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PAUTAS SOCIALES QUE REGULAN EL AMOR Y SUS EXPRESIONES EN NUESTRA SOCIEDAD

Tahira Vargas

“El amor es  uno de los estados emocionales humanos más complejos e intensos. El saber antropológico sobre esta poderosa experiencia se encuentra en la infancia. La antropología necesita considerar tanto la realidad subjetiva de los estados románticos, manifiestos en el discurso y en el comportamiento, como la ambigua relación entre el amor personal y la obligación cultural”.(Barfield, 2000)

Estas afirmaciones que hace Barfield sobre el amor son el punto de partida de mi reflexión, la relación entre el amor como sentimiento y las pautas sociales y culturales que predominan en la sociedad dominicana. ¿Cómo se pauta el amor desde nuestra sociedad?

El  límite entre lo personal y lo social es difuso en el amor. Al analizar las significaciones y dimensiones asociadas al amor culturalmente encontraremos una serie de pautas que permean esta experiencia afectiva y la convierten en una práctica normada por la cultura social del grupo o sociedad de referencia.

¿Cuáles son las pautas presentes en nuestra cultura asociadas al amor?

En nuestra cultura social el amor está asociado a distintas dimensiones que se encuentran en el  ámbito de lo implícito, lo oculto, lo supuesto .Amar es una actividad  natural que  supone a su vez una serie de matices que aparentan ser “naturales” pero que están pautados por “el deber ser” y que entran en permanente tensión y represión  de su ejercicio convirtiendo el amor y la expresión afectiva en una dimensión pública-regulada y negando su posible contenido de intimidad-privacidad-libertad.

A continuación analizo algunos de estos matices de sanción social al amor:

1. Asociación Amor---Intercambio

Amar significa en nuestra cultura, dar-recibir. La oferta de “regalos” “favores” están asociados al afecto  e implican una permanente reciprocidad. La desigualdad en el intercambio es sancionada con los juicios de valor sobre las personas que no dan “como reciben”. Estas expresiones de intercambio-reciprocidad implican servicios, objetos, acciones y afectan las relaciones de padres-hijos, familiares y parejas.

2. Diferencias de género en el ejercicio del amor.

El amor en nuestra cultura no es neutral ni igualitario. El ejercicio y la práctica del amor están matizadas según el sexo. Las mujeres se “suponen” que son las principales agentes del ejercicio “amoroso” y se permite que las mujeres se expresen espontáneamente con besos, abrazos, caricias tanto entre ellas (madres, hermanas, amigas) como con el sexo opuesto. Sin embargo, los hombres están sometidos al control social y no “deben” expresar físicamente el amor con su propio sexo únicamente con el sexo opuesto. A pesar de los posibles afectos que existan entre padres-hijos, amigos, hermanos, estos “deben” controlar sus expresiones. A los hombres no se les tiene permitido “llorar” ni expresarse sentimentalmente. Solo esto esta “permitido” bajo la influencia de alcohol, en el que su uso le permite desinhibirse y mostrar sus expresiones de afecto hacia su propio sexo o “amargarse” por situaciones de desamor.

Así tenemos que sólo un tipo de acercamiento físico está permitido entre los hombres, los abrazos. Esta permisividad de las expresiones físicas de amor entre sexo tiene sus dualidades. Ya que el ejercicio sexual tiene un sentido inverso. Las mujeres “deben ser” poco activas sexualmente y el hombre tiene “permiso” para expresarse sexualmente. La relación entre amor-sexo tiene serias diferencias de género en nuestra sociedad, sólo existe para las mujeres no así para los hombres los cuales se supone que tienen “sexo” sin  amor y tienen permiso para iniciar sus actividades sexuales a edades tempranas.

Esta dualidad entre la expresión de amor y la actividad sexual marcada por las diferencias de género está vinculada a la cultura religiosa judeo-cristiana que reprime a la mujer sus posibilidades de expresión sexual y da permiso a los hombres de ello generando conflictos en las relaciones entre hombre-mujer en sus prácticas de amor y sexo.

3. Control social de las expresiones de afecto en el ámbito público.

A pesar de que nuestra sociedad “permite” y “pauta” el amor desde expresiones físicas con caricias, besos y abrazos, controla y sanciona las expresiones públicas de este afecto. Así tenemos que “besarse” públicamente no está permitido, así como acercamientos íntimos entre parejas tanto heterosexuales como homosexuales.

Los casos de sanción pública a parejas que se besan o están “demasiado cerca” en parques y lugares públicos son innumerables en nuestro país. Las parejas (heterosexuales y homosexuales) que han intentado besarse o mostrarse afecto en parques o espacios públicos han sido apresadas o sancionadas por efectivos policiales. La asunción de esta pauta cultural de control del afecto en el espacio público convierte a las parejas en no-parejas y caminan por las calles sin abrazarse ocultando sus vínculos afectivos.

Este control del afecto se muestra en la ausencia de espacios para las parejas que a su vez ha generado la presencia de espacios “ocultos” “clandestinos” “oscuros” para estas. Una de las posibles causas de la proliferación de los llamados “moteles” esté relacionada con este sistema de control social del afecto, así se convierten los moteles, los callejones, los cines y lugares oscuros en el único espacio para esta expresión.

4. Relación entre el amor --- posesión---celos.

Los celos son una de las expresiones supuestas del “amor” que se sustenta en normas sociales. Las reacciones de celos ante determinadas actitudes por la pareja así como sentimientos tienen que ver con la socialización y la cultura social. Podemos enumerar los motivos de celos entre parejas y encontramos que existe una clara diferencia de género entre ellos y por tanto son totalmente desiguales. Los motivos de celos en un hombre se suponen que no son los mismos en el caso de las mujeres. Los celos masculinos tienen un tejido social que los promueve  basándose en las diferencias de lo público y lo privado en ambos sexos.

La vinculación entre celos-masculinidad tiene mucho peso en los hombres y estos celos se convierten cotidianamente en los motivos para el ejercicio de la violencia de los hombres hacia las mujeres y a la vez su legitimación social.

5. Relación entre amor-violencia.

La violencia está justificada en nuestra conducta social con el amor y la pasión. Desde nuestras relaciones entre padres/madres-hijos(as) encontramos la presencia de los golpes, las pelas que están legitimadas socialmente. Estas manifestaciones de violencia se suponen forman parte del “amor” que sienten los padres por sus hijos e hijas y se “supone” que un buen padre o madre “debe dar sus pelas” a sus hijos e hijas. Esta asociación entre amor-violencia que está presente en nuestra cotidianidad se reproduce en la escuela, maestros—estudiantes y en las relaciones de parejas heterosexuales, hombre-mujer. La magnificación de esta violencia se expresa en que la principal causa de homicidios a mujeres son producidos por su “pareja” que “supuestamente” la ama.   

6. Negación y sanción social para las expresiones de afecto en las parejas homosexuales.

Si bien hay sanciones sociales y un sistema de control social para las expresiones publicas de afecto en las parejas heterosexuales este sistema de control social y sanciones es aún mas fuerte y mas represivo para las parejas homosexuales y lesbianas que se supone que “no deben” existir aunque la realidad demuestra lo contrario, en nuestra sociedad.

Nuestra cultura muestra sus más altas expresiones de conservadurismo en el abordaje de la homosexualidad y lesbianismo en todas sus dimensiones. La no-aceptación de la pareja homosexual y lesbiana es parte de una represión cultural que tiene sus matrices en la cultura judeo-cristiana que condena la práctica a pesar de tenerla en sus estructuras. Las parejas homosexuales y lesbianas se mantienen invisibles en la sociedad dominicana aunque tienen una breve brecha de permisividad en los sectores populares que ofrecen más apertura que los estratos medios a la práctica afectiva homosexual.

 

Estas dimensiones aquí descritas nos dejan interrogantes sobre el límite entre el amor, su significación romántica-personal y su legitimidad social. Nuestra realidad nos muestra que el amor no es sólo un sentimiento personal que “llega sin avisar y se va sin decirnos nada” (como dice la canción) sino que también está permeado, regulado, sancionado por normas y pautas culturales que lo controlan y mantienen este sentimiento en expresiones diferenciadas de género reduciéndolo a los ámbitos “ocultos” y a veces “invisible” de la vida cotidiana.

 

© Ediciones CIELONARANJA, septiembre 2008 ::: webmaster@cielonaranja.com