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Abelardo Vicioso

LA LUNA O LOS RITOS DEL AMOR

   

   Aquel amante, Guacaniona, de las noches negras
el que de goce te dejaba exhausta
aquel amante mordisqueador de pezones
labios ventosa y lengua de lagarto
Ese amante te sembró en la tierra
Te laboreó las entrañas y te cubrió de semen
Aquel amante de las noches negras
te hizo comer polvo, gritar como loba
Sacudió tu cuerpo temblor de la tierra

Todo está oscuro y en las grutas, duermen
Y tu cuerpo en arco recibe el misterio
Ese amante aúlla, grita, come, llora
y en las noches negras el sereno moja
Embiste tus ancas embica tu sexo
te arroja con ansias en la calichera
Tu aprietas su verga, lo muerdes de adentro
su trasero pellizcas con uñas de bestia
El amante y tú en las noches negras

Con el sol salen de las grutas todos
Tu piel es de arcilla tus ojos de lago
El deseo de ingles es tamborín de sueños
catauro de besos y arrebatos locos
Quien será el amante con manos de fuego
que me cubre mil veces de tierra mojada
El que me muerde con tanta premura
como si mañana no fuera otro día
Quien será el amante de las noches negras

 

Y en la tarde, todos regresan, repletos con fardos
Tu recoges pencas, conjuras, incendias, corres, 
gritas, te lavas el sexo, humedeces tu cuerpo con
el mar caliente, mientras a lo lejos el sol ya declina
Ennegreces tus manos con carbón de mato
Llamas  al  amante   Quien  será  el  amante...
A las grutas, todos  regresan  pendientes
Guacaniona se ha ido gritando, gritando mi cuerpo
en la noche su cuerpo, mi cuerpo y la dulce navaja

 

La tarde ya muere, del horizonte Guacatey retorna
Sobre su cabeza, unas plumas verdes, un penacho
inmenso y entre las manos,  un mechón moreno
Es hijo de reyes, príncipe, cacique, es hombre con
ansias de beber tus fuentes, de frotar sus carnes con
tu cuerpo regio, de cantar canciones llamando tu nombre
Pero no lo puede, pero no lo puede, no sabe quien eres
reina de la noche, amante de noche, de las noches negras
Por la riba corre, cubierto de algas, comienza la noche

Los cocuyos brillan en la noche oscura, su silueta es
noche, su silueta es negra, su silueta es madera matorral
o peñas. Un olor de algas, un olor de musgo, Guacatey que
pasa sudado y cabrío, buscando a la hembra campo labradío 
Donde está mi amante, esa mujer río, esa isla de carnes
este canto es mío. Grito mi mujer, pienso en los tambores
mis manos, las pencas, la piedras mugrientes, laten en mi cuerpo
sediento del tuyo, corres en la noche, oyes el sonido, el
BUM BUM de amores, de magia, de bienes, en la noche negra

 

Tus miembros son ramas bailando en el viento,  los míos
hacen música de trance con  brío, me levanto y te procuro
Silbas, cantas, el cielo negro enterneces, despertando las estrellas
Tu silueta es roca móvil, se agitan los moruros, hacen ruidos
melodiosos y yo enloquecido espero, guataqueo y guataqueo
Hago un lecho con las palmas, lanzo mi penacho lejos
El olor de tus cabellos, guayaba verde majada, me entorpece
de deseos  Aquí estás mi reina amada, mi corazón, mi mareo
mi exaltación, mi alboroto, mi algarabía y ronroneo 

Este BUM BUM de tambores que revienta en mis entrañas
es una explosión de ansias, un llamado a mi albedrío
Es cición inextinguible, es calentura y tormento, dulce tormenta
en mi piel, en otra lengua arrepío. Este olor que a mi me llega
este mar de tus verijas, marejada que me abruma, es convite
enredadera, es un cantar de tu piel, es todos los deseos míos
Dulce amante de las noches, guataquea y guataquea, hazme un
lecho de majagua que ya mi cuerpo no puede con sus tambores
de río, ya no puede, ya no puede, con sus tambores de río

Aquí desnuda me encuentro, sin verecundia y con suerte
tras haber vadeado ríos, atravesado forestas, te he llamado
con mil nombres, te he buscado por doquier y las ganas que
yo tengo, de sucumbir en tus brazos, es presagio de otras luchas
de comuniones de cuerpo, hombre fiero de la noche amante de
las noches negras, regálame de una vez, esos humores calientes
desespero de tenerte entre mis muslos ardientes   Muérdeme
con premura, lámeme con ardor, soy yo la tierra que tiembla
toma mi cuerpo encendido, amante de las noches negras

 

Estas hojas y estas flores hacen lecho de majagua, para mí lecho
mocero, lugar donde challaremos esta tierra marinera, este lecho es nuestro nido, nuestra yuntería de amores, de lascivia es nuestro
lecho, nuestra escorrentía de humores, este lecho será el mar de  nuestros cuerpos chamanes, será las olas bravías, será la cueva de amores, no hay cohoba en este rito, sólo placer con olores, yo soy tu manjar, tu fruto, bamboneo, bamboneo, tu eres la hembra que enhiesta mis atributos reales y como tal yo te invito a compartir este lecho, ven a gozar oh mi amada en este santuario nuestro

Me induces en esta echada, que más que ecuórea es de tierra y me pregunto quien eres, amante de las noches negras  Este placer que me hiere, trazando en mi cuerpo una brecha, es desenfreno, es lujuria, es olvido, es arrebato, es embeleso, es encanto, en un vaivén que es de olas, en un vaivén que es empalme, que es rozar de las mucosas No hay engaño si me empiolas, no hay embuste ni embeleco, tu me tumbas, yo consiento y este enlace es un incendio, un vendaval una ráfaga, un olvidar de otros seres, un disfrutar de las carnes, en el que olvidamos todo, aguerridos como somos, sin escondite ni embozo 

Este furor que presiento, matará toda inocencia, es un momento
de dioses, es el comienzo del mundo  Este furor que nos come como se comen las carnes, no nos libera de embozos, pues si de tu rostro conozco, humedecidos relieves, unas pulpas y unas fuentes, un aliento generoso, la noche es más que un embozo que libera nuestros cuerpos No sé quien eres mi hembra en lo negro de la noche, pero te siembro en la tierra, con tantas ansias carnales, que me digo eres la reina, de la isla, que es el mundo, donde se verá en la noche  Es como una voz que oigo, vaivén de los cuerpos nuestros, donde se verá en la noche

 

Este fuego, que desde la primera vez me arde, estas ansias de
tenerte con mis piernas enlazado, no es reposo ni inocencia, es como luz que me invade, me deslumbra, me alborota, es un esperar la noche, una sensación del cuerpo que me desborda creciendo, como el Yásica en tormenta  No se si comenzamos un mundo, con este baile retozo, lo que sí se con certeza, es sentir este regosto que aunque tu rostro no vea, me lleva a ti cada noche Ven que te bese los labios recuéstate en mi regazo, quiero marcarte la cara con el carbón de mis manos, mañana podré darte nombre, amante de las noches negras

Y si con esta fiesta, de terrestres goces, un canto de gritos, un crujir de palmas, un rumor de ayes, un gemir a dúo han poblado la noche  La noche está negra y cubre los cuerpos como gran embozo  También en la brisa, un olor de musgo, de alga y guayaba, un olor de cuerpos perfuma la noche  Los amantes sucumben, se pliegan, se olvidan del mundo, divagando en sueños, viajan a otras islas, oyen cantos viejos, quedando tendidos como troncos húmedos, que ahondan la tierra  Es como decirse que lo que es, no está siendo, pues lo que hoy es oscuro, no lo será mañana, no lo será en la noche

 

El cantar de gallos, el crepitar de insectos, anuncian el alba  En el
lecho vacío, Guacaniona busca, al compañero ausente, a su rey de noches a esa luz de carnes que desvela cuerpos, quién le habla de mundos con noches tan claras como aquel deseo, que sigue vibrando, en su piel morena ¿Donde está mi amante de las noches negras?  Corres a la aldea, donde de las grutas, salen lentamente los paisanos todos, se forman en círculos, tomados de manos, se ponen yareyes, hacen sus ofrendas al Sol que ilumina Ella busca al hombre, ella busca el rostro, manchado de polvo de carbón de mato ¿Donde estás mi hombre, entre tantos hombres de este pueblo mío?

 

Como una plegaria arropando el cuerpo, el relieve, el ámbito, como el alma mía, me llegan las voces de mi sangre toda, el clan, la familia, la isla que es mundo de noches oscuras Como una plegaria me llega aquel humo de cuaba quemada, las voces de hombres festejando el día, siento los tambores, reventando el pecho y corro hacia ellos con piernas ligeras, les canto les grito, les llamo por nombres que nombran las cosas que sabemos todos  Como una plegaria que viene del cuerpo, busco con deseo el rostro empolvado, bailo con las hembras, doy vueltas y vueltas, mirando los hombres que tomo de brazos, humareda y cuerpos,  me obsesiona la noche

Y entre los danzantes Guacatey se agita bailando con brío, le incitan sus pares con tal gallardía, que moviendo sus brazos se imaginan destellos como si aquel hombre simulase el día  Los otros en círculos van marcando el ritmo con pisada firme, mientras las mujeres levantan palmas emitiendo soplos, como si sus voces creasen el viento, como si sus voces viniesen de lejos trayendo el recuerdo de aquel primer día  Guacaniona canta y observa a su hermano, a ese hijo de reyes, príncipe, cacique, a ese hombre tierra de esta isla que es mundo, donde por la noche erra su deseo, donde por la noche su cuerpo es incendio quemando aquel cuerpo que busca en el día

Guacaniona rompe, el círculo festivo, toma entre sus manos, el rostro empolvado, de ese hermano suyo, entra como en trance, sus miembros son alas que provocan vientos, remolinos de hojas, carnes de gallina, su voz se desdobla y se multiplica en ecos, son lenguas de antes que sacuden mentes  Guacatey sintiendo ese olor a hembra, a su hembra de noches de cuerpo de alga, arropa a su hermana con su cuerpo húmedo gritando muy alto, designando astros que no tienen nombre  Si eres tu mi reina de las noches negras en la que me he sembrado con tanto fulgor y eres de esa sangre que corre en mi cuerpo, somos la leyenda, tú la tierra amada, yo tu luz de noche

 

Y con estas palabras Guacatey se ausenta, deja atrás el pueblo, la amada y el río, le ven alejarse por trillos mojados, Guacaniona llora, Guacaniona ríe Guacaniona dice que su cuerpo es tierra, que su cuerpo es mundo, que su vientre nutre un misterio nuevo, habla de una lumbre brillando en la noche habla de su hermano recreando el mundo  Los truenos anuncian brechas en el cielo, vendavales nuevos, lluvias torrenciales que lavan deseos Guacaniona se ofrece al temporal que llega, el viento la azota, la lluvia la lava, el rumor del mar la rinde de sueño  Se acuesta de lado, Guacaniona duerme, soñando con luces, Guacatey que alumbra el mundo en la noche

Los poblanos cantan la historia de nuevo  Guacaniona es reina de la isla toda, su hermano se ha ido dejándole el reino, diciendo que el mundo se creó de nuevo  Dicen que en el cielo, será el nuevo astro, que convertirá la noche con formas de sueño, sombras que nos llevan a las cosas mismas, mar que baila en olas, creciendo y partiendo  Ya no habrá amantes de las noches negras, habrá siempre amantes pero con condena, de gustar de rostros al mirar los ojos que reflejan cielo con el astro nuevo, Guacatey el astro que llamarán luna, al que cantaremos en los areítos   Y la condena es dulce, cantan los poblanos, pues en unos ojos, pues en unos ojos, se halla el infinito

 

Guacatey volando sobrepasa montes, montañas y picos, va nombrando pájaros, árboles y nubes, va invocando mares, animales, vientos, su cuerpo es de gases, humareda antigua, su cuerpo es la fuerza, el volcán, el soplo, la memoria y el canto de esta tierra nuestra, donde los Cemíes guardan el recuerdo, del mundo que cambia, cuando el amor siembra   Guacatey el Príncipe, hijo de Cacique se aleja del día para transformar la noche, creará mareas, iluminara arrecifes y derramará sobre el cuerpo desnudo de su Guacaniona amada, gotas de rocío, tal vez perlas de lágrimas de amor o de goce, perlas que alimenten su cuerpo de tierra, que es isla, que es mundo

 

Los poblanos cantan la historia de nuevo, los behiques claman la ley del deseo, estos cataclismos son signos antiguos, marcando el principio de caminos nuevos  Cesa la tormenta, bailan con tambores el temblor de tierra, prenden con antorchas hogueras inmensas, el mar se desata lavando las costas, trayendo en sus aguas peces misteriosos, algas coloradas, conchas nacaradas  Y cuando cae la tarde, Guacaniona duerme, su cuerpo cubierto de flores y joyas, un collar de oro, de mármol las cuentas, su pelo es cascada, cabellera negra  El sol ya se esconde, Guacaniona yace tendida y felíz, los behíques cantan, abre ya los ojos, llega Guacatey, llega ya la noche

Las voces antiguas cantan con los vientos,  cantan a la luz que llega del cielo, a ese resplandor que aclara la noche, a esa luna llena con manchas de polvo  Cantan a la sombra de palmeras reales, a ese rumor nuevo que llega del bosque, al ruido de olas que embisten la orilla, como aquel amante, que embestía tus ancas, en las noches negras  Las voces antiguas cantan con los vientos, Guacaniona es la isla de este mundo nuevo y como en la leyenda, Guacaniona es tierra Guacatey es luna, de su amor carnal las voces recuerdan sus cuerpos desnudos  La noche ya es otra, Guacatey es astro que alumbra tu cuerpo, montañas y valles, cascadas y ríos, tu cuerpo de tierra

Y en los areítos, al son de tambores, los cuerpos desnudos, evocan las noches de los dos amantes, miman terremotos, lluvias torrenciales, crecidas de ríos, gemidos del viento Las mujeres abren sus muslos cobrizos, mueven las caderas, improvisan cantos de amor y deseo  Los hombres se pintan la cara de negro, enhiestan sus sexos cubiertos de algas  Hombres y mujeres cantan a la noche, celebran el ciclo del sol y la luna, bailan poseídos, cuentan la leyenda, beben en tinajas alcoholes de yerba  En los areítos, Guacaniona es tierra, Guacaniona es reina del rey de la noche, de Guacatey la luna, lumbre de la tierra, padres de este mundo BUM BUM de tambores

Miguel D. Mena: Nelson Ricart-Guerrero, poeta de la felicidad

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