NUEVA YORK, 1901-1904.

En 1899 es ajusticiado el dictador Ulises Heureaux. En el país dominicano se abre un paréntesis de reordenamiento nacional. El padre de Pedro Henríquez Ureña, el doctor Francisco Henríquez y Carvajal, viaja a los Estados Unidos en 1901 para discutir la deuda pública del Estado. Lleva consigo a Nueva York a sus hijos Pedro y Francisco.

Estudia, escribe poesía, traduce autores ingleses y franceses, entra en contacto con la obra de Walter Pater, “Greek Studies”, a quien luego traducirá al castellano, renovando el interés por los estudios de la clasicidad griega en su posterior estancia mexicana.

En 1902 surgen dificultades económicas. Obtiene un puesto como asistente de contabilidad.

Llegamos, por fin a Nueva York, el 30 de Enero; mi primera impresión fue curiosa: había niebla, nevaba terriblemente, y las grandes masas grises de edificios, sobre los cuales se destacaban los enormes de la ciudad baja ofrecían un conjunto enigmático. Dos impresiones, sin embargo, recibí ese día, que tardé en repe­tir: la primera, las casas campestres de ciertas poblaciones de la Costa, que observamos antes de entrar en Nueva York: todas ellas me recordaban las moradas campestres que veía pintadas en los li­bros de cuentos franceses; la segunda, el singular aspecto de Bowery, por donde pasamos en coche. Durante meses, juzgué en­gañosas esas primeras impresiones, pues ni fui al campo ni pasé nunca por el Bowery.

Pedro Henríquez Ureña, Memorias.

„No dejé Nueva York con pena; sentía que la gran ciudad me había enseñado cuanto debía enseñarme y que ahora su enseñanza moral e intelectual, debía servir para vivir entre mis gentes. Al salir recuerdo que vi con curiosidad cómo la metrópoli adquiría a la distancia una tonalidad gris, cómo se envolvía por fin en niebla gris, y cómo desaparecía al fin, perdiéndose entre el color del horizonte”

Pedro Henríquez Ureña, Memorias.

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