Miguel Alfonseca nació en Santo Domingo el 25 de enero de 1942. Ha publicado en periódicos y revistas. Tiene inéditas las obras en verso Isla o promontorio, Arribo de la luz, Primero de mayo, y Alba para nosotros. Ha escrito teatro y cuentos. Ensaya una novela titulada Rancho-tierra.
Miguel Alfonseca dice estar más en contacto con la poesía dominicana que parte de la Generación del 48 y de ésta ha leído mejor Víctor Villegas, Lupo Hernández Rueda, Ramón Cifré Navárro, Abelardo Vicioso, Rafael Valera Benítez y quien escribe.
Respecto a los intelectuales no encapillados en grupo le interesan Héctor Incháustegui Cabral y Pedro Mir. Del movimiento de la Poesía sorprendida, señala los nombres representativos de Franklin Mieses Burgos, Aída Cartagena Portalatín, Freddy Gatón Arce y Manuel Rueda.
Considera que ni éstos poetas ni los cuarentayochistas tienen una decisiva influencia sobre la última promoción lírica del país.
Expresa que ésta ha recibido influencias más directas de otras figuras americanas y es distinta por la manera de tratar nuestra realidad, ya que su mensaje es más preciso.
Cita, entre los nuevos valores, a los poetas Pedro Caro, Jack Viau, Juan José Ayuso, Roberto Marte y René del Risco; y a los cuentistas Antonio Lockward y Ciro Coll. Piensa Miguel Alfonseca que en toda la República deben existir poetas y prosistas quizás con tanto o más bagaje que los por él conocidos.
Dice que el grupo literario que cronológicamente pertenece no es una generación sino escritores que se reúnen sin una orientación artística unánime. No obstante, se advierte en algunos cierta unidad temática.
Considera afortunados los coloquios e intercambios con intelectuales de más edad.
Miguel Alíonseca, quien se emociona con la obra artística bien hecha sin importarle el tema, prefiere, entre otros a los autores contemporáneos universales, Saint John-Perse, T.S. Eliot, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, y algunos de la poesía norteamericana..
En cuanto al teatro nacional, sólo califica, entre los jóvenes, de verdaderos dramaturgos conscientes a Franklin Domínguez e Iván García. Pero gusta, a ratos, de las obras de Máximo Avilés Blonda, Marcio Veloz Maggiolo, Carlos Esteban Deive y Rafael Añez Bergés.
He aquí una muestra de la poesía de Miguel Alfonseca:
“Chillidos y crutáceos para alegrar a los niños,
dulce arena húmeda en la construcción de la Inocencia,
almendras y uvas hasta cansarse
y mojarse los pies buscando pececillos,
llenándose las manos de cielo las manitas,
y cansados de alborozo sonreír tan anchos como el sol
recostados de los troncos de la ternura.
Chillidos y crustáceos para alegrar a los niños
y almendras y uvas de la playa y pececillos y bajeles
para alegrar a los niños antes de que lleguen al odio,
antes de crecer en la angustia,
antes de crecer.
Y entonces tengan que llorar o morder en el cerco.
Y entonces tengan los ojos arrasados del pueblo.
Y no poder ya más del fuego desprenderse” ...
(Fragmento del Canto II de Isla o promontorio).
Ahora! 83, 24 de noviembre de 1964, p. 31.