Debemos
hacer un esfuerzo por pensar de manera profunda, pero creativa,
por qué se produjo y cuál es la significación histórico-política
de la Revolución de Abril de 1965, con la intención de que ello
sirva al presente y al futuro, es decir, un pasado que puede estar
en el hoy y el mañana de los que ahora y en el tiempo por venir
vivimos y viviremos en la sociedad dominicana.
Una Crisis Histórica
Una primera cuestión
que debemos esforzarnos y preocuparnos por despejar es el significado
de la crisis del régimen de Trujillo desde finales de la década
de los cincuenta. ¿Qué implicó el que la Tiranía de Trujillo
hiciera una crisis que llevó al ajusticiamiento de su cabeza política?
Probablemente hay,
entre otros, dos componentes a resaltar: la reactivación y emergencia de la oposición radical-democrática,
expresado esto en la organización clandestina 14 de Junio, por un
lado, y por el otro, el inicio de divisiones o fracturas del grupo
dominante o hegemónico, lo que se manifestó en las diferencias de
Trujillo con el Imperialismo Norteamericano y en el llamado complot
del 30 de Mayo que culminó con la muerte de la cabeza de la Tiranía
y que fue organizado por trujillistas disidentes con apoyo norteamericano.
¿Qué nos dice, en
primer lugar, esto como proceso?
Bueno, pues que
estaba en curso, paso a paso una crisis de hegemonía, es decir de
las capacidades de ascendencia del grupo dirigente sobre el conjunto
de la sociedad, incluyendo la habilidad de dar coherencia a la dominación
y opresión. Por otro lado,
la emergencia de una contra/hegemonía como componente de esa crisis,
lo que quiere decir que comenzaron a surgir factores intencionales
de desarticulación y debilitamiento de las capacidades de ascendencia,
control y opresión de las mayorías nacionales y populares.
Pongámosnos Claros Sobre Eso que
se Llama la Sociedad Civil
La contra hegemonía
es una respuesta desde unos lugares, espacios, territorios; es una
intención, unos proyectos, unas prácticas, unas acciones, unas mediaciones,
unas organizaciones, unos imaginarios (lo que la gente o agrupamientos
sociales cree que pasó, cree que pasa y cree que pasará) no desde
el Estado o el gobierno (la sociedad política) sino desde fuera
de ellos, alrededor de ellos, pero interactuando con ellos y ella.
Desde 1961, surgieron
sindicatos obreros, organizaciones campesinas, agrupamientos estudiantiles
y profesionales, clubes barriales, partidos e instituciones políticas,
organizaciones de mujeres, nuevas expresiones y formas religiosas
oficiales y no formales, en suma, intenciones, proyectos, prácticas,
acciones, mediaciones e imaginarios de las clases medias urbanas
y de las clases populares nacionales desde sus territorios, espacios
y luchas.
Eso fue posible
al sumarse la intención y la lucha con la crisis de hegemonía que
fue debilitando la sociedad política y fortaleciendo la emergencia
de la sociedad civil como lugar natural de la contra/hegemonía de
lo popular y nacional y de debilitamiento, por el conflicto, del
Estado, del gobierno, de la
política tradicional hegemónica en su conjunto.
Varios gobiernos
se sucedieron (Balaguer, Consejo de Estado, Bosch y los Triunviratos)
y cada gobierno significó un paso de debilitamiento de la dominación
y la hegemonía. Balaguer y el Consejo de Estado fueron continuidad
y conflicto y fractura crítica de burocracia trujillista y nueva
burguesía emergente; Bosch, populista que acentuó la crisis con
un intento de democratización limitada que afectaba la nueva burguesía
pro/norteamericana pretendiendo ciertas reformas desde arriba y
sin movilización social; los Triunviratos como muros de contención
de la emergencia de la sociedad civil, armas de una facción burguesa
contra otras y por lo tanto de profundización de la crisis de la
sociedad política.
Rodeados y en Crisis Adentro
La emergencia y
desarrollo de la sociedad civil, con predominio de lo popular, populista
y democrático-radical, con un desarrollo conflictivo, a veces precario
por la inexperiencia en el arte político de la contra hegemonía,
comenzó a trabar y dificultar la acción estatal, gubernamental de
la sociedad política en el sentido impositivo, autoritario, de la
clase burguesa y la burocracia heredera del trujillismo.
Los órganos de seguridad
o inteligencia fueron desmantelados parcialmente, reestructurados
precariamente bajo protectorado yanki, luego se fueron dividiendo
en compartimientos o grupos y terminaron neutralizándose entre ellos
(los ojos y oídos, con visión parcial o casi taponados). En el caso del ejército, una parte del cuerpo de oficiales
medios, apropiados de un saber sobre la política armada más adecuado
a una práctica populista y democrática, cuestionaron y reflexionaron
la práctica militar concebida como garante de la sociedad política
(Estado y gobierno) autoritaria, alejada de la vida social cotidiana
que alimenta la sociedad civil.
Sostenían una especie
de proyecto en ciernes de reforma político-militar donde se concebía
la corporación militar en un proceso de cierta ruptura con la separación
del cuerpo social y con funciones más civiles en relación al conjunto
del Estado, gobierno o sociedad política.
Una Causa de Fondo de la Revolución
de Abril
Mientras la sociedad
civil se desarrollaba y en su dinámica cercaba a un Estado o sociedad
política que no podía recomponerse, reestructurarse de manera democrática
con cierta permanencia, elementos estatales de esa misma sociedad
política se desplazaban para articular alianzas con elementos o
componentes de la sociedad civil, con mediaciones de la sociedad
civil o desde la sociedad civil.
Se perdía la hegemonía
desde el Estado cuando militares democratizadores abrían un canal
intraestatal a la contra/hegemonía, se ganaba contra hegemonía cuando
ésta establecía un canal de comunicación con elementos o factores
de desequilibrio de la contra hegemonía. La contra/hegemonía, es decir, la capacidad de ascendencia
de lo democrático y popular que es la sociedad civil, debilita la
sociedad política con su acción y la división de esta, y se fortalece
con su expansión alrededor del Estado y en el Estado con algunos
factores o componentes de su crisis (es decir del Estado) que se
incorporan a la dinámica que ella, como expresión clasista, de sujetos
y de nación, desarrolla a lo largo de ese período.
Si bien es cierto
que el proceso es complejo, y que, podría parecer que los grandes
sujetos de la Revolución de Abril son los militares constitucionalistas
y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ello no es tan simple
y sencillo, y podríamos decir que tampoco es cierto como afirmación
absoluta.
Emerge, se desarrolla
y expande la sociedad civil, surgen organizaciones políticas como
el PRD que se plantea reformar desde arriba, es decir, un grupo
ilustrado encabezado por un “jefe” que conduce a la democratización,
sea pactando con Balaguer en 1962 (ganar una elección no es gobernar
obedeciendo al pueblo) o con un golpe de Estado en abril de 1965.
En esa lógica los
militares constitucionalistas serán un componente para apoyar la
reforma política como resultado electoral conducido por un “jefe”
carismático (Bosch) o los ejecutores de un golpe para restaurar
un gobierno electoralmente escogido y derrocado.
Pero la dialéctica
sociopolítica y sociocultural es mucho más compleja, y por lo tanto
le complicó la realidad a los esquemas o proyectos de democratizar
y reformar desde arriba.
No es casual que
a pesar de que se produce el 24 de abril de 1965 primero como alzamiento
militar con apoyo civil, pero fundamentalmente como alzamiento militar,
entre el 25 y 26 de abril se produce una especie de crisis en la
expresión político-operativa de la contra/hegemonía, cuando el PRD
y una parte de las fuerzas militares alzadas no pueden empujar a
fondo el proceso insurreccional.
El PRD como partido
populista tradicional concebía la política como un ejercicio de
líderes carismáticos y Estado o gobierno (sociedad política) en
cierta medida, aunque tenía raíces en la sociedad civil y hacía
oposición a partir de componentes de la sociedad civil, la capacidad
de actuar en desenlaces estaba referida al referente del orden y
el control de la sociedad política en armonía con la hegemonía en
la sociedad civil.
En el caso de los
militares constitucionalistas estaba la doctrina y el saber convencional
militar, asociado al equilibrio interior de la política y la política
armada, sin que necesariamente otro saber y otra política armada
tuviera que contemplarse en el desenlace de confrontaciones.
¿Cuándo la Revolución
de Abril, avanza, se profundiza, se despliega? Lo hace cuando de una u otra manera, elementos, tanto de
la vieja sociedad política en crisis como de la sociedad civil emergente,
confluyen en puntos de acercamiento más asociados a lo democrático,
a lo civil, a lo no convencional, a la emergencia o eclosión de
fuerzas masivas donde convergen intenciones y espontaneidades, donde
lo armado se redistribuye y no se especializa y donde lo político
democrático se hace evidente y asumido por lo militar: el militar se reconoce como político y el político
civil se arma, se hace militar, un reencuentro total de la naturaleza
de los y las ciudadanos y ciudadanas.
No pretendemos
mitificar, sabemos limitaciones y limitantes. Pretendemos decir que cuando el poder, las capacidades de
hacer, decidir, controlar, planear, se produce en asociaciones y
articulaciones más horizontales (lo que no es perfección) se potencian
y activan los procesos, y ello permitió al 27 de abril de 1965 redesplegar
la revolución de abril y ello explica la intervención norteamericana
o yanki del 28 de abril de 1965.
Probablemente si
ese punto de encuentro de la crisis de hegemonía en sus componentes
más íntimos y sensibles (lo militar) y el despliegue de la contra
hegemonía y la estrategia insurreccional del Movimiento Catorce
de Junio (1J4) y otras fuerzas de izquierda se hubiera producido
más tempranamente el curso de la historia pudiera haber sido otro. Transformar el alzamiento militar en una insurrección masiva
desde la sociedad civil, donde lo militar alzado que escindió la
sociedad política y lo insurreccional civil desde la sociedad civil convergieran, podría
haber sido una expresión democratizadora radical para esa época,
y de hecho, como proceso comenzó aunque no culminó.
Ello no sucedió
así, pero es una lección y un referente. Fueron los comandos constitucionalistas, con militares, religiosos,
civiles, mujeres, haitianos, homosexuales, obreros, campesinos,
moradores/as de los barrios, jóvenes, los que dieron una dimensión
democrática y popular, un sostén de sociedad civil “constitucionalista”
con más poder que los órganos convencionales de la “constitucionalidad”
y que se abrió un cierto espacio a pesar de esquemas convencionales
de ciertos sectores de izquierda referidos a la conducción o dirección
política y a la estrategia armada en la diversidad.
Alguna
Experiencia
Los procesos son
complejos. Ellos abren caminos y esos caminos se recomponen
frecuentemente. Las relaciones
entre las sociedades política y civil son relaciones de conflicto
cuando la sociedad civil se articula mínimamente como territorio
de contra/hegemonía que a su vez debilita las hegemonías en las
transiciones políticas. Las transiciones no son lineales, tienen diversidades
de rutas, pero hay una cierta relación en la estrategia de fortalecer
la sociedad civil comprendida como espacio de intereses clasistas
y políticos no opresoras y la estrategia de desequilibrar y buscar
resquicios e intersecciones en la sociedad política, que es espacio
hegemónico-dominador que debe debilitarse.
Debemos construir
intenciones de intervención sociopolíticas concebidas como estrategias
de reactivación y expansión de la sociedad civil, vale decir, de
capacidades de ascendencia política y moral sobre conjuntos sociales
y a partir de intereses de mayorías populares, y colocar esa reactivación
y expansión en un punto de encuentro con el proceso político de
la cotidianidad dominicana.
Acercar una parte
de la sociedad política a los territorios, espacios e imaginarios
de la sociedad civil para preparar un “momento más horizontal” de articulación de todos y todas
las ciudadanos y ciudadanas en igualdad de ejercicios y de dotación
de medios de sobrevivencia y salvaguarda de ellos y ellas y de la
nación.
Periódico
“Caribe Soy”
, Marzo-Abril 1997
, págs.
4 y 5
, Santo Domingo