Página de Tony Capellán

Ensayos:

Del Primer Capellán al Absoluto Capellán

Danilo de los Santos


En 1978 trazaba Tony Capellán unas "Figuras de Tiempo", con barras de pastel. Con ellas asumía su primera presentación artística que comprometió, de paso a un solidario amigo que lo sintió "sacudirse y reencontrar su expresión" en la ciudad capital, en donde ambos se establecieron como provincianos; "una ciudad de puertas entreabiertas/ con quizás si, una luz encendida todavía/ o con alguien contra el engaño", era la impresión versificada de quien además se reubicaba de discreto poeta, en potencial protagonista de las artes visuales.
Ante aquellas figuraciones temporales que el pintor en cierne mestizaba como las tierras de la An- tilla, testimonia el citado amigo que ellas le permitieron comprender que Tony Capellán "Valoraba la vida con dos ojos rurales y vivaces, profundos en el momento de ver a los hombres y quererlos en su justa medida, en sus ignoradas proezas cotidianas, en sus rostros pequeños y abocados al chocolate oscuro de la raza, en el Fiyi cristalino del resabio". A tales apreciaciones añade el emisor: "Ahí están algunas de las raíces ocultas tras esas obras (...) Tony ha traído la vida, la estatura y la visión suficiente para desarrollarse como hombre universal".
El amigo testificador no es otro que el poeta de la canción, Claudio Cohén, quien fue el primero en instruir el derrotero que tomaría el Tony tamborileño, a partir de aquellas figuraciones mostradas en un círculo de coleccionistas, un día de septiembre de 1978. En el catálogo de esa primera exposición pública, al pie de un absorta fotografía suya, el protagonista escribió que 'la vida es corta, el arte largo", expresión que debemos entender en una distancia de casi veinte años por él recorrida, como el dogma de una apasionada obsesión de buscar contra marea la crecida artística y con la misma pasión atrapar el viento nuevo, quemándose en los choques y el fuego de los muchos mundos referenciales, para encontrar el suyo en la llave con la que entrará en esa selva postmoderna del albor del siglo XXI.
En relación al dogma con que parte el ejercicio de Capellán, en 1978, es válido transcribir la opinión de René Portocarrero, pintor cubano con el cual declara: "Ya no se si eso de las influencias será cierto o no. Lo que si es cierto es que mi capacidad de aprender es muy intensa. Nunca me es ajena una genuina manifestación artística, ante la que siento algo así como un arrebato".
Esta fundamentación se vincula al proceso autoinformativo que emprende, y que incluyen estudios universitarios en arte, diversas especializaciones en grabado, en diseño e ilustración bibliográfica, amén de una permanente lectura permitida por viajes, visitas a museos y encuentros con grandes exposiciones internacionales.
Las primeras producciones de envergadura de Tony Capellán, se vinculan al campo de la gráfica. El cartel, el dibujo, el grabado, le permitieron dominios formales específicos y con tales manifestaciones cubrió una etapa esencial. Las definiciones respecto a una figuración que debemos considerar de estilo personal, así como las sucesivas distinciones obtenidas comienzan a ser una constante.
En 1987, recibe uno de los premios del Concurso Nacional de Arte E. León Jiménez, por un dibujo realizado con delicados tonos de lápices de colores, con los cuales reproduce dos alargados personajes que difundirá como suyos en la mitología pictórica, en el ritual de las instalaciones, como amuletos agigantados en la escultura y "así en el cielo como en la tierra", como reza una de sus muchísimas obras artísticas.
En el penúltimo dote dominicano es imposible inadvertir el alcance individual consolidado de Tony Capellán, para quien los medios artísticos son meras posibilidades de su autodebate antillano o caribeño. Cada uno de los campos artísticos asumidos, es una vía para interconectarse con la realidad de diferentes maneras. Una vía es la determinar hacia el exterior y sincronizar su mentalidad con la corriente ilimitada del actualismo internacional. La otra vía es la digestión emocional e instintiva con carne, y espíritu de una concierne pertenencia que suele sacudir como un mago, que reitera como un fabulador y que denuncia como un artista comprometido con su realidad.
De las diversas opiniones levantadas por su trayecto, por su estilística y por los giros conducentes de su temperamento, extraemos el que se refiere a las "Capellanías". Es una expresión del crítico Klaus Steinmets, al percibir que la disposición formal de nuestro artista "es la visualización de un mosaico histórico, de una olla cultural (...) todo a los ojos inquisidores del Babalawo o en Papabocó. Por eso, Capellán es uno de los más típicos representantes de su mundo: Porque su obra es sacral y estética, tiene alusiones que van del comentario sobre la for-tuna hasta el enunciado humanista (...) es atenta contra los nuevos ritos de la humanidad contemporánea, creando su lúdica mitología, instaurando la religión del sensualismo. Así lo he entendido, así acepté ingresar en la constelación estridente de sus obras. En ellas he buscado mi aire puro. (Costa Rica, 21/10/93).
Las "Capellanías", s¡ bien se constituyen en respuestas de una visualización artística, podría entenderse además como las consistencias del mundo Capeliano: ontológico, sicrético, multifórmico, estridente y postmoderno, el cual sigue conformándose con reafirmaciones extensivas y reorientadas. Son capítulos cargados de referencias, de campos expresivos, de versiones entrelazadas y adopciones coincidentes más que de influencias como suelen juzgar numerosos observadores de tales capellanías.
Desde 1990, cuando unas catorce instalaciones se convirtieron en memorables lecciones sobre "Mitologías y Ritos", el mundo capellano definió el vórtice de la elocuencia conceptual, visionaria, desbordada en manejos de recursos primarios y residuales que el ingenio transformó en profundas metáforas. Todas ellas hablaron de los mundos extraños, del ritual ecológico, de mitos, danzas y blasones, de la sangre airada que pobló las islas, de las armas secretas de la hechura material del hombre, de las infinitas partículas del dolor y de la mitología de esperanza dormidas. Después de todos estos cantos instalados, prosigue una épica visual reiterativa y sinónima, cual enlaces del espíritu isleño ancestral y sincrético que se expandió como nación al caribeño, fue de esta manera que "Tony Capellán se incorpora a un movimiento joven revitalizado y abierto que enfoca y opera en el costado mágico de la realidad y rígido a la utilización matemorfoseada del mito de origen amerindio y negro. El folklorismo banal ha quedado al margen y cede paso al manejo de factores esenciales en los que la eficacia visual de la suma y la discontinuidad van organizando un discurso con base en la antropología". (Alejandro Alonzo, 1991, Confert)
En 1992, cuando las formas pictóricas de los políticos se desplazan hacia los "interrogatorios fesri- les del dilema del caribe", Tony Capellán coloca ante nosotros nuevos planos de sus preocupaciones, si con anterioridad se estaba preguntado: "¿es nuestra cotidianidad una frenética mezcla de magia, ritos y símbolos?" su posterior interrogatorio se expresa implícito en la problemática de la vida cotidiana de su país. Desde "Exportadores de Almas", instalaciones del 1994, él comienzo de las alusiones al temario económico, político, social y ecológico, con una poética de intensa denuncia. En cada pasaje instalado Capellán conjuga al dominicano mediante una representación objetual de elementos simbólicos, pero sobre todo a través de una conceptualización de conjunto que transcribe la inmolación, el precio mercantil del hombre criollo y su marcha forzada a la aventura de la explotación, de la ilegalidad, de la prostitución y del suicidio marítimo. Como observa Elena Peilegrini, "Tony capellán está muy consciente de la tendencia de las instalaciones a ser articulaciones polifacéticas y por eso utiliza el arte narrativo para mejor definir la forma y el contenido en obras que reflejan su interés por la vida cotidiana de la república Dominicana".
Apreciándolo bien, Tony Capellán es un artista completo, en sus manejos, ilimitado en su curso y recurso, muy seguro de lo que siente y hace como artista avizor y testimoniados El expresa la sensación de lo absoluto cuando escribe en el catálogo de su exposición "Marcha Forzada" que "pese a la incomprensión que muchas veces asfixia o la imposibilidad de encontrar una colección para este tipo de obras, seguimos produciéndolas y exponiéndolas. Dispuestos estamos a no perder la batalla ni a retroceder a formulaciones exhaustas. Nuestra idiosincrasia, nuestra diversidad sin fin, están ya incorporadas en los lenguajes que exploramos hoy. En ellos está además nuestra tradición artística expresada en términos nuevos. El deber de todo artista verdadero es abrir caminos desconocidos, no transitar los que ya tienen siglos". (T. Capellán, 6/6/95)

2009.