Juan Freddy Armando*
ELOGIO DE LO HUMANO.
El oso de los polos, la marmota y el perro
de vez en cuando suben muy libres sus dos manos,
y es como si quisieran convertirse en humanos,
mas no logran hacer los alfanjes de fierro.
Su arma es convencional, no aprenden a hacer guerra,
pues no han desarrollado la santa inteligencia,
aún no saben de Dios ni conocen la ciencia,
ni el gran descubrimiento que por grande me aterra.
Es decir, aún no inventan al Animal Estado,
no tienen falsos héroes ni logran violar leyes,
no saben sacar uñas ni a nadie han torturado.
Sin oros ni diamantes, su vida es muy vacía,
sin príncipes ni historia, sin esclavos ni reyes,
van tristes, sin McDonald’s y sin tecnología.
ELOGIO DE LA BUDA OSCURIDAD.
Ahora sé por qué Buda cierra siempre cada ojo,
por qué sus manos y dedos nunca le imploran al cielo,
y, como si los perdiera, cuerpo y piernas en el suelo:
a oscuras, sin pensamiento, observa al yo en su manojo
de falsos sueños, deseos, de vanidad y de miedo.
Del vacuo ajedrez del mundo aprende humilde y pasivo:
sin derrotas ni victorias, viaja libre del lesivo
llanto de las piezas blancas o las negras en el ruedo.
Muere y nace a cada instante, sin importarle si vino
de un creador, del bigbang, sin maestro y sin camino:
nada busca, ni la gloria, ni teme al fuego, al infierno,
pues sabe que solo existen si los inventa el cerebro;
como sabe que la luz nos engaña, y lo celebro,
me invita a cerrar los ojos y a ser mi propio cuaderno.
EL NENÚFAR DE DARÍO.
Yo quise haberle cantado al nenúfar como flor
pero cuentan que Machado mostró esa planta a Darío,
pues la había visto en sus versos con mucho brillo y primor.
“Hermano, no sé qué es eso” dijo Rubén hecho un lío.
Ignoraba su ancha hoja, desconocía su color,
Machado le dijo: “Es blanco, se acurruca con el frío,
tiene los rizomas largos y el agua le da rubor,
es nudoso, feculento, prefiere la posa al río.
Poeta, alégrate, poeta, porque estás lleno de amor:
sin conocerlo cantaste al griego macho cabrío
y un nenúfar inventaste para amarlo con candor.
No te preocupes, mi bardo, que en tu letra no hay baldío”
Y entonces Rubén Darío, contento y con pundonor,
le cantó en voz de tenor: “De mi nenúfar me rio”.
PATRIA LOCA.
“¡Oh, bestia en que se anidan los pecados de un pueblo!”
Stephen Mallarmé
Si es parte de la patria el lodo y sus microbios,
como los animales que corren en tropel,
aquella dama rica de apasionados novios,
y el bardo que sin verlo dice ver un clavel,
¿por qué no habrá de serlo esta que despeinada
cruza el tiempo tranquila, sin juicio y sin vestido,
con sus intimidades al viento cual si nada
le importara que el aire de su hedor vaya herido?
¡Qué dolor que no oigamos himno, bandera, escudo
arrastrarse en la planta cuarteada de su rudo
pie de patria perdida, de alma torcida y rota!
¡Qué triste ver la patria desdentada en su vicio
por estas calles trunca, flaca y fuera de quicio,
y en ella nuestros ojos no vean nuestra derrota!
LA HUMANA CONDICIÓN.
INNOVACIONES EN ESTE SONETO: Esta pieza forma parte de mi conjunto de sonetos que rompen el orden tradicional de hilvanar la rima al extender la medida de los versos a un número de sílabas nunca antes alcanzado en ninguna lengua ni época. Aquí hay encabalgados pares de endecasílabos que dan entre ambos un verso de 22 sílabas cada uno, y 20 sílabas en los casos en que son pares de decasílabos que equivalen sonoramente a endecasílabos cuando terminan en palabra aguda. Así están armados los 14 versos que conforman el soneto, cumpliendo también con uno de los tipos de rimas habituales en sonetos: ABBA, ABBA,CCD, EED. Este soneto también puede graficarse y leerse como un soneto endecasílabo compuesto por dos octetos y dos sextetos, ambos en rimas pareadas.
Amargo este defecto este de ser hombre, que mi vida se oferte por un cobre,
menuda condición de ser humano, a merced de un gatillo y de la mano
del que engaña fingiendo ser hermano y me abraza con todo su amor vano,
sin saber que yo sé que ahí en su sobre guarda mucha moneda pero es pobre.
Envidio ahora ser bestia de cueva solitaria que busca presa nueva,
queriendo alimentar su hambre rabiosa con su inocente arma poderosa
de no entender del bien su falsa rosa ni del mal su cuchillo y honda fosa,
que vive sin pensar que deuda deba ni siquiera a la fuente donde abreva.
Qué triste condición de ser manada, ser sardina en cardumen o ser nada,
ser sublime y sangriento cual Granada, que de amor su belleza se degrada;
bien prefiero ser Orbis, Tertius, Tlön, a destruyendo hacer mi construcción.
Bien prefiero bajar, pues sé que subo, a la vil condición de un hueco tubo
donde hasta el aire a entrar en él se abstuvo, a ser este animal que corre bubo
buscando contagiar su maldición de usar a los demás de religión.
APOLOGÍA DEL SILENCIO.
ELEMENTOS FORMALES INNOVADORES EN ESTE SONETO. Este soneto es parte de un grupo de piezas donde hago innovaciones en la estructura de este tipo de versificación -el soneto- al que considero el príncipe de las letras. El primer elemento nuevo es que está armado de tal manera que en cada estrofa los versos terminan en una misma vocal. Incluyendo el uso de las 5 vocales de la lengua castellana, repartidas en los finales de versos de las estrofas. En los cuartetos, el primero y el cuarto verso riman en consonante entre ellos. También en el segundo y tercero hay rima consonante entre ellos. Pero el par de versos primero-cuarto a su vez tiene rima asonante con el grupo segundo-tercero. En los tercetos ocurre lo mismo. Además, este par de sonetos ensartados en uno contiene otras dos innovaciones formales. Primera: sus versos son de 21 sílabas cada uno. En esto, es completamente nuevo, porque los versos rimados en todas las épocas y lenguas habían llegado solo a 17 sílabas. Segunda: la poesía rimada nunca se había hecho con 3 cesuras (paradas ligeras, marcadas por los grupos sonoros, que realiza la voz al decirlos) y 3 hemistiquios (grupos fónicos que marcan el ritmo y melodía del poema, a los que debíamos inventarles el nombre de trimistiquio) por versos. En este caso de 7 sílabas cada uno. Antes en la literatura, sólo se había trabajado el verso de 2 cesuras y 2 hemistiquios (arte mayor) y de 1 hemistiquio o menos de 8 sílabas (arte menor). He escrito otros sonetos con estas medidas, y también otros que llegan a 24 sílabas, con tres hemistiquios (o trimistiquios) de 8 sílabas cada uno.
Ser como este escritorio, esa silla, esta ropa, mi laptop, la hoja seca,
que no saben si un viento los levanta o los pisa o hechos polvo los deja.
Sin dios ni pensamiento, sin romería ni nada qué pagar en la Meca,
como el jabón van ellos, dejándose gastar sin sonrisa ni queja.
¡Ay, objetos sin vida, qué tiernos son ustedes sin almas y en silencio!
qué sublimes, yo quiero lograr su perfección, subir hasta sus cielos,
ser ciego como el oro, que igual da luz al rey que al esclavo Inocencio,
sin sexo, sin comida, sin dar ni esperar nada del sueño o los desvelos.
Quiero ser como ustedes, ser como tú, retrato, como tú cama inerme;
tan fieles en la espera, tan libres y sin dueño, sin ojos para verme
llegar solo angustiado o alegre con María, con Rosa o con Irene.
¡Árbol seco, yo espero alcanzarte algún día, pasarte y ser rubí,
ir corriendo sin piernas, volar sin cuerpo ni alas a la nada que vi
sin ojos en la noche de aquella muerte hermosa de antes de estar aquí!
Mientras llego a tu encanto, disfruto este deseo de ser piedra en alud,
dejando en rauda onda de ser tiempo que mira este gris cielo azul
huyo de mi memoria sobre una tabla rasa que es mi dicha y salud,
y escapo a los minutos en vuelo de una lira con sonidos de tul,
que de inercia va haciendo las temporales muertes que en verdad son la vida;
a veces yo me pierdo de mí entre cuatro labios ardiendo en ciega pira
y vuela y salta y grita mi cuerpo por ser nada en que todo se olvida,
que me quema y me lleva a orillas del vivir, que de ausencia delira
buscando ese momento de ser un ser sin vida, sin pasión que arrebate,
libre por estar muerto de la vida que tiembla, de la muerte que abate,
feliz noche sin luna, dichoso día sin sol ni ruido que me saque
la imagen que se vuelve pensamiento que hiriendo derrama el carmesí
que inventa esta agonía que alimenta el veneno de la conciencia en sí.
¡Quiero, objeto sin vida, ser feliz sin ser nada, ser sin alma y sin mí!
APOCALIPSIS YA.
INNOVACIONES DE ESTE SONETO: Ha sido publicado en el suplemento cultural Areíto, del periódico Hoy, de República Dominicana, presentado por el intelectual Jorge Tena Reyes. En él, experimento un estilo que no se había empleado en la historia de la literatura universal: En cada verso he puesto 21 sílabas. Esto rompe la tradición del soneto y la poesía rimada en general, que había llegado sólo a 17 sílabas en todas las lenguas. Otro elemento nuevo aquí es que cada línea tiene 3 hemistiquios -en este caso, de 7 sílabas cada uno-, en vez de 2, como es tradición. He creado otros sonetos, con versos de 24 sílabas, divididas en tres hemistiquios de 8 cada uno. Espero que sean del gusto de los especialistas de la rima en el mundo.
Mal dicen los cristianos que su Dios algún día ha de acabar el mundo,
que con lengua de fuego les pedirá a las cosas entrar en sus hogueras.
Mal porque antes nosotros habremos destruido todas las primaveras,
con muy modernas formas, con ciencia lograremos un éxito rotundo.
Ahorrándole el trabajo al Señor que inventamos: con máquinas, calderas,
con zonas industriales, el mundo acabaremos con hondas de calor
que a la flora y la fauna volverán a hacer polvo ahogadas en sopor,
y sobre el gris cemento irá a quemar el hombre sus naves y banderas.
Porque el aceite fósil no podrá más herir la noche con sus luces,
viendo el bosque sin lluvia, los polos confundiendo el agua con el fuego,
como en capilla ardiente, allí la humanidad triste caerá de bruces.
Escrito está que el hombre no dejará a su Dios destruir lo no creado,
pues el Apocalipsis, su llama y sus trompetas serían un simple juego
cuando el hongo nuclear nos deje sin presente, futuro ni pasado.
LLANTOS A MI MUERTA VIVA.
Amo a esta mujer aunque al abrazarla
sienta el cuchillo del hueso
de sus manos secas por la muerte
que me clave la espalda.
Amo a esta mujer aunque de su vientre
no me quede más que el vacío simétrico
del interior de sus vértebras y costillas
que tanto se movieron
para dar vida a lo que hoy luce ausente.
Amo a esta mujer aunque al acostarme
sobre la imaginación de sus carnes
encuentre solo la cadena de huesos
que descansa sobre su dura cama,
en su casa de sordas paredes,
de maderas licuadas por el tiempo sin reloj.
Amo a esta mujer aunque cometa el sacrilegio
de que mis carnes amen huesos,
de que al buscar su hombro
me caiga de bruces hueso adentro
sobre el filo de las clavículas,
y sienta el tintineo de los omóplatos
que ya se desencajan
vencidos por la presión de mi cariño
transformado en prisión de carnes,
sobre sacros, maxilares, carpo,
metacarpo, parietal, occipital.
Amo a esta mujer aunque no sepa
adónde fueron a parar los pelos de la pelvis,
y en la fosa del placer no encuentre más
que un ilíaco que ha perdido la idea
de lo que es espalda o frente,
aunque encuentre una cadena de coralizados coxis
que ha sido abandonada a la intemperie,
sin la antigua almohada de carne
que mecía el placer en las noches aquellas
en que lo repartíamos en mitades iguales,
en proporcionales movimientos de mi cuerpo y el suyo,
todavía abrigados por los músculos lisos y estriados,
y esos huesos que ahora veo
en el desierto oscuro de ser cuando no son.
Amo a esta mujer aunque esas pestañas que fueron suyas
le hayan dejado el lugar a un par de lagos secos
donde teme entrar la luz a descansar
en su carrera de trescientos mil kilómetros-segundos.
Huecos desde donde no me mira nadie
y yo no quiero mirar a nadie reflejado.
Amo a esta mujer que ha cambiado el poema de sus labios
por una forzada sonrisa interminable
en que sus dientes me desesperan
porque no conocen la causa de su risa
ni pueden decirme el sí de antaño.
Y me pregunto inútilmente por qué sonríes
así, mujer querida, sin motivo ni razón,
sin saber a quién regalas tu alegría,
sin saber quién te visita
en la casa estrecha y larga donde habitas.
Sin saber si sonríes a otro muerto
o a una muerta feroz que te insulta desde la vida
o a estos ojos que te lloran por escrito
y a estos dedos que te pulsan lo único
que queda de lo que fuiste tú:
unas neuronas que apagan lentamente tu recuerdo.
Te amo aunque no sé qué hacer contigo
cuando quiero acariciar tus brazos,
encontrar la llovizna de vellos de tu ombligo,
esos riíllos corriendo las montañas y llanos
del mapa de tu cuerpo,
y solo encuentro el húmero, el radio, el cúbito,
el collar de tus vértebras secas y colgantes,
composición de huesos que tocan
la música gris de separarse y unirse
cuando los acaricia mi pensamiento ahora.
Y esas piernas,
amo esas piernas metafísicas, sombrías, supuestas,
pensadas, dibujadas, transformadas en palabras,
esas piernas que se abrían para mí como el mar a Moisés,
ahora no son más que tibias, peroné, fémures, tarsos,
y un polvo que al tocarte me rechaza,
un calor en los pies disecados,
con un déficit de nervios al cien porciento ausentes.
Cada falange hambrienta de carnes,
y sin el aguacero rojo que manche de vida
la inhóspita habitación de donde te robaron todo el cuerpo
en el sueño de tus huesos.
¿Qué ha sido del tercer espacio intercostal izquierdo
y su puño de sangre defendiendo la vida,
que buscaba como yegua sin bridas
al caballo de válvulas mitrales y tricúspides y venas
y arterias para repartir su embarazo de sexo y vitaminas
en los bosques tropicales de tu cuerpo?
Te amo a ti, mujer, aun así, muerta,
aunque un beso en los lóbulos parietales
o al centro de tu antigua máquina de pensar
se quede en un intento frontal y temporal,
porque ya no te habita pensamiento alguno
sino un hondo vacío de tambora
equidistante a cada hemisferio seco
de donde huyeron los líquidos eléctricos
que orbitaban bajo tu largo pelo.
Amo a esta mujer aunque ejércitos de virus y bacterias
libren ahora la última batalla por lo que queda de sus huesos.
Aunque una expedición de carnívoras hormigas
busque en tus costillas el último resto
del olor de lo que fuiste.
Aunque una asamblea de sabandijas y microbios
inauguren una república en tu esternón sagrado,
y quieran cosechar los últimos cartílagos
de esa nariz que tanto conoció a mis labios.
Amo a esta mujer aunque tenga que compartir
el cariño que le tuve a su carne con sus huesos.
Aunque tenga que pelear mi amor por ella
con el escarabajo estercolero
que ha puesto su residencia en el valle del ilíaco,
donde yo estuve en cuerpo y lengua y pensamiento.
Amo a esta mujer aunque mi mente se enrede y luche
y quede presa entre los hilos embreados
de la araña que ha tendido su trampa transparente
a todo lo que intente pasar la oscuridad
que va desde el tobillo al peroné y el fémur,
a los extremos del lugar donde hubo dedos.
Mujer,
haz un alto en el silencio absoluto e insondable
de tus huesos, y respóndeme,
¿qué ha sido de la fábrica de lágrimas
que echaban agua al vino del dolor,
qué dichosa luciérnaga convirtió en luz verde
tus vísceras religiosamente amadas,
qué libélula tersa da música al viento en los alambres
con una fracción de tu pecho agitando sus alas,
qué murciélago fumó el último aire a tus pulmones,
qué ratón o qué mosca se hizo animal sagrado
desayunando tus cabellos,
qué cucaracha alada levantó sus antenas
y se dejó caer de revés para morir en tu honor
después de escalar tus senos y llegar a tus pezones
y contemplar su pureza y considerarse indigna de tocarlos?
¿Por qué los diosecillos más leves del reino animal
respetaron hasta el hueso tus labios superiores
y tus labios inferiores, como si les doliera
llegar hasta el olimpo del placer y la creación?
¿Cuántos gusanos tuyos, estirpe de tu muerte,
mató el sol al amanecer del día nono,
cuando empezabas a perder las montañas
de tu paisaje corporal y empezaba tu carne
a ser llanura o mar, pradera y desierto de óseas dunas?
Tus uñas, tu pelo largo como la mañana en el polo,
se perdieron en un suicidio de horquetillas mortales
o un insecto tejedor cosió sin saberlo
tu nombre en la puerta de la cueva que habitas.
¿Y la niña de tus ojos y la última luz que almacenó el iris,
adónde fueron, quién tiene tus colores, tus imágenes,
tus cristales cóncavos y convexos, y el humor vítreo
y el nervio que componía tus visiones?
¿Qué planta, qué hoja, qué raíz, qué polen,
qué estambre o qué pistilo
completaron la flor con un pedazo de tus ojos?
Dímelo, mujer,
y destruiré en guerra sagrada todo el reino animal y vegetal
por mi diosa muerta y viva,
por ti, que eres santa, trina y una e infinita,
misterio comprensible de carne, hueso y pensamiento.
Dímelo,
y destruiré el sistema mineral
y toda la estructura química del planeta
con el hacha de mis sueños,
buscándote por doquier,
cada pedazo de ti hecho manzana
o piel de gato o ala de paloma,
hasta encontrar tus carnes perdidas
aunque sea en la carne que se vende en el mercado
o el helado que excita las papilas del niño.
Encontrarte y unirte
molécula a molécula, átomo por átomo
y soplarte el aliento,
el aliento de vida.
CONVERSACIÓN CON LA MUERTE DEL OTRO.
Allá abajo dicen
que mi nombre es Jorge Luis Borges
(no sé la explicación,
pues si me llaman,
no respondo por él,
como ignoro si es abajo o arriba,
ya que tienen razón
de antiguo los astrónomos
en que no tiene signo el universo,
sino una loca organización
donde el norte ignora al sur,
el este al oeste
y el resbaladizo centro
a las fantásticas orillas,
tal como la vida y la muerte,
que no tienen diferencia
sino un tránsito con dos vías
que aparentan contrarias
y se unen como el cóncavo y convexo
de aquel lado del círculo)
y allá o acá
la muchedumbre humana
dice que hice una gran obra,
que soy famoso y emulable,
pero eso,
ahora en la muerte,
tiene para mí tan poca importancia
como la tuvo en vida,
porque nunca he comparado mi grandeza
con la de los hombres
pues entonces
se desparrama el concepto
en la fangosa tierra del espíritu.
Lo que me interesó de niño
fue compararme con los dioses,
hasta que supe de ellos
y encontré en los libros el chisme de su grandeza,
y empecé a preguntarme
si, tal como con los hombres,
valía la pena compararse con los dioses.
Si Apolo es bello pero es homosexual,
si Hermes es ladrón,
Vulcano cojo y feo,
Palas Atenea, sabia pero sin sexo,
Afrodita con sexo y sin cabeza,
si Zeus aplastó a padre y hermanos,
y junto a Yahvé, Amón y Krishna,
han violado a mancebos, vírgenes,
gopis, huríes, sacerdotisas
y son padres de niños incestuosos y bastardos.
Si Dangbé tiene la virtud de ser negro
y la disvirtud de arrastrarse en el lodo,
si de Zandor no sirven ni el nombre ni los hechos,
si los dioses druidas tienen el encanto de pequeños
y el desencanto de ponerle agujas
al hielo que irá a la boca de las niñas
que piden limosna al frío.
Si Osiris e Isis tienen hermosos nombres y figuras
pero son maridos y hermanos
y hermanados
engendraron a Horus,
el odioso niño del olimpo de Egipto.
Si el dios de Moctezuma era tan torpe
que confundió su figura con la del matador
que a matar a caballo trajo el barco.
Si el dios de África antigua
se alimenta de sangre,
si el Mitra de los persas
odiaba tanto que a sí mismo se incendiaba,
y el de Mahoma regala la esclavitud de las mujeres
como paraíso de los hombres.
Si a Cristo lo envió un dios infanticida
que lo sirvió a la muerte
en vez de suicidarse él mismo
por haber hecho imperfecto el universo.
En fin, vi que los dioses eran tan tontamente dioses
que desprecié ser dios lo mismo que ser hombre.
Y ahora en esta tumba ginebrina
sé que son mucho más pequeños
que el chisme que de ellos
cuenta el libro sagrado,
y menos quiero identificarme con su nada,
pues no logran levantar mi carne ni mi espíritu.
Hace rato, al principio del poema,
quería salir del cementerio y estar junto a los ángeles
(ya que mi cuerpo
no tiene condiciones
para volver a ser hombre,
ni yo quiero,
y ya mi alma
-bastón que lo guiara-
ha huido a no sé dónde
para no sentir el hedor
de lo que tanto quiso)
pero acabo de mirar a todas partes
y ver que mi esencia no tiene ya lugar,
y que ser dios y ser hombre y ser nada
es lo mismo.
POÉTICO DESTINO.
La poesía es
la nada deseando ser algo.
Palabras en pie cortado
que pretenden ser dueñas
de la página y tinta.
La poesía es
emociones presuntuosas
que no quieren quedarse
en la humilde fugacidad
del mísero momento.
Ambiciosas ideas que pretenden
como Platón ser más importantes
que el ser al que hacen sombras.
Pensamientos que no quieren
irse a descomponer y hacerse polvo
en las neuronas que un día perecerán.
Conceptos emocionados,
ansiosos de escapar
de las ruinas de aquella casa eléctrica
donde nadan en líquidos recuerdos,
donde nacen y viven y perecen.
Poesía es
un viento de cartón, un aluvión vacío,
una tormenta desventada,
huracán sin la hura y sin el can,
un remolino en el vaso
sin agua del pensamiento humano.
Poesía es
una lengua que se cree en la eternidad,
engañada por libros se sueñan perennes,
sin saber no son más que ignorantes,
páginas vacías sucias de imágenes y letras,
absurdas impresiones que no saben
que perenne es sólo el viejo helecho
y el anciano eucalipto,
que aman la eternidad y ella a ellos,
pues con placer se entregan
a esa su vieja regla de la constante muerte.
La poesía es
es un grupo de manos, pies, cabezas, troncos,
extremidades, vísceras, palabras, cancerberos,
leones, jaguares y lirios,
casas, ríos, trigales que se amarran y exprimen
y luchan y guerrean todos contra todos
por enseñorearse y ser dueños absolutos
de este montón azul de lodo circular
que los arrastra en el espacio,
donde hambrientos de eternidad
quieren durar por siempre
inocentes del sideral y humilde aserto
de que estamos a merced de un aerolito
que nos saque de órbita y estrelle este planeta
y congele nuestro afán de inmortales
en la fría oscuridad de un sol muriente,
de una esfera perdida
en el hosco poder de ser tragada y expulsada
y hecha nada en el lugar
donde decida el artero azar que nos domina,
que nos trae y nos lleva en fauces de su furia,
donde el loco universo
nos hizo y sin querer y sin querer
nos sacará del libro inexistente de su vida.
Y entonces la poesía será polvo,
entonces será anhídrido carbónico,
magnesio, hulla, sucio oro, amargo níquel,
viento hediondo, fuego fatuo, hielo hirviente.
La poesía quedará
reducida a la desapasionada
pasión de la química inorgánica,
que para nuestro bien se apropiará de toda vida,
reclamando su derecho a la paz de los metales,
a ese ácido silencio material que siempre fue lo suyo.
Muriendo la poesía y los poetas,
mordiendo a toda esta raza vital,
la raza que respira,
y dejando el micro y macromundo,
a nosotros los ácidos, a nosotros los metales,
volverá la paz que los vivos nos quitaron,
volverá la rica luz, ha hermosa oscuridad
que se perdió con la descomposición del óxido y del hidro,
es decir, que habremos de poder resarcirnos todo el daño
que al universo hizo
la culpable agua podrida
cuando engendró la vida.
Entonces saldrá clara la falsía
de la inmortalidad, la clásica grandeza,
de la absurda eternidad de Dante y de Cervantes,
de Shakespeare trágico y alegre,
de Yelidá y sus bellos falsos dioses,
Confucio y Pirandello y de la dulce Safo,
y veremos que no habrá nada verde qué verles,
se perderá su oro desorado
y su mercurio habrá de quedar desmercuriado
cuando el átomo que arde
y se descompone en cuánticos fragmentos,
se acerque a toda cosa pidiéndole ser nada,
que en fractales falsos se haga trizas,
y analfabetos de recuerdos quedaremos,
ágrafos e iletrados como el frío hielo,
desmemoriados como incendiados aerolitos
cuyo destino nadie, ni ellos, saben,
que no conocen puerto de salida ni llegadas
ni rutas ni final ni principio,
pues son como seremos: rocas ciegas,
magma sideral, líquido volante en el espacio
buscando sin saber a quién quemar
girando en el manicomio sideral.
Entonces la poesía volverá a ser
lo que debió haber sido siempre,
lo que fue toda calle antes de serlo,
lo que fue el sueño, el renacuajo,
el semen y el ovario poco antes de existir,
lo que fue todo lo que es antes de ser:
volverá hacia la nada, como todo.
LLANTO POR SER LAURA.
¿Por qué ha de ser Laura el nombre que el azar
se ha antojado que lleve colgado a mis oídos?
Laura, el nombre
de un ave de rapiña
que vuela alto y lejos
pero no es fuerte como el águila
ni hermosa como la gaviota
ni cara de inocencia cual paloma.
Es de rapiña y sólo de rapiña es.
Y yo, y yo tan tonta, yo tan boba
y sin embargo con el nombre de esta ave de carroña,
de guerra, de embestida,
y yo ni ave de mal agüero llego a ser.
Ni con tener su nombre y compartir su suelo,
ni aun así he podido cultivar la rapiña que deseo.
Algunas veces quiero ser María
o Mariam como fue llamada,
la elegida para la violación divina,
ser María y ser madre del señor
aunque sea hija y esposa y hermana
y esclava del que dice haberme hecho
para su uso y desuso y rehuso.
Y luego me arrepiento
de llevar esa bandera de ser pura
que tantos tropiezos me ha causado
y tantas veces me ha arrastrado
con su viento a la nada más amarga,
a esa nada hedionda,
esa nada nauseabunda y tan tétrica,
hueca, tan vacía de pasión por lo bello
y tan enamorada del sufrir,
con un alma que lo busca,
que busca el sufrimiento
y lo envuelve en brillantes papeles de regalo,
pensando que bien me lo merezco
cuando sabe que no.
Y es el momento en que quiero ser Helena,
la dichosa, la infiel esposa de Menelao
y amante de Paris,
y sentir que mi infidelidad, mi escape,
mi repentina huida del trono del honor
contra uno de pasión y de húmedo pecado
un día habrá de otorgarme esa felicidad que tuvo ella,
la dicha de llevar el nombre de un país
al que niega y reniega.
Y sólo así, impura, de líquidos manchada,
sucia de deshonor y limpia de pasión,
huir con Paris,
pues, más que la lengua griega
amo pasar mi lengua por las piernas
del héroe del amor que nunca en la batalla ha perecido.
Paris, Paris, Paris, así habrá dicho Príamo
para morir su muerte y preservarle la vida
al hijo inútil por el que Héctor se arrastra ya cadáver
desmembrado en derredor cabe su amada Troya.
Paris, por ti el estómago de Héctor ha quedado colgando
en las puertas esceas,
por ti el voraginoso, el Escamandro,
ha metido entre sus fauces de aguas pinzas,
en sus hornos de líquidas hornillas
los cuerpos quejumbrosos y la sangre de cientos de argivos y troyanos
y ante todo del inocente y grande y grande Héctor
el valiente domador de caballos.
Helena siento que debo ser y no Laura ni María,
porque se paga mejor la obra infiel que la obra de bondad,
la huida mejor que la llegada,
y si victoria hay que esté con los troyanos,
no por Troya sino por el troyano que llevo entre las piernas
y en mi seno se arropa,
que me hace amar su histeria,
esa histeria que con ganancia cambio
por la historia valerosa de los griegos.
Les dejo el nombre para el país a los helenos,
helénicos, heládicos, aqueos, como quieran
pueden usar mi nombre mientras Paris
pueda usar mi cuerpo y me regale la virtud de moverme bajo el suyo.
Tonta yo, que no dejaré nunca de ser tonta,
De cocinar sin degustar, y fregar sin disfrutar,
y lavar sin andar, y freír sin reír
para quien no me ríe,
para ese hombre infiel que me tira y me fríe.
Y yo misma me digo:
Laura, pobre Laura, que pena yo te tengo
y tengo pena de tu helénico sueño,
y siendo yo misma tú no dejo de sentir
por ti una pena, pena que las noches lagrimea,
aunque tenga que tomar lágrimas prestadas
de tus ojo enrojecido por el llanto,
de tus párpado crecido en el dolor.
Tomo pena prestada a tu trasnoche
que cada noche te trasnocha
envuelta en el aullido placentero
y ajeno de tu hombre en la distancia.
O pena por la plancha ajena con que planchas ropa ajena
o que lavas a un hombre que amanece contigo
pero que te es ajeno,
ajeno a ti, a tu casa, a tu causa y a tu caza.
Laura soy, y aunque no pueda ser más
que una triste Laura tropical,
Laura matinal y deslaurada
de espíritu y de nombre y de carne y flaccidez
y de huesos que me brotan a destiempo
ante la huida feroz y fugaz de la carne estremecida,
que se niega a permanecer perteneciendo
a un cuerpo enjuto adonde falta todo.
Y sueño, y siento que mi sueño de ser un día la infiel,
la lujuriosa esa,
la libertina y libidinosa Helena,
con la H o sin ella, con melena o sin ella,
sueño llamarme Helena aunque sólo yo sea
quien me llame, sin que nadie me llame.
Ser Helena aunque sepa muy bien que por mí
no vendrá el ejército del pueblo de los versos,
que no vendrán por mi aquellas huestes
del pueblo que el pensar nos ha inventado,
el pueblo de los besos,
del excelso pueblo que delira ante lo bello.
Aunque sepa muy bien que por mí no vendrán
los aqueos a que el bronce les muerda
sus muy hermosas grebas,
morder hasta llegar a la sangre y derramarla,
y arrastrar sus sueños, su músculos, sus huesos,
y el honor se deshonre en llantos y alaridos
pidiendo le perdonen del viaje hacia los Hades.
Ya yo lo sé, que por mí no vendrán esos soldados
a perder su valentía bajo el lodo,
a temblar cuando su ojo a la muerte le ha mirado sus ojos,
cuando la espada marcha rauda a pastar en su cuello.
Ser Helena deseo, aunque por mí no vengan los aurigas
temblorosos, valientes y golpeando
con fuerza los caballos de sus carros,
esos dorados carros con que asaltan y matan
al salto de sus crines sopladas por el viento
conduciendo veloz a la belleza
de aquella muerte dulce por su Helena.
Llamarme Helena quiero y puedo
puedo en esta hora postrera en que tendida
en mi cama mortal la agonía no me deja
el sosiego de soñar que Paris me acaricia entre las piernas
o en mis nalgas se duerme.
Quiero ser esa por la que Héctor con gusto quedó fuera,
fuera para morir por la patria que soy yo,
yo la indigna y sucia patria manchada en carne y fuego
y de sexo apuñalado y traicionero,
patria vil, patria cuero, pero patria.
¡Ay, déjame, agonía, queda un rato tranquila,
y déjame soñar que la muerte de Patroclo fue por mí,
déjame soñar que el guapo Aquiles abandonó su cólera
y que raudo ha venido a pelear con el río por mí, su Helena.
Y que ha devuelto a Crises su criseida,
Y su esclava a entregado a Agamenón por mí,
a cambio de obligar a la troyana muerte a huir de mis entrañas,
diría Homero, convertida en minúsculo cervato.
Helena quiero ser y soy en esta hora postrera
aunque Odiseo no abandone por mí a su Penélope
ni encuentre a Antea su madre de aquel lado del círculo,
ni su hijo desespere huérfano de mente,
ni Odiseo por mí encuentre todos, todos
los dolores del mundo en el camino de regreso,
y sin que por mí luche con el adolorido, doliente y doledor
el bueno y gigantesco Áyax Telamonio
por los hierros que luciera Patroclo ante la muerte,
cuando alegre tendió la vieja Parca su brazo ensangrentado
por mí, por esta perra que soy, por esta sucia perra
que lanzó su belleza al desperdicio en el lodo extranjero.
Ser Helena en esta hora aunque ni Áyax el menor ni Diómedes
quieran tener principalía, porque no soy la traidora,
la prostituta, la cuero, la asquerosa y lasciva
no la inmortal y la hermosa mujer por la que un pueblo
se abandona a la muerte mientras ella se bebe
en la roja oscuridad la blanca y placentera hiel de los placeres.
Helena me llamo y quiero me llamen
en esta hora de la muerte, aunque digo y repito,
que soy, pobre de mí, la Helena sin sentido y sin razón,
la Laura Helena a la que no vendrá ningún excelso pueblo,
ni sea yo aquella otra espléndida y dichosa Laura
que se bañaba riendo en las lágrimas
de Petrarca hechas canciones.
Yo lo sé, lo sé muy bien, que por mí no vendrán
las argivas naves de muchos bancos
con Palas Atenea en su mascarón de proa
hendiendo el libidinoso ponto en uno, en dos, en tres,
en mil pedazos de aguas chapoteadas;
no vendrán a correr el riesgo de ser comidas
por las saladas rubias fauces del Leviathán azul.
Lo repito y repito, que no soy digna,
y por mí el más glorioso ejército no pondrá al sol
el brillo de su espada por salvarme,
ni el más mísero mortal vendrá por mí a llorar,
vendrá por mí a cambiar su vida por buscarme.
HIPÓTESIS PARA INICIAR UNA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA DE ÍNDOLE PRENATAL, ATÁVICA, PSICOSOMÁTICA Y ESCATOLÓGICA EN TORNO AL MUY INTERESANTE Y ENTRETENIDO TEMA DE LAS CAUSAS POR LAS QUE LLORA EL NIÑO AL NACER, Y CUYO SENTIDO ENTIENDE CUANDO YA ES DEMASIADO TARDE.
Vivir da cáncer,
gripe,
hepatitis,
gonorrea,
sífilis,
sida,
arterioesclerosis,
síncope,
claustrofobia ,
embolia pulmonar,
tuberculosis,
paranoia,
delirium tremens,
accidentes de tránsito,
prisiones,
balazos,
cuchilladas,
locura senil.
Vivir es perjudicial a la salud.
PASIÓN INVERTIDA, ESCARCEO DONDE LA SEXUALIDAD ENFERMA CAE DE BRUCES,QUEDA BOCA ARRIBA Y EJECUTA AL REVES SU ROL DE ACARICIADORA AL SALIR CORRIENDO CIEGAMENTE HACIA LA NADA, SUFRIENDO LA SENSACIÓN DE LA SERPIENTE QUE GOLPEAN Y RUEGA QUE LA MATEN, DEL AMANTE QUE EN MITAD DEL JUEGO OLVIDA LA DIRECCIÓN DEL SENTIMIENTO POR CULPA DEL PENSAMIENTO.
Ahora,
cuando pienso este poema,
tengo en mis manos
unos pezones que tiemblan,
unos senos rojos
de pasión y de sangre.
Ah, ah, ah,
qué erótico poema
hubiera escrito
si yo no fuera
Jack al que destripo.
MINÚSCULO, ESTÚPIDO Y CURSI RAZONAMIENTO QUE TIENE COMO BLANCO DE PÚBLICO A LAS VAPOROSAS NÁYADES FLOTANTES EN LAS AGUAS DEL RITMO, Y QUE PIENSAN CON TODAS LAS PARTES DE SU CUERPO, MENOS CON LA BIPOLAR Y HUECA TAMBORA QUE LLEVAN SOBRE SUS HOMBROS DESDE EL DÍA EN QUE NACIERON, Y QUE NO USARÁN NUNCA PARA BATIR Y COMBATIR IDEAS.
Cuando fui joven y muchacho
-es decir ahora,
porque siempre lo he sido y lo seré-
nunca me gustó ir solo a una fiesta
para no sentir el gusto amargo
de chuparme de rabia aquel derecho dedo
de este izquierdo pie
en el furioso instante en que una hembra
muy emperifollada y maquillada
mejor que aquesta momia egipcia,
que no conoce a Sócrates,
que no ha caminado en muchas frías madrugadas
haciendo el peligroso equilibrio del trapecio
sobre los mil cuchillos del libro de Platón,
que no se ha mecido en el Péndulo de Foucault,
que no ha habitado nunca el Nombre de la Rosa,
que ha jugado beisbol con Maradona y Borges,
que marcha de espaldas a Descartes
y de perfil a Kant,
y al anciano Cousteau nunca ha podido ver
en su ceñir la tierra con el viejo Calipso,
y lo repito y vuelvo a repetirlo,
que esa bella mujer muy fina,
fina como una hoja que no existe,
que no se ha quemado jamás en los mecheros
de la ciencia de Bunsen
ni ha sido presa de la Ley de Gay-Lussac,
que esa mujer me mire por encima del hombro
y me tire a la cara su burlesca saliva
de irónica sonrisa
para darme su mala noticia de que NO,
que rechaza sajante mi atenta invitación
a bailar un merengue.
ESTE ESCRIBIENTE CUMPLE CON MECANOGRAFIAR EL ÚLTIMO EPITAFIO ENCONTRADO POR LA POLICÍA DEL ESTADO A ORILLAS DEL RÍO TENNESSEE: EL DEL NEGRO QUE INGRESÓ AL KU KLUX KLAN.
Fui por la mañana a inscribirme en el Klux
porque yo no quería saber
de los negros por negros.
Iban a matarme al abrir la puerta,
pero me dejaron vivo
al decirles razón de mi visita.
Analizaron mi caso
con gran profundidad,
admirable inteligencia
y sabios argumentos.
En la tarde me ordenaron
que empezara matando
al negro que más cerca sintiera,
y aquí en Georgia me lancé
a las aguas del Tennessee.
Por eso floto y yazgo
en este cementerio líquido,
orgulloso de haber cumplido fielmente
la primera misión que me asignara el Klux
para su gloria y honra.
RECETA CON EL OBJETO DE DEGUSTAR UN PLATO QUE NOS HACE AGUA LA BOCA Y TODO EL CUERPO, Y QUE HA DE COMERSE A MEDIA LUZ, CON MÚSICA DE MEDIO FONDO, CONSUMIBLE A MANO, SIN PLATOS NI CUBIERTOS… Y LLENANDO DE FELICIDAD AL ANIMAL QUE SE DEGUSTA.
Jack nunca conoció
las ciudades-aldeas
donde los cuerpos se comen crudos,
sin que llegue a cocinarlos el cine o la tv,
como pasa en su Londres o New York.
Por eso nunca comprendió
que un cuerpo de mujer
es plato que se degusta sin cortar,
intacto, entero.
Que no hay nada mejor
que un lambí de senos en sopa de sudor,
un shop swí de entrepiernas al vinagre blanco,
un vientre sin cortar,
sazonado de vellos comidos a la lengua,
un bistec de nalgas ahogadas en vino,
unos dedos de pies de mujer bella a la saliva,
un sandwich de labios al horno
con su carne mechada,
una sopa de pelos al diente,
o el cuerpo entero desnudo a la parrilla,
bien apretado, con fuego abajo y arriba
y movimientos para que quede todo comestible,
y luego de comérselo volvérselo a comer
porque no cansa.
En fin, Jack nunca comprendió
que un cuerpo de mujer se come vivo.
Lo cortaba al cuchillo porque no supo nunca
que la forma mejor de consumirlo,
es cuando el cuerpo de mujer consume a uno.
* Nacimiento y estudios: Nació en Hato Mayor del Rey, República Dominicana, a las 10 de la mañana del 21 de diciembre de 1951. Realizó estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, en la Escuela Bernardo Pichardo y Liceo César Nicolás Penson. Desde muy joven estuvo en contacto con los clásicos de la literatura, la filosofía, sociología, política, a través de sus lecturas en la Biblioteca Cultural Dominicana y en la Biblioteca Elio Contín. Se internó en el conocimiento de las letras inglesas, norteamericanas, francesas y españolas en constantes visitas a la Biblioteca Lincoln, Alianza Francesa y Centro Cultural de España. Realizó estudios inconclusos de periodismo y derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ideas políticas: Fundador en 1973, junto a Juan Bosch y otros, desde el primer día, del Partido de la Liberación Dominicana. . Fue director del periódico de ese partido -Vanguardia del Pueblo- de 1979 a 1982. En esos tiempos tuvo la oportunidad de escuchar los consejos literarios de Juan Bosch, que tuvieron una gran influencia en su formación como cuentista, poeta y ensayista. Había sido militante de la Juventud Estudiantil Católica, y luego de la Juventud Revolucionaria Cristiana. De ahí pasó a los Comités Revolucionarios Camilo Torres. Premios y antologías: Fue galardonado varias veces con premios y menciones en cuento y poesía en varias ediciones del Concurso Literario de Navidad del Obispado de Higuey. Ganó una Mención de Honor en el Concurso de Cuentos de la Biblioteca Nacional con su libro Présteme su muerte. Está incluido en la Antología Concurso de Poesía Casa de Teatro 1984, en que fueron jurados Manuel Rueda, Pedro Mir y Jeannette Miller. Además, en la Antología de Poemas sobre el Descubrimiento de América, con prólogo, selección y notas del poeta, ensayista, cuentista, novelista y Premio Nacional de Literatura Mateo Morrison. También sus poemas figuran en la antología titulada Habeas Corpus, del Colectivo de Escritores Dominicanos, dirigida por el poeta Tomás Castro. En el año 2009, ganó el 1er. Lugar en Cuento en los Premios Literarios de la Fundación Global Democracia y Desarrollo con el cuento La casa solariega. Por su creatividad publicitaria ha sido premiado por Premios Internacionales Addy’s y el Concurso de Creatividad del Listín Diario. Está incluido en la Antología Poética sobre el Descubrimiento de América, de Mateo Morrison. En la antología Habeas Corpus, del Colectivo de Escritores Dominicanos, con selección y publicación a cargo de Tomás Castro. Además, en la Antología de Poemas a las Madres, junto a otros 50 poetas dominicanos, cuya selección, prólogo y notas es de Mateo Morrison. En la antología de poemas dedicados a Juan Bosch, realizada para el Ministerio de Cultura por el escritor William Mejía.