Soledad Álvarez:

LA POESÍA NOSTÁLGICA DE NORBERTO JAMES

La producción poética de Norberto James es, quizás, más autobiográfica dentro de la llamada "joven poesía dominicana” por la entrega que hace el autor de sus estados de ánimos, de su experiencia vital. Ya en Sobre la marcha (1968) y La provincia sublevada (1972) el yo del poeta sé reafirma en el discurso, aunque todavía tímidamente en relación o su último libro: Vivir (1981), en el cual lo íntimo aparece recreado a partir de recursos que potencian el sentimiento nostálgico. Incluso cuando el material poético proviene directamente de la realidad exterior, advertimos que los fragmentos seleccionados han sido los más propicios a ese sentimiento: la ciudad, por ejemplo.
La nostalgia atraviesa toda la obra poética de Norberto James: por la infancia perdida, por la familia, por una época que el poeta conjura por medio de las palabras. Buenos ejemplos son los poemas de su último libro ‘‘Lo recuperable del pasado”, “La casa”, “A orillas del Sena” y “Noviembre”, emparentados en la desvalidez y la tristeza con el de La provincia sublevada: “Yo no tuve libros/ ni bicicletas./ Toda la poesía de los días/ logré captarla/ en difusos colores/ de lápices ajenos./ Sólo fue mía la temprana edad de lo triste.” No vayamos más lejos. En Vivir, el mismo James declara que sus nostalgias persisten, sólo “han cambiado de lugar”.
La vieja contradicción entre el Yo y el nosotros, entre lo personal y lo colectivo, cobró una mayor fuerza en nuestros poetas a partir dé la década del sesenta por la magnitud de los acontecimientos político-sociales que se sucedieron en esos años: la muerte de Rafael Trujillo, la intervención militar norteamericana de 1965, las grandes movilizaciones populares. Cada poeta ha asumido esa especie de “reto” de acuerdo a su particular visión del mundo y de la literatura. A mi entender, la poesía de Norberto —como la de otros integrantes de su generación— gira alrededor de esa contradicción. En su caso, provoca angustia, desgarramiento.
La continuidad entre este último poemario y sus anteriores no sólo dada en lo temático sino también en algunos de los más sobresalientes procedimientos técnicos formales. Por ejemplo, las interrogaciones y el uso de la imagen que resulta llamativo sobre todo cuando recrea la ciudad. A veces todo el poema es una sola imagen, como en “Vedado”:    “Calles/ escalonadas cifras/ como golpeándose/ Calles/ como inmensas cintas de agua./ Luz desparramándose sobre las casas./ Andamios que se levantan/ contra el cielo.”
La sencillez expresiva es uno de los atributos de esta poesía. Quizás tenga que ver con el ánimo confesional, con la necesidad de comunicación del poeta. Sin embargo, en Vivir, más que en los libros anteriores, algunos versos muy conceptuales oscurecen el significado.
Los poemas breves siguen siendo utilizados. Algunos con una carga abstracta, otros con cierta disposición al purismo: “Cualquiera diría/ que las aves/ tienen deseos/ de transparencia/ y que por eso/ vuelan confía el sol."
En James la conciencia política, la orientación social han aparecido siempre fusionadas con un fuerte lirismo.
No sería arriesgado afirmar que la influencia de la poesía conversacional ha contribuido a acrecentar esta fusión.
Terminada la lectura de Vivir una tiene la impresión de que el poeta ha agotado la nostalgia, que ha juntado “madurez y coraje” —como dice en la página final del libro— para olvidar esa imagen “lejana y sola". Con ello le abre nuevos caminos a su poesía. Queda, prometedora, la calidez de un quehacer poético regido antes que nada, por la entrega sin subterfugios de las verdades íntimas del poeta.

Isla Abierta, 29 agosto 1981
 

Rústica, 5.5 x 8.5 242 páginas..

ISBN-10: 9945005588
ISBN-13: 978-9945005585