuba y en Puerto Rico: en Cuba, sobre todo, que fue el primer país de la América española donde existió la gran organización industrial, con los caracteres peculiares que le daba el desarrollarse en el campo y apoyada en la esclavitud. Nuestra vida patriarcal tenía su origen en la tradición española: aun más, en la tradición del Mediterráneo, con el patriarca de familia numerosa, a la cual se sumaba muchas veces una masa indefinida de agregados, de arrimados, como dice nuestro pueblo, de clientes, como decían los romanos y todavía después la turbamulta de los sirvientes. El hombre importante debía ser entre nosotros fuente que manase para muchos: de su suerte en la política o en los negocios dependía la suerte de gentes que se habían acostumbrado a seguirlo, a vivir en su casa o a rondarla, sin prestarle en realidad servicios bien definidos.
Pedro Henríquez Ureña: En mi tierra (1932)

Jorge Luis Borges y Pedro Henríquez Ureña desarrollaron una estrecha amistad y colaboración intelectual. Aquí, en una foto dentro de la redacción de Sur.

 

“… es verosímil sospechar que Pedro, al principio, engañó su nostalgia de la tierra dominicana suponiéndola una provincia de una patria mayor. Con el tiempo, las verdaderas y secretas afinidades que las regiones del continente le fueron revelando, acabaron por justificar esa hipótesis…
Para Pedro Henríquez Ureña, América llegó a ser una realidad; las naciones no son otra cosa que ideas y así como ayer pensábamos en términos de Buenos Aires o de tal cual provincia, mañana pensaremos de América y alguna vez del género humano. Pedro se sintió americano y aun cosmopolita, en el primitivo y recto sentido de esa palabra que los estoicos acuñaron para manifestar que eran ciudadanos del mundo y que los siglos han rebajado a sinónimo de viajero o aventurero internacional…
Su admiración no se manchaba de idolatría…
Había observado que cada generación establece, un poco al azar, su tabla de valores, agregando unos nombres y borrando otros, no sin escándalo y vituperio, y que al cabo de un tiempo se retoma tácitamente el orden anterior.”

Jorge Luis Borges: Prólogo a la Obra Crítica de Pedro Henríquez Ureña.

Aportes fundamentales: Arielismo - Utopía - Historiador - Filólogo - Filosofía - Editor

escribir