Miguel D. Mena: "Yo sé que los choferes la van a escuchar" (2002)

 

Juan Fco. Ordóñez, suculencias del jazz dominicano.

¿Jazz dominicano? Sí, sí. Algo existe, aunque se haga difícil buscar sus fronteras, advertir sus desbordamientos.

Más fácil sería localizar buzos en el Antártico que buenas producciones de jazz local.

Dentro de los tres decenios de modernidad que tenemos -los últimos del siglo XX-, lo que se entiende por "jazz" en el país dominicano anda natimuerto. Si en la política tenemos nuestros balagueres, en esta música encontrarás a los tejadas, los aquinos, los valenzuelas, y por qué no, los inevitables camilos.

Los discos que podemos poner a gusto en el aparato escasean más que la nieve en Azua. Los que tendrás a mano serán menos que los dedos del Manco de Lepanto. Ahí sentirás mucha onda brasileña, remedros del "Return for Ever" de Chic Corea, mezclas insensatas de Chet Baker y Chuck Mangione. Pero basta y basta. Dejemos la mala sangre para luego. Recordemos el flechazo de frase del compadre Hungría, no se sabe si robada a Bogaert después que le pidiera a Sam que siguiera tocando: "Hay muy poco tiempo para hablar de malas cosas".

Señores, ahí está Juan Fco. Ordóñez con "Radio Recuerdos", su última producción, ahora en disco compacto.

Quien ande sin pecados, que lance... no, no, que deje caer el disco en el aparato. Que se permita un momento de juicio, deje este artículo para luego, siga con los deportes -a ver si Pedro Martínez continúa en sus buenas-.

Si no lo tiene entonces podemos seguir.

Guitarrista de ciento y un grupo, solista más guillado que un guardaespalda siciliano, la música dominicana de los 80 y 90 difícilmente sea reconocible sin su presencia. El Ordóñez ha tocado de todo y con todos. Jazz, rock, bachata, merengue, new age, grunge, de todo ha pasado por sus cuerdas. En estudio y en vivo, Ordóñez es todo un éxito.

Sus oídos son acaparados los fines de semana por discos de vinil, eso en el caso de el Super nos siga convenciendo de que cojamos por el Cuarto Camino.

Puede ser tremendo viaje estar con Juan Fco., claro que en el caso de que no nos deje en el kilómetro nueve y nos sugiera tomar otro vehículo, porque tal vez el suyo se lo rayen en la próxima esquina.

Oídos, manos, guías, frenos, parabrisas mejorando la visión, las líneas se entrelazan. La complicidad es evidente. Todos han llegado a cierto paisaje utopizado. Los del trío Los Panchos se intercambian guitarras con Jimmy Hendrix, los Vegabajeños discuten la posibilidad de meterse en el submarino amarillo, alguien se pregunta si te recuerdas del percal, de si hay que seguir asustando a los caballos con el "qué va" de Javier Solís.

"Radio Recuerdos" es el viaje, el rodeo, la consagración de los sonidos que siempre estaban tan dispersos, lejanos, imposibles, austeros. Saltar de un tema a otro es estar invitando al bajista Héctor Santana, gladiador de viejos tiempos, o a cierto percusionista que ahora no preciso, o a Patricia Pereyra, en un onda entre adoradora de Shiva y prima de Nusrat Fateh Ali Khan. Está Guy Frómeta, haciendo maravillas con la arcilla, en una frescura de interpretación hacía tiempo no tan sentida por lo delicada.

La memoria se activa en cada tema. Es como si las células cerebrales se convirtiesen en un vibráfono. Los años suenan, retumban, nos asaltan. Se puede comenzar con una "Salve San Cristóbal" y después caer en algo que hace un rato era y ya no es, que es salvado por una vuelta al corazón hendido de 1965 y su sangre abrileña bien, pero bien roja, salpicándonos.

Viajes, sacudidas, todo está bamboleándose aquí. Se viaja, ciertamente, pero también se llega. Lo de Juan Fco. Ordóñez no es un middley o un aceitico para sumergirnos en el fresco baño de las esencias memoriales. Es un original constructo en el que se evoca la memoria del imaginario dominicano, que tiene en lo musical a uno de sus pilares. El viaje entonces ya no es viaje. Ahora nos damos cuenta de las dimensiones de esta propuesta estética: El Ordóñez se queda a medio camino entre el "que no te detengas, que vayas y que vengas". Su aporte es la capacidad de ensamblar y de dominar con sus notas propias sobre este ensamblaje.

Todo anda bolereado, bachateado, en una coloratura que no nos permite una residencia en estos conceptos más allá de lo prudente. "Radio Recuerdos" ya es de lo mejor del poquísimo jazz dominicano. Es una apuesta valiente, en un medio donde jazzear ha sido mera cuestión de músicos al fondo, de festivales que no han erupcionado la creatividad local, de una travesía por zonas que a pesar de su presencia nunca habían sido algo presente, real, táctil, vivo.

"Radio Recuerdos", fase superior de "Trilogía", uno de los viejos experimentos de fusión del Ordóñez, es encuentro de los espíritus de Charlie Christian y Wes Montgomery, en un feeling tropicalizado. Música cuasi impresionista, donde no hay fijación de una emoción, sino caída en una montaña rusa de imágenes y corazones saltando por doquier.

Con "Radio Recuerdos" Juan Fco. Ordóñez sitúa al jazz dominicano en sus mejores costas.

Sus alturas ya están aquí, en este oleaje que no cesa, en esta fiesta en la que el Ordóñez está haciendo de sus cuerdas la coordenada por las que sacar muchos corazones, infinidad de rojos corazones.

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