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EL EDIFICIO COPELLO

Omar Rancier
• Arquitecto

El 3 de noviembre de 1900, nació en Santo Domingo Guillermo González Sánchez, reconocido como el Padre de la Arquitectura Moderna Dominicana, en 1985 el Poder Ejecutivo, a solicitud del Grupo Nueva Arquitectura, declaró el 3 de noviembre como Día de la Arquitectura Dominicana.

Este trabajo es un homenaje a Guillermo González y a todos los hombres y mujeres que trabajan la arquitectura en la República Dominicana.

El Edificio Copello ubicado en la calle El Conde esquina Sánchez, fue diseñado por don Guillermo González Sánchez, Padre de la Arquitectura Moderna Dominicana, y fue inaugurado el 16 de agosto en el año 1939.

En los años 20, Le Corbusier, el reconocido arquitecto franco-suizo, definía la arquitectura moderna a partir de cinco puntos fundamentales: Planta libre, fachada libre, estructura sobre pilotis, ventanas alargadas y techo jardín. González utiliza cuatro de los cinco puntos de Le Corbusier en el Edificio Copello. Sólo le faltó utilizar el techo jardín, elemento que utilizaría posteriormente en su obra maestra, el Hotel Jaragua, aquel que fuera demolido sin necesidad simplemente para saciar algunos intereses espurios durante el gobierno del doctor Salvador Jorge Blanco.

En 1939 el Edificio Copello constituía la más avanzada muestra de arquitectura en el país. Con el tiempo, la expresión vanguardista del Copello se fue perdiendo entre las nuevas construcciones modernas que fueron llenando la calle El Conde. En 1965, el gobierno constitucionalista del Coronel de Abril, Francisco Alberto Caamaño Deñó, que enfrentara dignamente la segunda invasión norteamericana del siglo XX, tuvo su sede en este elegante edificio, que aún muestra los impactos de las balas en sus paredes.

En 2003, el edificio de González, luce abandonado, casi en ruinas, con algunas tiendas en el primer piso y defenestrado. La política de protección de edificaciones con cualidades históricas se ha limitado en el país a tratar de rescatar la arquitectura colonial, un rescate en ocasiones tan ortodoxo que se ha negado el valor a todo lo que no fuese del siglo XVI o no fuese lo suficientemente claro en cuanto a una arquitectura “colonial” o “victoriano”. Esa negación, obviamente, alcanzó a todo lo que no fuese “colonial”, incluyendo la arquitectura moderna y contemporánea, que ha sido sistemáticamente infravalorada y excluida de nuestro Centro Histórico y fuera de él (pienso en el demolido Jaragua o en la arrabalización oficial del Centro de los Héroes).

En la actualidad, según me informaron, el Edificio Copello ha sido adquirido por los dueños de una gran tienda por departamentos y, parece ser, por la defenestración y la desocupación de la edificación, que va a ser intervenido, lo que luce muy sensato, nuestro temor es que dicha intervención – de la cual, si es cierta la información que he recibido, no conozco nada – pueda ocasionar una pérdida de las propuestas que abordara Guillermo González en su momento para diseñar el más moderno de los edificios de la ciudad a finales de la década de los 30 (como nota curiosa, el arquitecto dejó su nombre grabado en una pequeña inscripción que aparece del lado de la calle Sánchez).

En tal sentido, quisiera llamar la atención a las autoridades de Patrimonio Monumental, a que traten de monitorear lo que se vaya a hacer con el Copello, pues aunque no es un edificio colonial, este edificio tiene suficiente valor para ser rescatado preservando su limpieza moderna. Nuestra memoria colectiva no se detiene en la colonia, ni en la época victoriana, que han sido las etapas que tradicionalmente se ha protegido de manera oficial, sino que esa memoria se desliza hasta nuestros días, incluyendo la época de la modernización, que en nuestro país coincide con la sangrienta dictadura de Trujillo.

En la calle El Conde existen varias edificaciones importantes, parte de nuestra memoria urbana, que, siendo edificaciones del siglo XX, presentan un estado de abandono preocupante y, si se quiere, sintomático de la peculiar visión que se tiene en cuanto a la protección de nuestro patrimonio edificado y de la propia crisis generalizada que padecemos como sociedad. El Edifico Baquero y el Edificio Diez, neoclásicos; la Casa Plavime y el Edificio Saviñón, conocido como R. Esteva, ambos excelentes muestras del Art Deco; el Edificio Copello y el Lope de Haro, muestras de la primera modernidad dominicana.

Este grupo de edificios representa cuatro décadas de la historia de la arquitectura dominicana del siglo XX: todos fueron construidos entre las décadas de 1920 y 1950 y todos debieran estar protegidos por Patrimonio Monumental y el Ayuntamiento del Distrito Nacional. Sin embargo, parecería como si ese legado arquitectónico, que dio a nuestra ciudad, especialmente a la calle El Conde, un aire cosmopolita y de una modernidad que no se ha logrado a otros niveles aún, no interesa a las instituciones que administran la Ciudad Colonial.

El Copello, como las otras edificaciones, es una muestra de la creatividad de nuestros primeros arquitectos, ese grupo que se ha llamado precursores y maestros de la arquitectura moderna dominicana y, como tal, merece una mejor suerte.
Inclusive, es muy preocupante el desconocimiento de la importancia de los aportes de esos precursores y maestros, y el desconocimiento de edificios como el Copello por parte de los estudiantes de arquitectura y los propios arquitectos, quienes se preocupan de conocer las últimas producciones de los arquitectos internacionales más no se esfuerzan en conocer los aportes de los nuestros.

Para valorar el Copello en su justa dimensión moderna y arquitectónica hay que sentir su implantación en esa esquina de El Conde, observar sus proporciones, disfrutar de sus ventanas alargadas que se curvan con todo el cuerpo superior en la esquina, admirar la articulación de la escalera en la solución de fachada y disfrutar de su magnífico desarrollo interior, y comprender qué significó la solución de planta y fachada libre en ese año de 1939, cuando se consolidaba la terrible dictadura, que gobernara el país hasta 1961.

La suerte de las edificaciones diseñadas por Guillermo González ha sido terrible.
Le han demolido su obra maestra, el Hotel Jaragua de 1942, las edificaciones del Centro de los Héroes, incluyendo su otra obra maestra, el Palacio del Ayuntamiento y el edificio del Congreso Nacional. Estos han sido intervenidos de muy mala manera, cercados y sus plazas convertidas en estacionamientos. Algunas de las casas que diseñara han desaparecido bajo la égida de la llamada “modernización”, esa compañera de la globalización que coloca las ganancias económicas sobre cualquier otra categoría de cultura y bienestar social.

Y ahora, le podría llegar la hora al Edificio Copello, que a su valor arquitectónico se le suma su valor de sitio histórico, al haber sido sede del gobierno constitucionalista durante la guerra de abril de 1965.

¡Ojalá no sea tarde para rescatar este edificio, parte de nuestra memoria urbana!

El Caribe, 1 de noviembre 2003.

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