Página de Tony Capellán

Ensayos:

La casa de Tony Capellán

Miguel D. Mena

 

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[Ruth Herrera.- ¿Cuál sería tu lugar ideal para un hipotético retiro en República Dominicana?
[Junot Díaz].-Esa es una pregunta difícil. Todavía me quedo en la casa de mi familia en Villa Juana (Calle 21 forever!), pero a ninguno de mis amigos dominicanos de Estados Unidos le gusta visitarme allí. (Mis amigos dominicanos de la isla no le tienen miedo a Villa Juana.) Mi sueño sería vivir como el artista Tony Capellán, en la azotea de uno de los edificios frente al Parque Independencia. Eso me permitiría tener acceso a mis dos mundos: podría salir con la gente 'cool' a sus 'lounges' de la Zona y sacar tiempo con los tipos pobres que hay en el parque, que trabajan todo el día y toda la noche para ganarse un par de dólares.
[http://filosofandoyotrascosas.blogspot.de/2008_08_01_archive.html]


JUNOT DÍAZ SOBRE LA CASA DE TONY CAPELLÁN
"Where on earth are you the most relaxed, content and stripped-down version of yourself?
-Inside of a book. Or in my friend Tony Capellan's apartment in Santo Domingo."

[http://www.latina.com/entertainment/books/pulitzer-prize-winner-junot-diaz-oscar-wao-movie]

Si usted conoce a alguien que no tenga un email, un celular, que ande todo Santo Domingo diariamente a pie y en pantaloncitos cortos y que oiga "El Gran Musical" de José Enrique y "Sábado viejo" como si fueran una misa, y que de paso viva en la Ciudad Colonial, le ruego me lo informe, porque yo sí conozco a alguien: Tony Capellán.
Tamborileño de origen –es primo no tan lejano del poeta Tomás Hernández Franco-, la vida de Tony es la de un constante viaje por el mundo y la de un aferrarse a la ternura de Santo Domingo. Luego de pasar su infancia en ese Cibao profundo, llega a la capital comenzando los Setenta con la idea de estudiar Arte. Se inscribe en la UASD, toma clases con Pedro Mir y Aída Cartagena Portalatín, participa en el Frente Cultural Dominicano, la sección cultural de un PLD recién fundado, en aquellas luchas con lo último del balaguerismo doceañero. Ahí lo conocí, en aquellos avatares, en dar alguna película cubana en el Teatro Capitolio o armar un recital de poesía. Eso siempre Tony ha tenido en su vida: muchísima poesía.
Con el triunfo de los sandinistas en Nicaragua, le suena una vocecita interna: participar en aquél grupo de jóvenes dominicanos que participarían en la Campaña de Alfabetización en 1980. Ahí conoce –y luego colabora en uno de sus proyectos editoriales- con el comandante Tomás Borge, y de paso, queda prendado de la poesía y personalidad de Ernesto Cardenal. Al concluir aquella jornada, se traslada a Nueva York, donde vivirá durante los próximos dos años toda la intensidad de su arte y sus noches. Aquél pintor y dibujante se convierte en grafista. Tiene como referentes en Santo Domingo a Frank Almánzar, y más atrás pintores como Eligio Pichardo y Paul Giudicelli, pero sus naves se acoplarán a lo que entonces boyaba en ese ambiente post-pop norteamericano. Con Tony Capellán el arte dominicano conoce lo que ahora es moneda aceptada: las instalaciones.
A su llegada Tony coadyuva a la expansión y densidad del Arte Moderno dominicano, la Generación de los 80. De todo el grupo, formará luego trío esencial con otros dos artistas de puro fuego: Belkis Ramírez y Jorge Pineda.
Durante aquellos años 80 y hasta entrados los 90, Capellán ganó la mayoría de los concursos locales, obtuvo reconocimientos internacionales –como un Premio de la UNESCO-, y fue uno de los primeros artistas dominicanos en ser elogiados por el New York Times. Sus instalaciones pasaron por las bienales de Sao Paulo, Johanesburgo, la Habana, San Juan, entre muchas otras. Fue escogido para decenas de colectivas internacionales –como "La ruta del Esclavo" y para "Inside" (1997), celebrada en la misma frontera de Estados Unidos con México (http://www.sculpture.org/documents/scmag97/insite/sm-ins97.shtml)
En lo local, ganó Bienales del Museo de Arte Moderno y concursos León Jimenes, destacándose alternativamente como pintor, dibujante, escultor grafista e instalador. Colaboró con proyectos editoriales del nicaragüense José Coronel Urtecho, o con Manuel del Cabral, Chiqui Vicioso y José Bobadilla, y aún con otros artistas como Silvano Lora y su Bienal Marginal, para no hablar de muchísimas otras historias de solidaridad y compromiso, que mejor ni hablar para que nuestro artista no se sonroje.
Tony Capellán es de esos artistas centrífugos. Él convoca. No es de esos que te atrapan con sus egos de genios incomprendidos. Lo suyo genera mirar para todas partes y mirarse para adentro, también. Te abre los ojos hacia los otros, hacia la ciudad, el río, la mismísima gente de la que no te darás cuenta. Por eso es que museos tan distantes como los de Providence o el Museo de la Organización de Estados Americanos en lo Estados Unidos o tan cercanos como el Museo de Tecolotlán, en México, tengan sus obras dentro de sus bienes.
Pero aparte de su gran obra, también Tony Capellán y su familia es la única "gente" que vive en los alrededores del Parque Independencia. Es una familia trabajadora, que ha convertido su casa en un casa para muchísima gente, aprovechando sus espacios para ofrecer trabajos de enmarcado en la primera planta, para vivir en la segunda y crear en la tercera.
Tony Capellán ha logrado crear un espacio utópico: un espacio sin puertas, sólo con ventanas. Por ahí han pasado personalidades como Jacques Lang, -el mítico ministro de Cultura de Francia-, Juan Luis Guerra, Freddy Ginebra, para no hablar del más fanático de todos, Junot Díaz, quien ha confesado públicamente que ese es uno de sus lugares vitales en Santo Domingo.
¿Cómo es posible que a un artista y a su familia Barra Dumbo ahora pretenda arrebatarle un espacio? ¿Tendremos en lugar de obras de arte algún cuarto frío para las chuletas? ¿O máquinas de apuestas o cajas para guardar más billetes de lotería?
¿Desaparecerá la gente de los alrededores del Parque Independencia, completándose así la imagen del Centro de Santo Domingo como Primer Desierto Nacional?
¿Qué pito tocan tantas organizaciones como el Colegio de Artistas Plásticos y tantas Comisiones de Culturas de Partidos y Oficinas Públicas?
¿Estaremos ante un país realmente insensible?
¿Cómo seguir apoyando a Cuba y a Chávez y a los pobres del Tercer y recordando a Caamaño y a Manolo mientras un artista crítico de carne y hueso tiene en frente de sí el desalojo?
A Tony Capellán ya le han quitado muchos espacios: Casa de Bastidas fue barrido por el Museo Infantil, la Casa de Francia se esfumó para convertirse en Embajada de Francia y el Museo de Arte Moderno está más pendiente de exquisiteces que de ofrecerle un espacio a una obra realmente crítica…
Si a eso le agregamos que desde hace casi cinco años la familia Capellán Hernández sufre los embates del poder del dinero y los olores descontrolados de Barra Dumbo, el asunto se hace peor.
Sabemos que media humanidad anda ahora en resaca postelectoral, y que nuestras izquierdas –tal vez lo que deberían ser los más sensibles- prefieren ir a una misa dedicada a las víctimas del balaguerato… Pero también sabemos de gente solidaria, consciente, tierna…
Ojalá y nos unamos para evitar otra catástrofe.