FRANKLIN MIESES BURGOS 

(Santo Domingo, 4 de diciembre 1907 - 11 de diciembre 1976)


ELEGÍA POR LA MUERTE DE TOMÁS SANDOVAL

¿Quién ahora, llorando,
te alzará desde el fondo solitario del mar,
para sólo pensar desesperadamente
en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa,
o en aquella tu carne color de azúcar parda,
después que los peces hambrientos se comieron
el último paisaje de sol que había en tus ojos?
¿Quién ahora, llorando,
te alzará desde el fondo solitario del mar?
¡Oh príncipe mulato de la verde escafandra!
¡Tronco joven de ceiba y corazón de nardo!
Después que la muerte dejó sobre tus sienes
una polar caricia de puñales de hielo...

Por esos ojos tuyos -dolor- por esos ojos
tan llenos de luceros distantes y neblinas.
Por esos ojos tuyos
derramarán su llanto de alero las palomas;
la noche que te clama sin cesar desde el cielo
colgará sus crespones de sombras ateridas
sobre un mundo salobre de guitarras y lonas.
Pero tú desde el fondo ñola podrás mirar.
No la podrás mirar porque ya se habrá ido
el alba que alumbraba por dentro de tus ojos
de terciopelo oscuro:
porque ya se habrá ido sin campanas tu vida
hacia una madrugada de sal y caracoles,
más allá de la noche liviana de las algas,
a donde -todavía-
la luna no ha podido llegar para mirarte
definitivamente dormido bajo el agua.

¡Arena y sólo arena
para el ancla caliente de tus ingles desnudas-,
para tus ojos, sombras de los corales mudos!

¡Arena y sólo arena
para enterrar tus sueños marítimos
de nubes y de gaviotas blancas,
sobre un cielo de coco nublado de sardinas!

¡Arena y sólo arena
para hundirte en tu inmenso silencio terminado
entre besos impuros de hermafroditas peces!

¡Ay! ¡Que ya no habrá más música marina de acordeones
en tu lecho de limos y pleamares eternos!
Sin un puerto posible para tu despedida,
en la noche se fueron llorando las estrellas.

Querida entre tus brazos, habrás tenido sólo
una coquetería de manatíes hembras,
porque ya las abejas que anidaban tus labios
se habrán llevado toda la cera de tus besos.

¡Oh amante ineludible para quien la marisma
tendía el más oculto fluir de sus mareas!
¿Qué has hecho con el rostro pálido de las lunas
caídas en el fondo solitario del mar?
¿Qué has hecho con el rostro de amor de aquellas lunas?
¿Traslúcida y radiante como un cristal muy fino
deambulará tu sombra en torno de estas islas caribes que te dieron
ese estupor de cielo mojado de aguardiente?
¿Quién ahora dolido escuchará tu voz herida de violentas,
y le dará a tu gesto de varón suicida
todos los crisantemos crecidos en la tarde?

En litoral amargo de llanto sin pañuelos
las verdes hojas anchas sacudidas
por tropicales ráfagas de horno,
te están diciendo adiós,
y tú no miras...

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Paisaje con un merengue al fondo
Elegía por la muerte de Tomás Sandoval
Esta canción estaba tirada por el suelo
Muerte viviente

Rústica, 5 x 5, 176páginas..

ISBN-10: 9945085417
ISBN-13: 978-9945085419