La sociología urbana en la sociedad de redes:
de regreso al futuro
Manuel
Castells
Editado por Barry Wellman y traducido al español por Jesús
A. Treviño C.
Conferencia en la Community and
Urban Sociology Section de la American
Sociological Association, San Francisco, agosto
22, 1998, en el acto en que Manuel Castells recibió el premio de la
Section “Lynd Prize,” por los méritos de su carrera. http://www.commurb.org/features/index.html
CONTENIDO
I. La escuela francesa
de sociología urbana de los 1970s
II. Mi trayectoria
intelectual
III. Protagonista y testigo del “Silicon Valley”
I. La escuela francesa de sociología urbana de los 1970s
1. Provengo
de un mito que nunca existió como escuela unificada. Quizá así son
todas las escuelas de pensamiento. De hecho, durante años los autores
más conocidos de la escuela francesa no eran franceses: David Harvey
que popularizaba a Lefebvre y Chris Pickvance dándome a conocer a
mí. Lefebvre y yo empezamos a fines de los 1960s, con líneas muy diferentes.
La diferencia básica era el método. Mientras Lefebvre fue un filósofo,
yo siempre he sido un sociólogo empírico. El tópico de mi disertación
doctoral, en la Universidad de París (sociología, 1967) fue un análisis
estadístico de los patrones de localización de las empresas en la
Región de París, y mi primer
empleo fue como metodólogo. (en aquellos días eso quería decir que
sabía porcentajes, a diferencia de los sociólogos franceses de la
generación más vieja). Además de nosotros, solo Lojkine era muy conocido
en esos primeros días.
2.
Lefebvre y yo proporcionamos visibilidad y organización.
Nuestra red académica creó el journal Espaces et Societes,
las Mouton book series, y los contactos internacionales. Todos
trabajamos para crear el International Sociological Association
Research Committee on Urban and Regional Development (RC21) y
el International Journal for Urban and Regional Research. En
una década hubo un número considerable de equipos de estudio e investigación.
Tres procesos convergieron:
(a). La
renovación intelectual en Francia en los 1960s, cuando las ciencias
sociales se desprendieron de la filosofía y realizaron análisis empíricos
de sociedades en pleno proceso de cambio social. En ese entonces se
fundó la primer escuela francesa de sociología orientada a la investigación
en el nuevo campus de la Universidad de París en Nanterre,
dirigido por Alain Touraine, e incluyendo como profesores de tiempo
completo a Michel Crozier, Henri Lefebvre, and Fernando H. Cardoso,
con asistentes entre los que estaban Beaudrillard y yo. Era un gran
lugar para iniciar una carrera de sociología.
(b). Los
movimientos sociales de 1968 que movilizaron a los intelectuales y
que politizaron todo lo que hicimos.
(c). La
penetración de las ideas de mayo de 1968 en la elite tecnocrática
francesa y en la ideología urbana del gobierno. La interpretación
de la elite de la crisis social a fines de los 1960s como una crisis
urbana tuvo como consecuencia un megaprograma de investigación en
el Ministerio de Vivienda y Asuntos Urbanos, dirigido por un tecnócrata
francés muy capaz y bien intencionado, Michel Conan, el verdadero
padre de la Escuela de Sociología Francesa. En este programa, generosamente
patrocinado, todos nos convertimos en sociólogos urbanos, repartidos
en cuatro diferentes corrientes fluyendo dentro de la “Escuela Francesa:”
· Henri Lefebvre representado por él mismo: El concepto de
civilización urbana como una forma distintiva de organización social;
la importancia del espacio como constitutivo de las relaciones sociales
y como una expresión de la sociedad; el derecho a la ciudad, contra
la exclusión social.
· Marxismo ortodoxo –Jean Lojkine, Christian Topalov,
Edmond Preteceille: El dominio del capital y de los intereses capitalistas
sobre el estado, y a través del estado la dominación de los intereses
capitalistas sobre los procesos urbanos. Ellos seguían en línea recta
la teoría del capitalismo monopolista de estado. Social Justice
and the City, de David Harvey representó una síntesis entre la
lógica capitalista de dominación y la inspiración lefebvrista. Después
evolucionó hacia el análisis de la lógica del capital; esto es, derivar
cada manifestación del ‘espacio y sociedad’ desde la lógica interna
del capital, yuxtaponiéndole las luchas sociales.
· La escuela de Foucault, organizada alrededor de
un centro de investigación, el CERFI, y de varios otros investigadores
jóvenes, tales como Fourquet y Anne Querrien. Enfatizaron el análisis
de la microfísica del poder en las instituciones sociales, y extendieron
la noción de dominación al ámbito de la vida cotidiana delimitado
por las instituciones urbanas. Fue probablemente la tendencia de investigación
más innovadora durante los 1970s, la única que realmente surgió de
los viejos moldes, para abordar con un punto de vista crítico los
nuevos temas sociales, en una nueva sociedad.
· Marxismo estructrulista, con sello althusseriano
(por referencia a Louis Althusser), vía Nicos Poulantzas, representado
principalmente por Manuel Castells. Aunque, si puedo decirlo, un poco
más complicado como lo desglosaré más abajo. Quiero subrayar estas
diferencias pero no sobreenfatizarlas.Considerando estas cuatro corrientes,
la Escuela Francesa revigorizó internacionalmente la investigación
urbana al:
(1)
Colocar
el poder y las relaciones sociales conflictivas, los valores e intereses,
en el centro de la dinámica urbana. Esto cuestionó, implícita y explícitamente,
la larga influencia del énfasis de la escuela de Chicago en la sociabilidad
y la integración social. Abrió una crítica a la noción de comunidad.
Las comunidades no solo eran conflictivas a nivel local, sino moldeadas
por la lucha de clases y los proyectos políticos generados a un nivel
social más amplio.
(2)
Exigir
la especificidad de lo urbano. Esto
forzó al marxismo y a la teoría de clases a reconocer un acervo completo
de experiencia que no era directamente remitida a las reglas de producción
y reproducción como fuente potencial de cambio social. Fue el inicio
del fin del monopolio de la clase trabajadora como el actor del cambio.
Sin embargo, los sociólogos orientados por la escuela del capital
monopolista de estado, tales como Jean Lojkine y Edmond Preteceille,
disintieron de este planteamiento.
(3)
Afirmar
la importancia del espacio como síntoma y fuerza que estructura la
organización social. Esta empresa tenía una conexión implícita con
el análisis materialista del enfoque de la “ecología humana,” despojado
de los supuestos funcionalistas.
(4)
Intentar
esfuerzos por conectar (no siempre con éxito) la teoría con la investigación
empírica, con la excepción del esfuerzo puramente teórico de Lefebvre.
II. Mi trayectoria
intelectual
1. Origen dual:
Alain Touraine y el estructuralismo. Los movimientos sociales siempre
han sido el centro de mi análisis. Aún “los movimientos sociales”
como categoría analítica amplia es contradictoria a la teoría marxista
clásica que sólo comprende la lucha de clases y los movimientos sin
conciencia (porque la conciencia es vista como estando en el partido.)
2. Mi rama de estructuralismo
es más basada en Poulantzas que en Althusser.
Enfatiza la matriz social que contrasta con el economicismo.
De hecho, hay una fuerte contradicción entre althusserianismo y marxismo
ortodoxo: gran parte de los seguidores de Althusser en los 1960s y
1970s eran maoístas del ala libertaria, esto es, eran partidarios
de la “revolución cultural” más que del marxismoleninismo. Y se oponían fuertemente al Partido Comunista Francés (PC). El mismo
Althusser estuvo en el PC, pero lo criticó por abandonar sus ideales
revolucionarios. Así, lo que parecía el marxismo más ortodoxo (althusserianismo),
se oponía de hecho a la versión ortodoxa del marxismo, representado
en la teoría el capitalismo monopolista de estado, y profesada por
el Partido Comunista. La oposición teórica real fue entre el economicismo
y el análisis en términos de formaciones sociales, enfocado sobre
el papel de la política y del estado.
3. En mis primeros
intentos para entender los movimientos sociales, razonaba desde la
perspectiva de la estructura social. Este trabajo quedó manifiesto
en la La Question Urbaine escrito entre 1970-1971 (La Cuestión
Urbana, México, Siglo XXI, 1974). Se publicó en Francia en febrero
de 1972, y en inglés con el título The Urban Question, en ese
mismo año. El libro se basó en notas de trabajo sobre lo que significa
e implica ser “urbano,” con un punto de vista que llevaría a la investigación
empírica hacia la determinación estructural de la urbanización, y
especialmente a la comprensión de los movimientos sociales.
4. Este trabajo encabezó
una serie de estudios empíricos, principalmente sobre las ciudades
francesas, que operacionalizó la matriz social de producción de un
sistema urbano dado. Un ejemplo es Monopolville, un estudio
del área metropolitana de Dunkerque. Este es el único estudio (como
co-autor) en el que coqueteé con la teoría del capitalismo monopolista
de estado, por lo que el estudio es muy disparejo: hay un análisis
económico lineal, después hay un estudio de la dinámica espacial y
de los procesos políticos que en verdad no se relacionan con el análisis
económico. Después, dejando por fortuna el economicismo, emprendí
el estudio de los movimientos sociales como agentes de (1) la producción
del espacio y (2) del consumo colectivo, y (3) como agentes de cambio
social en una sociedad en general, por su impacto sobre la transformación
del espacio y el consumo colectivo. Este enfoque era congruente con
la problemática de mayo de 1968. Sin embargo, no era marxista, como
Lojkine, David Harvey y otros críticos lo repitieron hasta el cansancio.
En este punto ellos tenían razón. A menos que tomemos el marximo como
una corriente de pensamiento amplia que pone en el centro del análisis
la dinámica del cambio social como un resultado de las interacciones
entre economía, tecnología, estructura social, y actores sociales
en conflicto. Pero esto implica ajustar un poco el marxismo clásico.
5. En cualquier caso,
partiendo del análisis de los movimientos sociales urbanos, hay una
relación muy indirecta entre la lógica de acumulación del capital
y los medios de producción social y el espacio. Así, después de 12
años de investigación (empezando con un paper teórico presentado
en el Congreso Mundial de Sociología de 1970 en Varna, Bulgaria),
escribí un estudio comparativo basado en mi trabajo de campo en Francia,
España, América Latina, y los EEUU (California). Este libro, The
City and the Grassroots (terminado en 1982, publicado en 1983.
Versión castellana: La Ciudad y las Masas, Madrid, Alianza,
1987), examinaba cómo y porqué los movimientos sociales urbanos cambian
o no cambian las ciudades, el espacio, y la sociedad, de acuerdo a
la fuente de su movilización, a su dinámica interna, y a su relación
con sus adversarios.
6. Aunque desarrollada
en términos semi-marxistas, es de hecho una teoría de la acción colectiva
de inspiración Tourainiana (por referencia a Alain Touraine). Tuve que escoger entre la fidelidad al marco
estructuralista marxista y mi observación, y acertadamente me decidí
por la segunda. Citaré mis propias palabras publicadas en 1983. Pregunté:
7. „¿Cómo se
conectan la estructura y las prácticas, el modo de producción y el
proceso histórico de la lucha de clases? Según Marx, la conexión es
a través de la formación de clase y de la conciencia de clase: una
clase en sí se transforma en clase para sí. Pero, ¿Cómo
ocurre esto? Marx no responde. Lenin y la Tercera Internacional proporcionaron
la respuesta: a través del partido revolucionario. La clase obrera
es revolucionaria cuando sigue la línea de partido. Las victorias
del partido son la verificación de esta línea y de su carácter revolucionario,
precisamente porque el triunfo del partido lo valida como el agente
de conciencia de un desarrollo histórico predeterminado. Así, el leninismo
se convirtió en una parte integral del marxismo, no solo por el triunfo
de la revolución soviética, sino porque en la construcción marxista
solo la teoría del partido puede establecer un puente entre estructuras
y prácticas. De aquí que el marxismo clásico era ambiguo sobre los
movimientos sociales existentes. Por un lado, estos movimientos eran
la prueba viva de la lucha de clase y de resistencia a la explotación
capitalista. Por otro lado, el marxismo clásico creía que los movimientos
tenían que aceptar que ellos no podían producir historia por sí mismos.
Suponía más bien que eran un instrumento en la implantación de la
próxima etapa de un desarrollo histórico programado orientado por
el desarrollo de las fuerzas productivas.”
8. Mis estudios no
ratificaban este estrecho determinismo marxismo clásico. Por un lado,
mi investigación empírica mostró que los resultados de los movimientos
sociales eran autónomos de sus determinantes estructurales. Por otro
lado, estos estudios proveyeron evidencia de la capacidad (o incapacidad)
de los movimientos sociales para inducir cambios en las ciudades,
los servicios urbanos, y el espacio. El cambio se expresaba en una
variedad de procesos sociales de acuerdo a las características y dinámica
de los movimientos sociales. En otras palabras, el cambio social es
indeterminado, siempre inducido, moldeado, y alterado por actores
sociales que, restringidos por la estructura social, terminan siempre
por interactuar en un patrón socialmente único de interacción social.
Así, conservando la relación general entre dominación social,
estructura económica, y procesos urbanos, puse mayor énfasis en The
City and the Grassroots sobre la expresión autónoma de los actores
sociales como fuentes del cambio social. Al hacerlo, dejé el estructuralismo
para bien. Cuando terminé y decidí descansar del tema de los movimientos
sociales después de muchos años, mi atención fue atrapada por un proceso
de transformación importante que podría ser localizado (en el viejo
lenguaje) en el campo del desarrollo de las fuerzas productivas: la
revolución en las tecnologías de la información y de la comunicación.
III. Protagonista y
testigo del “Silicon Valley”
9. Habiéndome
movido a la University of California Berkeley en 1979, estaba rodeado
por el ambiente empresarial, individualista, y de constante innovación
de lo que sería el “Silicon Valley”. Adiviné la importancia de lo
que observaba y experimentaba. Me di cuenta de la importancia de la
tecnología para los movimientos sociales. Al pensar sobre la tecnología,
lo hacía convencido de dos principios metodológicos clave. Primero,
la tecnología no determina. Es parte de una matriz social potencialmente
influenciada por movimientos e intereses contradictorios.
10. Segundo, para escapar del etnocentrismo del post-industrialismo,
el análisis debe ser comparativo y multicultural. Consecuentemente,
uno debe empezar a revisar el mundo.
11. Esto me llevó finalmente a la trilogía The Information Age: Economy, Society, and Culture
(1996-98. Versión castellana: La Era de la Información: Economía,
Sociedad y Cultura, México,
Siglo XXI, 1999): tres volúmenes que analizan las condiciones sociales
y la transformación social en la época de la información. Pero había mucho camino por recorrer a fin
de tener el análisis comprensivo en la trilogía. Viajé, observé, investigué,
y discutí en Asia, Europa, Rusia, América Latina, y los EEUU. Mis
primeros intentos de prueba usaron la materia que mejor conocía: las
interrelaciones sociales y tecnológicas entre espacio, ciudades, y
regiones. Empecé por considerar la sociedad más avanzada en la difusión
tecnológica, los EEUU. Avancé con cautela, produciendo: (a) un working
paper en 1984 „Towards the Informational City?“; (b) la
edición de un volumen, High Technology, Space, and Society, 1985;
y © un libro temático, basado en la síntesis y re-interpretación de
la investigación disponible, The Informational City (1989),
que analizó la interacción entre economía, política y tecnología,
y la reestructuración urbano regional en los EEUU.
12. Para la
investigación reportada en The Informational City me basé en
la observación porque estaba —y estoy— contra la clase de futurología
y la extrapolación lineal de la tecnología al espacio de Alvin Toffler
y Melvin Webber. Así, en el libro The Informational City no
aparece el internet ni las redes electrónicas. Pero hay algunas
nociones de base empírica: la ciudad dual, el medio de innovación,
el nuevo espacio industrial, la emergencia de una dimensión espacial
del estado en guerra. Y, de manera central: el primer análisis de
la diferenciación creciente entre el espacio de flujos y el espacio
de lugares. El espacio de flujos: simultaneidad sin contigüidad usando
redes de comunicación electrónica. El espacio de lugares: la proximidad
física como soporte de función y significado. ¿Dónde estamos? ¿Quiénes
son los sujetos del cambio social?
¿Separo de nuevo la estructura de la acción? The Informational
City es un análisis estructural aunque no sea “estructuralista”
en el viejo sentido de la palabra.
Bueno: no todos los libros o estudios tienen que incluir y
articular todo lo escrito.
Pero, ¿es posible compatibilizarlo
con los resultados de la City and the
Grassroots? Para
responder esto necesitaba esperar hasta terminar mi análisis de
estructura social y cambio social
en la trilogía. La respuesta fue: por un lado la
Net [la red
de flujos interdependientes], por el otro el Yo [individual o colectivo].
El espacio de flujos domina el
espacio de lugares. El espacio de lugares es ahora
un espacio de resistencia y de
autonomía cultural. Así, ¿Qué tan correcto es
explicar la desarticulación como
un proceso histórico? Estamos en la nueva frontera del análisis: buscando
las raíces del espacio de flujos. La teoría inicial del espacio de
flujos aún es válida, pero necesita incluir el proceso de contradicción
y autonomía al interior de las redes electrónicas y dentro del espacio
de flujos.
13. ¿Qué tiene
que ver con esto la sociología urbana clásica, y cómo renovarla? La
Escuela Francesa cumplió con su rol fundamental: (a) integrar los
procesos urbanos en contextos sociales más amplios; (b) poner los
conflictos sociales, el cambio social, y el poder en el centro del
análisis.
14. Pero una
disciplina sigue vigente cuando es capaz de responder a las demandas
de la sociedad —no necesariamente las demandas de las instituciones
y las organizaciones, sino las demandas de los temas sociales. ¿Cuáles
son los temas sociales emergentes?:
1.
El proceso de individualización y de redes que llevan a la
pérdida del sentido de comunidad, solidaridad, y redes de apoyo.
2.
Por otro lado, la reintegración de la sociabilidad en las
redes sociales electrónicas, las comunidades virtuales, los movimientos
sociales en el internet.
3.
Las instituciones democráticas rebasadas por la desterritorialización
del poder.
4.
La formación de megaciudades como constelaciones de población
y funciones sin mecanismos de representación y articulación social.
5.
El reatrincheramiento de la gente en culturas y territorios
para defenderse contra flujos globales des conocidos e incontrolables, rompiendo así
la sociedad en tribus y comunas.
15.
Paradójicamente, los temas de la Escuela de Chicago aparecen
otra vez en el centro del interés urbano: individualismo versus
comunidad; identidades étnicas locales y su relación con la sociedad
en general; urbanización descontrolada, simultánea al crecimiento
y deterioro de las ciudades en sus distintos elementos constitutivos.
De aquí que el legado del la Escuela de Chicago queda como un tema
teórico central en las ciencias sociales, pero cuidándonos de caer
en dos trampas:
(a)
No olvidar otra vez la problemática del poder, el conflicto
y la contradicción en juego.
(b)
Estar atentos al nuevo dominio de la acción social constituida
en y alrededor del espacio de flujos, como resultado del cambio social
extraordinario que estamos experimentando. Así el matrimonio cultural
(de hecho el „menage a trois“) entre la Escuela de Chicago, la teoría
de los movimientos sociales, y las teorías de la sociedad de la información
en la era del internet puede sentar las bases para revivir
la sociología urbana y para usarla de nuevo como puerta de entrada
para comprender nuestra civilización.