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LA CIUDAD, ESPACIO DE TODOS

Omar Rancier
• Arquitecto

 

"Pero la verdad es que las ciudades no se parecen a ningún fenómeno natural, porque son creaciones artificiales, aunque de un género curioso, integradas por elementos debidos tanto a la voluntad consciente como al azar y controlados imperfectamente. Si hemos de referirnos a la fisiología, a lo que más se parecerá una ciudad será a un sueño".

Joseph Rykwert, La idea de la ciudad.

Normalmente, se habla de la ciudad como una cosa externa, campo de acción de ingenieros expertos y casi siempre se menciona la ciudad para hablar de tránsito y transporte y de recogida de basura. Pero la realidad es que cada mañana cuando salimos a la calle nos adentramos en la ciudad sin mediación de ningún experto y sólo con nuestros propios recursos y los recursos de la propia ciudad.

La ciudad es ese espacio que utilizamos diariamente para realizar nuestras actividades de trabajo o de diversión, es ese sitio que conforman los hombres y las mujeres que habitan las calles, las plazas y parques, los edificios públicos y las casas.

La ciudad es un espacio social que construimos nosotros, es algo así como nuestra casa grande. Cada uno de nosotros vive en una casa; pequeña o grande, donde tenemos nuestros espacio para recibir, para comer, para cocinar, para dormir y para asearnos

La ciudad también tiene esos espacios: las plazas y parques son las salas de la ciudad, las calles, sus pasillos, los edificios y casas las habitaciones; así vemos que existe una correspondencia entre nuestras casas y la ciudad.

El arquitecto norteamericano Louis Kahn decía que la calle es una habitación cuyo techo es el cielo. Sin embargo, no soy de los que pueda ver la ciudad simplemente como espacio social y cultural sin un sentido crítico; creo que la ciudad es el escenario natural de todas las contradicciones interclasistas e interpersonales que se dan en una sociedad. Creo que el espacio urbano es un producto, muchos lo entienden como un producto económico, que es consumido por los actores sociales. Esto podría entenderse como que quienes poseen más recursos consumen mejores espacios, y en cierta medida es así, pero resulta que el espacio urbano es público y como tal es de todos los ciudadanos y es además el recurso más democrático con el que cuenta la ciudad. Esta tendencia que propicia la "propiedad" de los mejores espacios públicos para los sectores más ricos, se apoya en el concepto de una privatización globalizadora y enajenadora del espacio publico.

Esta tendencia a desplazar el espacio urbano hacia cierto sectores sociales, privatizándolo, tiene su mejor expresión en el Centro Comercial Cerrado, muy propio del "American Way of Life", que trata de replicar el espacio publico sin los inconvenientes sociales del espacio real, o sea a través de un espacio controlado donde no tienen cabida los marginales y donde no se encontrará nunca un mendigo o en las llamadas Common Interest Communities o Gated Communities, que plantean la comunidad cerrada libre de visitantes extraños y totalmente controladas y asépticas, donde se sacrifica la el libre tránsito por la seguridad.

Pero las replicas siempre tienen limitaciones y la calidad humana de la ciudad real no puede copiarse en las ciudades privadas y sus espacios epígonos. Por eso, también creo en la ciudad real que cultiva la calidad de la vida, en la ciudad que ofrece a sus ciudadanos un espacio sano y sobre todo un espacio real.

Y Santo Domingo de alguna manera hace esa oferta, pero es una oferta que muchas veces se consume como un producto efímero. En esa sentido en la actualidad Santo Domingo esta siendo consumida por uno de los grupos sociales más voraces e insaciables que jamás han dirigido la cosa pública. Un grupo que desprecia profundamente la ciudad como escenario para la vida y solamente la entiende como campo de batalla económica y social, resoluble en términos viales.
Me permito de nuevo citar a Joseph Rykwert cuando escribe: "El automóvil no es la ciudad. La ciudad es algo más que eso. Es sólo que el dominio del hombre sobre la ciudad y sobre su territorio regional, requiere de esas máquinas. El correcto equilibrio entre la realidad necesaria y la realidad social y económica hipertrofiada, constituyen la meta del planeamiento urbano contemporáneo. La ausencia de planificación impulsa el caos. La ciudad se deshumaniza cuando el diseño urbano se orienta al tránsito vehicular." Nuestras ciudades se han estado desconstruyendo para el automóvil y para beneficio de algunos promotores cuya limitada visión no les permite ver mas allá de las ganancias inmediatas, estos últimos son los depredadores urbanos que practican la urbanofagia como método para enriquecerse por encima de los conceptos de calidad de vida y de los intereses de los habitantes de la ciudad.

La ciudad contemporánea va perdiendo su cohesión en un fenómeno de dispersión continua y desarrollismo descontrolado, evidenciado en lo que en los países desarrollados se ha dado por llamar terrain vague y que en estos lares conocemos como periferia degradada y en una densificación especulativa y en unos usos incompatibles que es lo que ha pasado con llamado Polígono Central, que es la zona comprendida entre la avenida J.F. Kennedy al norte, la 27 de Febrero al sur, la Ortega y Gasset al este y la Winston Churchill al oeste, y sobre todo en Gazcue, a pesar que las dos zonas tienen sus normativas – la de Gazcue provisional – donde los promotores han ignorado las normas y han continuado con unas intervenciones incontroladas, muchas veces con la complicidad, por comisión u omisión, de las autoridades municipales.

Si lo que se parece más a una ciudad es un sueño, según Rykwert, en nuestras ciudades, especialmente en Santo Domingo, estamos viviendo una pesadilla, donde los ciudadanos se hallan indefensos y no pueden, o no saben, reclamar sus derechos y donde la concertación es sólo favorable a los inversionistas y promotores.

Es necesario iniciar una campaña de concienciación a los ciudadanos que explique cuáles son sus derechos y cuáles sus deberes; que indique cuáles son las autoridades responsables de administrar la ciudad y de defender el espacio publico; que condene la actitud irresponsable de muchos funcionarios de usar como argumento que frente al hecho consumado no se puede hacer nada – cosa muy común en las autoridades responsables de la zona de Gazcue – y que deje bien claro, ante las autoridades, tanto las centrales como las municipales y ante todos los ciudadanos, que la ciudad es de todos.

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