Pedro Caro: HAY UN ESTANCAMIENTO EN LA LITERATURA CRIOLLA

 


¿Tú crees que hay un estancamiento en la literatura dominicana, como afirman muchos?
Yo creo que realmente si hay un estancamiento, y ese estancamiento es producto de la realidad política.
Así como fue a partir de la muerte de Trujillo que comenzó a florecer ese movimiento literario que luchaba por desembarazar la literatura de las lacras del régimen del tirano; ese movimiento de la generación de escritores que a partir del año 60 comenzó a remover los falsos altares de la cultura trujillista, y así como también fue a propósito de la guerra de Abril, cuando ese movimiento realmente se enriqueció, nutriéndose de las mismas circunstancias políticas del momento, así mismo hoy al producirse la trabazón que significa el régimen actual, ese movimiento literario experimenta un momento de inercia, quizás debido a que en el momento la confrontación se opera fundamentalmente en el campo político.
Pero de todos modos, aun cuando no soy de los que creen que el escritor debe esperar la existencia de condiciones magnificas para hacer su trabajo, si creo en las influencias que la realidad política circundante pueda ejercer, sobre todo, en un movimiento literario como el dominicano, que todavía se halla en su fase primaria de desarrollo.
¿A qué circunstancias atribuyes tú la profusión en mayor cantidad de la poética que de la narrativa en nuestro país?
Para nosotros conocer a los escritores que nos precedieron el número más representativo lo hallamos en la poesía.
Y es que en el relato, en la novela aun cuando hubo quienes antes que nosotros, incursionaron con mayor o menor propiedad en ese campo, ahora es cuando nos vemos realmente enfrentados a la tarea de tener que hacer la narrativa dominicana.
¿Qué opinión te merece la protesta en la literatura?
Yo creo que la literatura, para nosotros, más que para nadie, los que vivimos en un mundo que necesita sea redimido es un instrumento de combate, un medio de lucha.
En un caso, puede ser crítica, en otro rescatar, y en otro podría ser protesta. Pero definitivamente no creo que debe enmarcarse en los límites de la protesta.
El asunto, en términos de literatura se plantea como en una batalla: no todo el mundo dispara desde el mismo ángulo, aun cuando sólo se dispara al enemigo.

Me parece que la crítica deberá venir después. Porque la verdad es que si todavía no estamos haciendo mucho, no hay mucho que criticar.

 

 

¿Qué escribes más ahora, poesía o narrativa?
En la actualidad yo estoy empeñado en escribir, nada menos; pero lo hago en serio, que conste.
Desecho, para ello, lo más o menos ingenioso; los trucos, esos juegos mentales que no son más que calistenia cerebral, en que muchos se confunden cuando quieren confundirnos.
Mi novela será mala, pero llena, con muchas caras, como la propia vida, pero, sobre todo, sincera, porque en ella no trato más que contar cosas sucedidas.
¿Y cuándo te ha tocado protestar, en qué genero te ha sido más fácil de la poética y la narrativa?
Hasta ahora lo he hecho en ambos géneros.
Ahora, críticas, creo que lo he logrado mejor en el relato, en el cuento.
¿Tú crees que exista la crítica en el país; por lo menos una crítica seria y fundamentada?
No. Para mí no existe. Pero debo decir que no creo que sea necesario, aunque si útil.
Me parece que la crítica deberá venir después. Porque la verdad es que si todavía no estamos haciendo mucho, no hay que criticar. Se correría el riesgo de colocar obras y autores en lugares en que mañana, con el propio desarrollo de nuestra literatura, no estarán.
Por eso creo que aún hay que esperar un poco; que a la par que escribimos, deben irse preparando los señores críticos de un poquito más tarde.
Ahora bien, la crítica, la poca crítica, eso que llamamos crítica actual, adolece de lo mismo adolecen los escritores: inmadurez, emotividad, insegura perspectiva, y flaco dominio de su trabajo.
No obstante, entre nuestros críticos actuales, como en nuestros escritores actuales, creo que hay gente con talento, y muy seria.
Unos serán nuestros escritores, los otros nuestros críticos.
¿Ha beneficiado en algo a tu literatura tu condición de publicista, o, acaso, te ha proporcionado algún beneficio tu oficio de escritor a la creación de campañas publicitarias?
Yo no me atrevería a decir si la literatura beneficia mi condición de publicista, o viceversa.
Pero de lo que estoy seguro es de una cosa: mi trabajo de publicista no le ha hecho ningún favor, sino que le ha restado muchas horas de dedicación al escritor.
Debo señalar que hago un esfuerzo, a veces inefectivo, para escapármele a las agitadas aguas del trabajo publicitario, y venirme a tierra a hacer literatura.
¿Cuál experiencia has sacado como compositor de letras de canciones populares?
Eso es algo, y lo digo por primera vez, que lo hago a pesar mío.
Tengo amigos músicos que me piden que les escriba letras; casi siempre le digo que no utilicen mi nombre, pero ellos se niegan.
Yo los complazco. Les escribo la letra y salen esas canciones que luego se dicen "letra de René del Risco".
Realmente la tarea no es ingrata, porque a mí me gusta probarme como escritor, a todos los niveles. No miro con desdén ningún medio que me permita expresarme como escritor. Me interesa y me gusta probarme en el sentido de si puedo llegar justamente a la gente, no importa escribiendo que. Así mismo me agrada cuando creo una campaña publicitaria como el "que-ri-qui-chi, queríquicha" de un jabón de lavar, que la gente repite, o el jingle de una margarina; Como cuando escribo una canción que la gente respalda en un festival, como cuando publico un cuento del que más tarde me habla el hombre que atiende una barra o un poema que se discute en un club cultural de la ciudad capital, o un soneto que alguien más tarde me refiere.
En fin que yo escritor me he impuesto una misión, llegar a la gente, porque creo que a la gente hay que decirle muchas cosas; cosas que quizás no se dicen ni en un jingle publicitario ni en una canción de festival, pero que se las dice por otro medio que a través de esos medios le pudo llegar, también le llegarán y yo escribo para esas gentes.
¿Volviendo sobre los primeros pasos de esta entrevista, cuál sería, a tu entender, la actitud que deben tomar los escritores para destruir con el estancamiento que existe en la literatura, según palabras tuyas?
El asunto es sencillo: más bien está en trabajar.
Por ejemplo, yo no soy de los que creen que literatura y política se excluyen, que hay gente que así piensa porque le conviene; pero hay el caso de muchos grupos culturales que se han manejado de esa manera, más bien como grupos políticos, y creo que eso ha hecho mucho daño.
Como se sabe, actualmente nuestras fuerzas políticas de avanzadas están atravesando por un doloroso proceso de enfrenamiento, de choque a veces sangriento, que no me cabe la menor duda que desembocaría en la definición de nuestro propio y auténtico frente de lucha.
Pero porque los grupos culturales, a los cuales me referí anteriormente, sean vistos como tales, atrapados en el fragor de ese proceso, padecerán también del reflujo que acontece en la esfera propiamente política.
Decía ahorita que no creía que literatura y política se negaban, pero los que hacemos literatura, aún que tenemos posiciones política definidas, no podemos permitir que nuestro trabajo se vea debilitado por las circunstancias que rodea nuestra política.
Nosotros no podemos perder de vista que el arma que hemos elegido es justamente la literatura, y que definitivamente el avance de las ideas en nuestro medio tiene un frente de lucha en los escritores.
De ahí que la solución del problema es trabajar, pero trabajar en serio, con sensatez, dejando a un lado el figureo literario que tanto daño nos ha hechos.
El asunto es, empleando una expresión más o menos común, sentarse a escribir. Que muchas cosas están sucediendo que deben ser narradas por nosotros. Está bien que por el momento en la República Dominicana muchas puertas están cerradas, pero a la luz de una vela también se escribe.

La literatura, para nosotros, más que para nadie, los que vivimos en un mundo que necesita sea redimido es un instrumento de combate, un medio de lucha.
El asunto, en términos de literatura se plantea como una batalla: no todo el mundo dispara desde el mismo ángulo, aún cuando sólo se dispara al enemigo.

¡AHORA! * No. 388 * 19 DE ABRIL 1971, pp. 60-61

©2012 Ediciones del Cielonaranja webmaster@cielonaranja.com