Ángela Peña: René
del Risco Bermúdez vivió intensamente para las letras
y la gran causa de la libertad.
Estuvo apenas treinta y cinco años en este mundo pero, en tan
breve tiempo, combatió con ardor y sin temores la tiranía
trujillista, luchó en la revolución constitucionalista
de abril de 1965, publicó narraciones, poesía, fundó
grupos literarios, compuso canciones, creó empresas, produjo
populares programas en la radio y la televisión y dejó
a su descendencia el legado de su sensibilidad humana y el regalo de
sus lauros pues su canto, sus cuentos, sus versos originales, superiores,
enriquecedores, hermosos, merecieron el reconocimiento general.
La tiranía lo persiguió con encono hasta lograr capturarlo
el veinte de enero de 1960. En la cárcel La 40 sufrió
la tortura de la silla eléctrica y su cuerpo quedó marcado
para siempre con las cicatrices de los azotes en la espalda y las oquedades
en las piernas por los cigarrillos que sus verdugos apagaban en su carne
tierna.
Tuvo un segundo nacimiento, al parecer de su madre, el catorce de julio
de 1960 cuando fue liberado de esa mazmorra. Pero la calle resultó
más peligrosa que la prisión por los esbirros y espías
que lo vigilaban y acosaban y fue preciso enviarlo a Puerto Rico el
once de octubre. El exilio no detuvo sus ímpetus patrióticos.
Junto a Antonio Zaglul, Miguel Feris Iglesias y otros combatientes contra
la dictadura continuó su campaña denunciando las atrocidades
del régimen hasta 1962 cuando retornó a la Patria para
seguir enfrentando desigualdades e injusticias sociales en el Movimiento
Catorce de Junio.
“Acusado por la misma pandilla de bandidos”
debió abandonar Macorís y radicarse en Santo Domingo.
René del Risco Bermúdez agotó con intensidad sus
escasos años en la tierra. Doña América, la progenitora
de frágil cuerpo y espíritu indomable, aliada del hijo
que apoyó sus ideales, dice que él vino a completar la
misión de su abuelo, el excelso poeta y apasionado nacionalista
Federico Bermúdez.
Cuando una llamada telefónica interrumpió
la existencia del incansable cantor de amores y pasiones, en diciembre
de 1972, recordó que en varias ocasiones él había
anunciado que dejaría de existir justo a esos años. “Nadie
muere a destiempo. René fue un predestinado. Venimos con los
días contados. Él vino a cumplir una misión: prestar
su concurso a la causa del pueblo, defender sus derechos. Desde muchacho
lo predijo: yo voy a morir a la misma edad de mi abuelo Federico”.
Las vidas de ambos guardan asombrosos paralelismos.
Doña América Bermúdez Escoto, maestra, historiadora,
escritora, furibunda antiimperialista y antibalaguerista, recuerda con
esplendidez todos los detalles de la vida de René, desde que
lo trajo al mundo en San Pedro el nueve de mayo de 1937. Su primera
escuela fue la de la señorita Rosa Elena Vilomar. En 1943 estuvo
entre los alumnos fundadores de la Anexa a La Normal y apenas en un
año fue promovido a quinto curso. Inició bachillerato
en la Normal Superior José Joaquín Pérez, “con
no poco trabajo de mi parte pues él y Agustín Perozo decían
que no iban a estudiar francés ni religión porque ni Barón
del Giudice ni Federico Nina (prestigiosos abogados macorisanos) sabían
francés, y vivían muy bien, y ellos no iban a ser curas”.
Amenazado con un “entonces vas a trabajar donde Simoncito Haché”,
presentó las asignaturas. Pasó entonces a la Universidad
de Santo Domingo a estudiar Derecho, interrumpido al tercer año
pues “se enroló en la política contra Trujillo”.
“Ya en La Normal había tenido problemas porque hablaba
bien de Fidel Castro. Cuando cayó preso, decía que era
el prisionero más distinguido de San Pedro de Macorís.
Se puso un traje que había estrenado el día de Pascuas,
lo fue a buscar el gobernador José Roca Castañer y de
la fortaleza a La 40 lo llevaron en el yip del comandante del Ejército,
esposado junto a Papilín, un seminarista de La Romana que desapareció”.
Doña América esperaba ese momento. “Cuando vino
con Danilo Aguiló a decirme que ya habían caído
Frixo Messina, Julio Escoto, Manolo Tavarez, les dije: pues prepárense,
que yo estoy preparada. El que no sabía nada era el papá,
yo no, yo fui su cómplice. Estuve un año sin salir para
oír los programas de Cuba y Venezuela y tenerlos a ellos al corriente
de todo”. El padre de René era Víctor René
del Risco Aponte.
“En los seis meses que estuvo preso, recé todos los salmos
de la Biblia. La gente se admiraba de mi seguridad cuando salí
a anunciar: ¡Ya se lo llevaron! Les decía que yo lo esperaba,
y si ya estaba hecho, sólo quedaba pedir a Dios que saliera bien.
Iba a verlo los domingos, a veces no les daba la gana de dejarme entrar.
Cuando lo soltaron le pedí: ¡No me digas lo que pasaste,
que busco uno de esos calieses y lo mato!”.
El Intelectual
René del Risco casó el ocho de enero de 1961 con Altagracia
Musa Grunning, que le acompañó al destierro, donde nació
su primogénita, Minerva. Luego tuvieron a René Miguel,
fallecido días después de su venida al mundo. En 1970
casó por segunda vez con Victoria Bobea Amor, madre de René
Ernesto.
Doña América comenta: “no es porque está
muerto, René tenía un alma blanca, se compadecía
del dolor de todo el mundo, no dañó a nadie. Se quitaba
las cosas de encima para ayudar al otro”. Considera que “era
bastante agraciado, color trigueño, claro, cabello negro, de
un perfil muy bonito y de una boca que llamaba la atención. A
pesar de que no era alto, era elegante”.
“Comenzó a escribir desde muy joven. Minerva, su hija,
conserva el original del que hubiera sido su primer libro, Nenúfares”,
cuenta. También actuaba en veladas infantiles y componía
canciones. Escribía en el semanario El Este, dirigido por Javier
Martínez, y sus poemas fueron leídos en Nueva York, en
el espacio La noche es joven. Organizó además, el programa
Atardecer, en HI1J, “que tenía como fondo el vals Candilejas”
y trabajó en HIN con el programa Montecarlo. Fue fundador y conductor
de Sábado de Ronda, en Radio Televisión Dominicana.
Trabajó en las publicitarias Bergés Peña y Young
and Rubicam y en septiembre de 1972 se unió a José Augusto
Tomen para fundar la publicitaria Retho. Previamente había laborado
en la secretaría de Agricultura y en la Ferretería Reid,
“pero lo dejó porque ¿tú te imaginas a René
vendiendo tornillos?”, se pregunta doña América.
“En la guerra de 1965 se metió en la zona constitucionalista,
en el departamento de Prensa del gobierno de Caamaño, con Miñín
Soto. Iba a verlo todas las semanas, como su cooperadora, para alentarlo.
Los reaccionarios de aquí lo mataron dos veces, en el asalto
al Palacio y en un bombardeo en la 30 de marzo. Me trasladé a
Santo Domingo con una vela y una caja de fósforos en la cartera,
pero eran mentiras”.
La vida literaria de René es del absoluto dominio de doña
América. Ese conocimiento no se limita a sus años juveniles.
Al concluir la contienda bélica, explica, fundó el grupo
El Puño, con Ramón Francisco, Miguel Alfonseca, Marcio
Veloz Maggiolo, los hermanos Echavarría... En 1966 le premiaron
el cuento La máscara, “porque entonces se dedicó
a la narrativa”. Otras obras de René son Ahora que vuelvo,
Tom, El viento frío, En el barrio no hay banderas, Del júbilo
a la sangre, El cumpleaños de Porfirio Chávez. En 1981
se publicó Cuentos y Poemas Completos, con prólogo de
Ramón Francisco. Del Risco participó en diferentes festivales
de la canción en los que sus composiciones alcanzaron primeros
lugares.
La noche del diecinueve de diciembre de 1972 “se encontraba con
un grupo de amigos en el restaurante El Dragón, que estaba en
los bajos de donde vivía Miñín Soto, recibió
una llamada y se levantó intempestivamente. En la denominada
Curvita de la Muerte, de la George Washington, chocó con un camión
cargado de habichuelas. Murió en el hospital Lithgow Ceara. El
doctor Castellanos me anunció: “bregamos hasta lo imposible
para salvarlo, pero llegó en estado agónico. Me tocó
consolar a Victoria, a René, el papá, pero fue un golpe
duro, inolvidable. Díos prepara a la gente: me dio poco cuerpo,
pero mucho espíritu. Al año y medio enterré a mi
esposo, víctima de un cáncer”.
“Creo en la reencarnación, pienso que él reencarnó
el espíritu de Federico Bermúdez. Parece que él
vino a terminar la obra de su abuelo”.
Periódico Hoy, 9 de marzo 2003