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La arquitectura y la ciudad en la literatura

Omar Rancier

La arquitectura, como ciudad, edificio o espacio público, constituye el escenario de la vida, por lo que, lógicamente, esta condición se extiende a la obra literaria. Siempre pongo atención a la manera como los diferentes escritores inscriben, descubren y describen la arquitectura dentro de su obra y me vienen a la mente algunos fragmentos memorables de autores reconocidos, como la descripción de la casa donde Gregorio Samsa despierta convertido en un enorme insecto en "La metamorfosis", de Kafka.
La detallada descripción de esta casa me llevó en un momento a usarla como programa de uno de mis cursos de diseño, así los estudiantes diseñaron la casa de Gregorio Samsa descubriendo diferentes morfologías en la misma.
Lo mismo hice con la casa de la familia en la novela "Opiano Licario" de Lezama Lima. En esta saga de su incomparable obra "Paradiso" Lezama describe la casa típica de la pequeña burguesía cubana de principios del siglo XX, dejando al lector una sensación de conocer los espacios en donde transcurre parte de la trama y de nuevo mis estudiantes descubrieron nuevas relaciones posibles de esta casa lezamiana. Cubano también, Alejo Carpentier, hijo de arquitecto y el mismo estudiante de arquitectura por un tiempo, afortunadamente ganado por la literatura, utiliza, esta vez no sólo la arquitectura sino además a un arquitecto como personaje principal de su obra "La consagración de la primavera", en la cual usa como epígrafe inicial parte de la partitura de la pieza musical homónima de Igor Stravinski.
Carpentier, en esta novela, describe el proceso de aprendizaje a una sensibilidad moderna en su arquitecto, mezclado con la trama de luchas revolucionarias contra el machadato y contra la dictadura de Fulgencio Batista hasta el arribo de la revolución del 1959. En uno de los pasajes decididamente arquitectónicos, Carpentier describe el despacho del célebre arquitecto franco-suizo, uno de los precursores de la modernidad en arquitectura y decididamente su principal propagandista, Charles Edouard Jeannerette Perret, mejor conocido como Le Corbusier, en la calle de Sevres No. 5 en París, la única descripción literaria, se conoce más este despacho por planos y fotos, con la que me he encontrado.
Pero a Carpentier se le conoce mejor en el mundo de la arquitectura por su maravilloso opúsculo "La ciudad de las columnas" donde describe esa tipología habanera de las edificaciones con pórticos columnados al frente que confieren unidad y carácter a una de las ciudades más hermosas de las Américas. En este trabajo de nuevo recurre Carpentier a Le Corbusier cuando compara los duros brise-soleil corbusianos con los amables y coloridos medio punto cubanos, que, en vez de partir el sol, según Carpentier, le ponen espejuelos.
Otro conocido en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo es Italo Calvino, el escritor italiano nacido en La Habana, con su libro "Las ciudades invisibles" donde narra las descripciones que hace Marco Polo al Kublai Kan de las maravillosas ciudades que no se sabe si ha soñado o conocido durante su viaje a través del Imperio del Gran Kan, creando con sus espléndidas creaciones algunos paradigmas urbanos que han influenciado a más de un teórico de la ciudad contemporánea.
Dos textos cortos he disfrutado grandemente donde la arquitectura, como escalera o como casa, es la protagonista, me refiero a los cuentos de Julio Cortázar "Instrucciones para subir una escalera" y "La casa tomada". En "Instrucciones para subir una escalera" encontramos una de esas exégesis mágicas de cómo usar esa pieza, formada cuando el piso se pliega, que llamamos escalera y en "La casa tomada" Cortázar nos envuelve en la metáfora sobre como los medio de comunicación se han apoderado de la casa dejando fuera, virtualmente, a sus ocupantes.
Jorge Luis Borges es uno de los grandes escritores latinoamericanos, o europeo en el exilio, como él describe a los argentinos y a los latinoamericanos en general en sus "Diálogos" con Osvaldo Ferrari. Borges, como él mismo le reconoció a Cristina Grau en su libro "Borges y la arquitectura", es quizás uno de los autores que más conscientemente ha usado el recurso del espacio arquitectónico en sus relatos. Su cuento "La biblioteca de Babel" es uno de esos relatos borgianos en donde el espacio interior de la biblioteca (que es el mundo de Borges), detalladamente descrito, se dilata hasta el infinito en todas direcciones.
Esa misma biblioteca aparece reinterpretada en la primera novela del semiólogo italiano Umberto Eco, "El nombre de la rosa" donde un monje, el Hermano Jorge, por demás ciego y bibliotecario, como el mismo Borges, custodia hasta la muerte los libros prohibidos por su fanática interpretación religiosa en la parte de la biblioteca que llamaba "finis terra". Eco va más allá de describir la biblioteca sino que, además, la dibuja e incluye el dibujo en el texto de la novela como parte fundamental del relato.
Llegando al Santo Domingo contemporáneo, tenemos a dos plumas iconoclastas que nos traen en sus escritos nuestra ciudad y su arquitectura: Miguel de Mena y Pedro Peix.
Miguel de Mena en "Poética de Santo Domingo" nos regala su insomne peregrinar por las calles de una ciudad cielo naranja que, desde Berlín, se le hace cada vez más extraña cuando la visita y descubre que su Santo Domingo de barrios y ciudad amurallada, se pierde y pervive al mismo tiempo entre los pliegues de una memoria lúcida y un soñar que tropieza a cada paso con la represión política, social y económica que, cada vez más, socava el espacio público de la ciudad. Con Pedro Peix, contradictor de paradigmas como él mismo se define, nos encontramos en su panfleto sobre la Calle El Conde, con un deshacedor de mitos, un nihilista que desviste santos y situaciones sociales en el ámbito del espacio público más importante de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, rescatando su historia y su histeria.
Este grupo de autores, tomados, sino al azar, al menos desde una óptica de mi propia preferencia, entre muchos más, nos dan su visión particular de la arquitectura. Desde la casa tradicional, ya sea esta europea o cubana, como en Kafka y Lezama, hasta la ciudad de Santo Domingo y sus calles, como en Miguel de Mena y Pedro Peix, pasando por el universo mágico de Carpentier, Calvino, Borges y Eco. Conduciéndonos a través del mundo de la literatura hasta el mundo cotidiano y sobre todo, haciéndonos ver cosas que usualmente no vemos y sentir otras a las cuales los trajines de la supervivencia nos han hecho insensibles.