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Homero Pumarol
(Santo Domingo, 3 de enero 1971)

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Jack Veneno ha muerto
Pangolita
Poema
Ritual de despedida
Marina
Cuartel Babilonia
Ansiedad
Luis Wolina is back
Cada día
Duerme quien puede
Balcón
La República
Calle Toledo. Seven Eleven.
Composiciones

CUARTEL BABILONIA

JACK VENENO HA MUERTO

Esta mañana en el carro rojo de Deseo
dando vueltas al Parque Independencia
mientras intentaba enrolar un tabaco
en la portada del National Geographic
lo pude leer con estos ojos
JACK VENENO ha muerto.

Deseo inmediatamente rompió aguas,
así de feo, así de cero, así mismo,
sí, ese es su deseo,
y lloró y lloró y lloró
porque además no encontramos
una puta suficiente para los dos
y porque no hay nada que hacer sino llorar
y dar vueltas al Parque Independencia
que es el parque más feo de la bolita del mundo.

...y llorar y dar vueltas al parque Independencia y al tabaco
y terminar de enrolarlo a lágrima viva
del mismo lado de la calle El Conde,
entre los borrachos de a pie, los maniceros,
las barrigas verdes de polyester de los policías,
los carros públicos, las guaguas voladoras
y siete locos que iban corriendo, llorando, gritando
"degracimao, hijoetumalditamai, mamagüebo"
a un pintor que corría y lloraba y gritaba más rápido que ellos
y que les había robado todas las piedras
que ahora ellos no tenían y que ya nunca nadie podría tirar.

JACK VENENO ha muerto,
el campeón de la bolita del mundo,
el líder de la cuadra de los técnicos,
que luchó en mi sueño a trío con Blue Demon y El Santo
contra Frankenstein, El Hombre Lobo y La Mujer Maravilla;
JACK con Forty malt, un brazo de poder en cada cucharada,
con el salami especial de mallita,
con SangYang ahí van,
champú, rinse y acondicionador BPT,
con Avispa al pelo y piojo al suelo,
JACK saltando con la bota preparada
desde la tercera cuerda hasta el infinito;
el hijo de Doña Tatica,
el hombre de pelo en pecho,
que venció a Rick Flair con la polémica
por la faja mundial,
que acabó con El Vampiro Cao
y con La Gallina Relámpago Hernández.

Relámpago te jodieron,
Relámpago te agarraron comprando crack en Catanga,
Relámpago qué mierda es el congreso,
en mi inodoro ha crecido una mata gigante,
hay telarañas en los lavamanos,
tengo seis días sin luz,
la policía pone cada vez más cara la yerba,
mezclan la coca con azúcar de leche
y al final uno parece cada vez más una gallina
picoteando polvo en el vacío.
Relámpago vuelve a la cuadra de los rudos,
te lo piden los muchachos de La Victoria,
Relámpago vuelve por Deseo, por Vickiana, por Luis Días,
por Aramis Camilo y su organización secreta.

JACK VENENO HA MUERTO
Nietzsche lo sospechó desde un principio,
Deseo aún no para de llorar
y no hay una sola puta suficiente
en todo el Parque Independencia.

 

PANGOLITA

¨A mí me persigue
De noche y de día
Un carrito gris de la policía¨

Luis Días


Todos los días después de las tres de la mañana
Pasa por mi calle una patrulla de policía
-Volkswagen, "cepillo"-.
Un juguete rabioso y duradero
fabricado en algún horno de la Alemania
de la segunda guerra mundial.

Uno primero escucha el motor,
Parecería que tiene catarro.
Luego se ven las luces que giran
Mientras el carrito se desliza
Sobre el asfalto como una cucaracha.

Desde aquí se siente el olor
A óxido, humo y gasolina
Que queda en el aire.
El sudor de los policías
Huele a mentol y cerveza
Y sus uniformes y kepis de polyester
No huelen a nada.

Blanco y verde el juguete
Dobla la esquina y se pierde de vista.
El reflejo de las luces rojas y azules
Resbala en los muros un rato
Hasta que otra vez oscura la calle parece real
Y me mira como un niño debajo de una mesa.

 

 

POEMA


Veo grietas en las paredes,
Capas levantadas de pintura,
El color endurecido y roto,
Los bordes que se deshojan
Amontonando polvo amarillo en el suelo.

Veo las mismas grietas en las yemas de mis dedos,
En las plantas de mis pies, en mis zapatos,
En los muebles y en las sombras que me rodean,
En la luz de la lámpara, en la pantalla del televisor.

Un médico me ha dicho
¨¡Uhmm! ese hígado y esos pulmones…¨

Hay una salamandra apoyada del techo
Cerca de la bombilla eléctrica.
Hay una fina raya atravesando el cielo.

Esta noche cumplo 29 años.

 

 

RITUAL DE DESPEDIDA


Mi balcón enrejado,
Mi maldito balcón ciego
Acerca los oídos a sus propios bordes
Como una vieja detrás de una puerta
Y no escucha sino gatos y perros y carros ciudadanos
Que se alejan y acercan en soledad y sin diferencia
Y no escucha sino la caída de monedas
Que nadie jamás encontrará en el polvo,
Los gritos sordos, las sordas conversaciones,
Los sordos espasmos de empleados que se acuestan
Ortopédicamente entre las paredes,
Aquel que es maricón,
Este otro que es un borracho drogadicto hijo de la gran puta,
Allí la vieja reumática que cruza los pasillos
Y pide una taza de sal o de azúcar sin levantar la mirada,
El sucio rumor de los vecinos, las goteras,
La tos y el asma de los ladrillos,
La persistencia de los relojes,
Las sirenas, los raudos disparos.

Mi viejo balcón que no escucha
A la verdadera niña,
Ni al verdadero maricón,
Ni al verdadero drogadicto,
Ni al viento que revuelve el mar
Y las olas y los árboles
Cuando por ejemplo es domingo y se han ido todos
Y hay solo un viejo perro tirado en la acera durmiendo,
Soñando su sueño de animal urbano
Que es un carro fúnebre que se aleja por la calle.

Quién te sacó los ojos
qué estúpido niño querías proteger
si nunca tuviste manos,
si ahora solo eres un ojo muerto,
sin siquiera intuición.

Acaso no tienes memoria,
Acaso no recuerdas cuando no eras balcón,
Cuando tu pecho bramaba
Y se metía en la tormenta y en el sol,
En la mañana, en la tarde y en la noche,
Cuando llegabas al puerto y eras el mar
Jugando con ahogados, embarcaciones y largos regresos,
Acaso no sabes que te hicieron con las manos de la tierra,
Que todos tus sentidos vienen de la tierra
Como toda tu muerte, todo tu silencio y todo tu olvido.

He comprado botellas esta noche,
Afuera hay nubes,
Pronto toda la ciudad estará a oscuras.
No busques más miseria, bebamos.

 

 

MARINA


Veo por tu ojo de muerto que no estás cansado,
Veo por la luz de tu cadáver que aún no ha sido suficiente.
Eres tu propia música y tu propio silencio,
Tu principio y tu fin,
Tu propia mano acariciándote el rostro,
Secando el sudor de las estaciones,
Esparciendo olas sobre la espalda de la tarde.

Yo crecí en esta ciudad que te mira obscenamente y no te reconoce,
Yo crecí en esta ciudad que se ha quedado sola por darte la espalda,
Entre muros y árboles y rostros que parecen reales,
Que se han empeñado únicamente en parecer reales.

Sospecho en tu voz quebrada tu memoria infinita,
Sospecho que no te cansa demasiado estar solo,
Ser tu propia sombra, tu propia voz, tu propia memoria.

Eres un zapato siniestro,
Un viejo zapato que ha levantado la frente este domingo,
Iluminando estos muros, estas calles,
Estos rostros que parecen reales.

 

 

CUARTEL BABILONIA


En cada puerta hay un ojo
Cada pasillo es una conjetura
Una corriente obstinada
Como un pájaro que cae
Como un grito

Sobre cada cabeza
Se mece una gota
Como un péndulo afilado

La oscuridad se cuece
En las habitaciones
Trabajada por roncas mecedoras
Y cigarros veloces

En cada ventana
Se agota un rostro de cera
Sobre una vieja lata de alimento
Que atesora ceniza.

 

 

ANSIEDAD


Esperar con las venas electrizadas el silencio ideal,
El rostro abierto por la luz, la ventana inminente.

Esperar media hora más cada segundo,
Los precisos martillos alejándose
Como faroles observados.

Inevitable no excitarse,
Regatear los pasos, ver temblar las sombras.

Aguardar al fondo de la voz, el grito en ristre,
El filo de los ojos cortando las siluetas.

 

 

LUIS WOLINA IS BACK


Luis Wolina dejó temprano la oficina,
Dijo que no se sentía bien,
Se montó en su carro negro de abogado
-un Ford Falcon Futura del 68-
y tomó la autopista Duarte en dirección a Bonao,
donde recogería unos Hongos.

Toda la semana estuvo lloviendo,
Así que esta mañana Luis Wolina pensó
Que estaba harto de beber cerveza
Y que hoy prefería un té de hongos.

Una patada abre la puerta
Donde solo falta Luis Wolina,
Una muchacha grita y se aferra a una pared
Con los ojos muy abiertos
Y Luis Wolina pasa a su lado
Con oscuros pasos de abogado,
Con una funda de hongos en las manos
Gritando ¨nadie se mueva, esto es un atraco¨.

 

 

CADA DÍA


Cada día una cantidad de tabaco,
De alimento contratado,
Un hollín húmedo y un poco de salitre en cada vocal,
Y estos zapatos en los que he despertado
Los últimos tres días y que son dos hojas,
Estos zapatos que insisten en que llegue a tiempo
Y que no me dejarán tranquilo si no pregunto la hora,
Esta misma luz sin memoria que no calla
Y que estruja sus nudillos sobre la madera de mi rostro.

 

 

DUERME QUIEN PUEDE


Duerme quien puede,
Cada quien aferrado a su lugar
Como a su propio recuerdo.
Bajo una lámpara envejece
La fotografía de cuando fuimos a Madrid,
Apenas se reconoce la ciudad
Bajo las manchas de moho.

Una colilla terca le saca punta al ojo del reloj,
El polvo se cuela por la ventana
Y sale por debajo de la puerta,
Lenguas amarillas ocupan la pared
Y un mosquito cruza trompeteando
El toque de queda.

Afuera la calle no sale de su sueño,
Puesto como una verdad en la ventana.

Quién apagará la luz
Y me brindará oscuro café y cigarros
Para salir de entre tanto techo.

 

 

BALCÓN


Se mete por las uñas una noche
Puesta a secar en la baranda,
Una noche que no acaba de secar
Sobre los toldos y las rejas comidas por el óxido.

Se cuela por el ojo que descansa en el balcón
Un rosario de días. Quién andará allá afuera?
Qué hora es?

Bien anclados los huesos
Sobrevuelan lejanas azoteas
Y lo mismo regresan sofocados
Por el terreno que amasaron las huellas
Con anticipación y vértigo hasta quedar dormidos.

 

 

LA REPÚBLICA


En la plaza pública, el ministro de cultura
Reveló los nombres de los poetas escogidos
Para cantar los nuevos mitos de la ciudad moderna.

Rápidamente se levantaron estatuas en su honor
Y las mujeres lloraron extasiadas
Cuando el congreso para continuar la farsa
Los declaró malditos.

Quedaron así iniciadas las fiestas, los banquetes,
Las orgías y demás prebendas de la gloria.

Mientras me alejo a toda prisa
Por odiosas avenidas y túneles,
Con la cabeza descubierta, sin pelos ni laurel,
Pienso que si el año que viene no tengo mejor suerte,
Cuando otra vez regrese a la ciudad,
Será mejor que busque otro oficio.

 

 

CALLE TOLEDO. SEVEN ELEVEN.


I

Los dedos miran las altas botellas
Y el pedazo de pan se despereza
Como si fuese a levantar la voz.

La ceniza arde en los labios,
Una luz ciega cruza la calle
Al otro lado del grito
Y la pesadilla de hormigas.

Los dedos juegan con migajas
Entre las diminutas frentes,
La mano se hace con un bostezo
Y un puñado de frío.

II

El cuello hundido en los zapatos
En la última esquina de la tarde.
La noche se hace a tu espalda,
En la bruma de todos los espejos.
Una sombra,
Frágil embarcación para el camino,
Abre las puertas de las estaciones.

El cuello hundido en los zapatos
Al fondo del día,
El camino es más estrecho
Que tu propio recuerdo.

III

Porque no soy más que un recuerdo,
Un puñado de huesos envuelto en ceniza,
Un montón de paja que atraviesa la noche
Hasta reconocer su sitio,
Donde hay un buitre esperando,
Buscándome el rostro,
Alimentando mis ojos,
Donde entran y salen las hormigas
Y cada una me lleva a la claridad de la mañana,
Donde nadie me ha visto.

 

 

COMPOSICIONES

1

Primero coloca los zapatos
En la parte baja del armario,
Luego cuelga la chaqueta verde
En el perchero.

Por la blusa blanca de tirantes
Suben los lunares rebosando los hombros.
Tira de ella con los brazos cruzados,
Arriba y afuera.

La mano izquierda zafa
El broche del brassier,
La derecha se aferra a la cintura.

Entonces sale de la falda verde
Como un chorro de un vaso de cerveza.


2

El abanico es un panal de avispas.
El libro junto a la cama, una tumba.

Pero cuánto más profundo
No es ese silencio
Que la noche no encuentra
Cuando ella cierra los ojos.


3

La anciana negra que sale del ascensor
Entornando los ojos,
Sostenida por los brazos robustos
De la mulata robusta que podría ser su nieta,
Lleva el pie izquierdo colgando del tobillo
Lleno de polvo, costras y llagas
Como la cabeza de una gallina muerta.

Agotada por el tremendo esfuerzo
Cierra los ojos mientras alisa los bordes del vestido.

Le han traído una silla de ruedas,
Y ella se deja caer con una sonrisa
Estúpida y supersticiosa
Como un saco de maíz en una carretilla.


4

No había nada más al norte que tú.
Al fin te habías suspendido,
Firme sobre los tobillos.
Habías trepado como un gato
Desde las mismas raíces de la tierra,
Escogiendo las ramas más fuertes,
Evitando las secas,
buscando el lugar preciso,
El apropiado silencio.
Al fin estirabas el cuerpo…
Fue una verdadera lástima
Que de pronto el viento trajera esas nubes.


5

El muchacho obeso de rasgos asiáticos
Que vive arriba en el tercero
Lee una revista recostado de un carro
En el estacionamiento;
Solo lleva sandalias y pantalones cortos.
El sudor le corre por la barriga y la frente.

Cuando paso a su lado levanta los codos
Y se vuelve a saludar.
Tiene siempre el detalle de saludar
Aunque uno esté muy borracho,
Sobre todo cuando uno está muy borracho.

Y bajo todas las luces apagadas
De este barrio de mierda,
De esta ciudad de mierda,
A él le basta con los ojos
Y con la sonrisa que le parte la cara.


6

Como la cabeza achicharrada
Del fósforo entre las colillas,
Sobre la tibia ceniza del cenicero,
Con su débil torre de humo
Y su pequeño resplandor amarillo,
Hay un hombre sentado entre los árboles,
Sobre los arrecifes.


7

Cuando se precipita por las chimeneas
Dispuesto a llenar el cielo
De chorros amanerados,
El humo lechoso hace estirar el cuello
De toda la industria.

Los trazos pueden verse claramente
En el lomo desnudo del Ozama
Que embarrado de aceite como un mecánico
Tras escuchar la sirena de las seis en punto
Corre a todo dar a emborracharse.


8

El ojo histérico en el cuarto vacío,
Media hora en vigilia ha sido demasiado.
Las paredes, los rincones
Forrados por sombras,
Charcos en la memoria
De la pobre luz que grita,
Da un último salto
Sin siquiera romper los cristales
Y se ahoga.


9

El muchacho de Gazcue que camina borracho
Por la zona universitaria a las tres de la mañana
De pronto es asaltado por un par de policías
Por la sencilla razón de caminar borracho
Por la zona universitaria a las tres de la mañana.

El muchacho al que sólo le quitan
Cincuenta pesos de uno de los bolsillos,
Una cartera vacía, cigarros, unas llaves y un encendedor.

El muchacho que no encontró a nadie
Que lo llevara de vuelta a casa
Y que decidió regresar caminando
Aunque el trecho es largo y oscuro,
Porque a pesar de todo la ciudad
Por todos lados es larga y oscura
Y porque a pesar de todo le gusta
Tambalearse solo en la oscuridad
Donde no necesita cigarros, ni llaves,
Ni cincuenta pesos,
Ni cartera, ni sobriedad, ni documentos,
Ni nada más que las piernas que le mecen
Y que a pesar de todo ahora no siente,
Donde grita por encima del ojo roto
Y por encima de los cristales rotos en el ojo roto
Y por encima de las dos heridas en la cara y en la espalda rotas
INFELICES


10

un anciano, un perro y un bastón
vienen por la calzada del malecón
bajo los almendros de Guibia
como una mano de tres dedos.
Al fondo unos muchachos bajan
de las olas en tablas de colores.

Debajo del semáforo un policía
Trata de contener el tránsito
Girando desesperadamente sobre los talones
Como un muñequito en una caja de música,
Sudando como el diablo.

Es lunes o jueves o cualquier otra cosa,
La vaina es que nadie le dijo
Al hijo de la gran puta
Del chofer de la patana
Que se montara en la acera.


11

Ls mano deja en el cenicero
El dedo que saca de la boca,
Limpia las puntas del bigote
Con índice y pulgar,
Luego se recoge como un revólver
Y amenaza al espejo.
Y viendo que todo sigue en orden
La mano ahora es sólo una mano
Con un dedo rojo entre los dedos,
Un sexto dedo que traza
La quinta raya en la pared.


12

La noche envolvió al mar en silencio,
Como la neblina esta calle,
Tomando primero la esquina con cautela.


13

Esta voz es un lugar
Donde me quedo a escuchar
Cómo tropieza el viento
Con rincones, objetos y aristas,
Cerrando puertas y ventanas,
Abriendo pequeños remolinos;
Un lugar definitivamente en la noche,
Donde me muevo como una mecedora
Cuando en la casa no hay nadie.


15

La primer vez que leí The River-Merchant´s Wife
Creí que lo había escrito el propio Pound.
He´s sure a great deal of a poet, I thought.
Luego supe que era una traducción
bastante libre del poema de Li Po.

Hay en el libro un retrato en el que un borracho
Sostiene al poeta chino por los hombros.
Hay algo descompuesto en el rostro
Triste y alegre del poeta,
Oculto al fondo de los ojos
Como al fondo del vocablo Personae.


16

El éxodo ocurre en desorden,
A toda prisa
Y hacia cualquier otra noche.

Las grandes puertas de la ciudad,
Las pretensiosas fachadas de piedra
Que resistieron dictaduras e invasiones
Ha quedado atrás, reducidas a granos de maíz
O migajas de pan viejo.

Pronto solo se escuchará el aleteo de los pájaros.


17

Un viejo zapato en el borde
De un contenedor de basura
Debajo de un puente,
Donde hombres y perros y pájaros negros
Revuelven el hedor y las moscas
Hasta conseguir de una cabeza
Podrida de cerdo cada cual su tajada,
Es lo mismo que la teta de una puta
En la boca del congreso.