Miguel D. Mena
Desde 1970 en Santo Domingo su tradicional
centro histórico se ha ido trasladando desde la ribera del Río Ozama
hacia el
Oeste. Lo que fueron proyectos urbanos privados –resumidos en los
ensanches de
Naco y Piantini-, han devenido en el nuevo centro de la capital
dominicana.
Concentrados entre cinco grandes arterias, el “Polígono central” es
metáfora de
innovación, posmodernidad, apuesta radical por los valores de
globalización del
siglo XXI y paisaje que trata de desdecir los valores consensuados en
torno a
la “insularidad dominicana”.
El Polígono refleja y asume una economía
nacional en plena marcha, con capacidad de captación de inversiones
internacionales, pero también afectada por el escaso control de sus
elementos
especulativos. ¿Qué hacer cuando el PBI y la economía nacional no sólo
quieren
depender del turismo y las divisas que envía la comunidad dominicana
del
exterior? ¿Cómo combinar el levantamiento de torres y rascacielos con
los
valores tradicionales de vida comunitaria dominicana? ¿Cómo impactan
los
valores de la “globalización” en nuestro contexto caribeño?
El Polígono se establece a expensas de la
devastación de un paisaje urbano creado durante los años 70 y 80, donde
predominaba cierta escala humana, familiar, donde la naturaleza jugaba
un papel
esencial.
La creación de centros comerciales
(“malles”) en su periferia, la casi totalidad de ellos de capitales
extranjeros, la serialización de una gran serie de edificios
habitacionales, la
eliminación de áreas verdes y el congestionamiento vehicular debido a
la
práctica ausencia de planes y ejercicios de autoridad del Ayuntamiento,
ha
conllevado a una cotidianidad marcada por el caos en el Polígono
Central. Como
resultante, el mismo corazón de Santo Domingo padece de una arritmia
crónica
que no se compadece con las promesas de modernidad y modernización que
auguraba
las nuevas imágenes urbanas.
Nuestra exposición “Distopías urbanas: el
Polígono Central” propone una lectura crítica de esta sensible zona de
Santo
Domingo. Visualmente recuperamos un espacio primigenio, estructuras
originarias, suponiendo una utopía dentro de las distopías:
dispositivos
urbanos sin el tráfago de alambradas, postes y edificaciones mayores
engullendo
a las antiguas.
Metáfora, paradigma, en el Polígono Central
se juega el futuro dominicano. Pensar lo que “dice” el Polígono es el
objetivo
de esta muestra.
[MDM. 05.06.2017]