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SOBRE LA SOSTENIBILIDAD DE LA CIUDAD

Arq. Omar Rancier

Uno de los conceptos de moda en los últimos años en los ámbitos políticos y de planificación es el concepto de sostenibilidad.

Todo debe ser sostenible, pero sostenible, eso si, principalmente en términos económicos, pero de una economía que se circunscribe a delegar las competencias del Estado en el sector privado, y no exactamente en el sector privado simplemente, sino en el gran capital privado específicamente, reconociendo el mismo Estado no solo su propia incapacidad administrativa, sino su incapacidad de superarla en el futuro.

La responsabilidad del Estado de administrar la res publica y de protegerla evitando su malversación o enajenación por parte de grupos individuales, se ha querido modificar con el concepto de la necesidad de traspasar esa responsabilidad a manos de los empresarios , como exitosos emprendedores de negocios, sin embargo al concretarse esos traspasos de inmediato se pone en practica la formula de “socializar las perdidas y capitalizar las ganancias,” algo similar a lo que ha sucedido con la privatización del servicio de energía eléctrica.

Toda esta visión de un Estado que se debe entregar a la administración privada, se basa en la teoría del globalización y en la llamada economía del libre mercado, que viene a ser una especie de ley de selección natural económica , según sus propagadores.

Con respecto a la ciudad se ha venido vendiendo la idea de que la eficientización de los servicios urbanos debe comenzar por hacer sostenible los mismos a través de su entrega al sector privado, despojándose al municipio de sus prerrogativas y convirtiéndolo en un “socio” del sector privado.

Así mismo la visión de los megaproyectos sustentados en la inversion millonaria de específicos sectores del ámbito privado, acompañado con la visión de una “explotación” inmobiliaria que lo haga sustentable, viene desplazando la visión de una ciudad donde se reconozca el derecho, siempre cuestionado, de los sectores mas pobres de participar de sus bondades

El concepto de sostenibilidad urbana que se esta planteando en algunas acciones proyectadas contempla un peligroso proceso de perdida de competencias y de enajenación del espacio publico porque no se aborda de frente el principal proceso que debe iniciarse : el fortalecimiento institucional, acompañado de una desparasitación política, la construcción de un liderazgo municipal real y participativo y la consolidación de una voluntad política que responda a las expectativas y necesidades reales de los ciudadanos, de todos los ciudadanos no aquellos catalogados como exitosos en los negocios.

Para lograr esta meta es necesario contar con todos los actores urbanos, incluyendo tanto a los empresarios privados, como a las organizaciones comunitarias de base, e integrar un espacio donde se establezca una verdadera responsabilidad colectiva y una base de gestión participativa o co-gestión municipal.

Sin embargo esta co-gestión no significaría la perdida de competencias y la integridad del espacio de la ciudad, todo lo contrario se lograría un verdadero incremento en el valor agregado de los espacios ciudadanos.

Actualmente la debilidad institucional del Estado y de la municipalidad, manifestada en la carencia de los mas elementales sistemas de control social ha permitido que se abuse reiteradamente del espacio publico por parte de sectores de todos los niveles sociales, desde el vendedor callejero que se implanta con el argumento de ser un padre de familia en cualquier esquina, hasta el contratista que viola los linderos y las normas urbanas para hacer su proyecto “mas rentable”, pasando por las instituciones que se cercan y privatizan lo que algunos incumbentes consideran “su” espacio publico.

Ni la administración privada que suponga perdida de competencias municipales y enajenación territorial, ni la actitud de dejar hacer que se ha impuesto como norma y ha permitido que se comentan todos los desmanes posibles contar la integridad urbana, son las soluciones para lograr una ciudad sostenible.

Las competencias municipales deben ser innegociables y el compromiso para consolidar, proteger y mejorar tanto los espacios urbanos como los servicios a la ciudadanía deben ser el fuerte de la gestión municipal.

El hecho de que se considere la participación de los sectores privados para lograr una consolidación de la gestión no supone en ningún caso la pérdida o la delegación de las competencias.

Cuando la municipalidad y el Estado delega sus competencias y permite el uso indiscriminado y no consensuado de los espacios públicos está comprometiendo sus responsabilidades administrativa, lo que acarrea una pérdida real de las mismas , y está enajenando el bien común expresado en espacio público.

Esto significa que la participación del sector privado debe reconocer sobre todo las competencias y la autoridad del municipio y debe preservar características esenciales del dominio público como la libre accesibilidad a los espacios y el uso consensuado y compartido del mismo.

Ninguna modalidad administrativa y de co-gestión que no reconozca estas consideraciones debe ser implementada aún y cuando se levante como argumento el nuevo paradigma de la competitividad urbana y la sostenibilidad económica, pues no puede haber sostenibilidad que no sea capaz de ser democrática y de brindar equidad social, y sin equidad no hay mejoría de la calidad de vida, que finalmente es el principal objetivo de toda gestión municipal.

Una ciudad no es sostenible porque se haya incrementado parte de su capital económico a través de espacios públicos virtuales o porque se logre un paisaje urbano organizado , pero secuestrado de la comunidad, pues la ciudad no es simplemente un sitio para disfrutar de la estética purovisualista, sino un espacio para vivir y en la medida en que las administraciones municipales reasuman sus competencias municipales y logre los espacios de co-gestión participativa, se podrá lograr una ciudad competitiva y mejor.