LUIS "TERROR" DÍAS, BURLANDO EL CIERRE DE LO NORMAL
aMABLE lÓPEZ mELÉNDEZ
 
  He aquí un hombre llamado Terror, no porque ande azotando  a los murciélagos que llevan chacabanas, ni a los brillantes alquimistas que a  diario nos vienen recetando la fruición, sino porque es Luis Días quien expresa lo mejor de nuestra disidencia. Sus gesticulaciones, sus  ademanes, su misma imagen y su discurso musical y lingüístico son la auténtica expresión  de la intolerancia, intolerancia hacia la mediocridad, hacia el no—pensamiento, que hoy son los corredores que nos van conduciendo hacia la felicidad y las  realizaciones de la impotencia.
Un hombre que ha venido pagando el precio que, en los tiempos  felice sexige la normalidad: quedarse solo, ser invalidado por la  complicidad de los que buscan el triunfo luciendo los bellos mascarones que se  van desvaneciendo en la igualdad de los días del presente. Pero Luis Días ha  desarrollado su capacidad de trabajar en la soledad, de proponer una  creatividad bajo las condiciones del bloqueo. Sus logros son la  única demostración de que él ha burlado el cierre normalizador; toda la  invención de su discurso estético nos sugiere la autenticidad de una disidencia  que se hace grande en cuanto nos propone una manera libre y desnormalizadora de  vivir la cotidianidad.
Estamos pues, ante Luis Días, en una conversación en la que pocas  alusiones ha recibido la felicidad de nuestras más recientes expresiones  estéticas.
A Luis — Terror— Días muchos son los que  "no lo soportan", unos y otros dicen que "él priva en  censor", que "para este tipo nada vale la pena", etc., etc. Pero  yo he oído sus opiniones sobre las expresiones diferentes de nuestro hacer  artístico, y no he encontrado tiempo suficiente para dudar de que su  información le permite una amplia autoridad para las calificaciones. Así es  que tú escoges, ¿comienzas con "lo que vale" o con...?
— Quiero hablar de lo que vale la pena. Ahora hay mucha gente joven  definida, hablo de una generación nueva, muy diferente a las de los años  cincuentas, sesentas y setentas; esta generación tiene su propuesta estética,  pero su estética esta siendo bloqueada, no sólo por el desconocimiento de la  mayoría, sino también por el poco apoyo que recibe. Existe un bloqueo cultural,  en todo el arte, y en esto tiene que ver la crisis. Primero, el público no  tiene acceso a los resultados, al arte, y segundo, los materiales para  elaborarlo no aparecen y los que hay no pueden adquirirse fácilmente.
¿Entonces  tú crees que hay algo efectivo (que valga la pena), nuevo, dentro del hacer  artístico en Santo Domingo?
— Lo que sirve es esporádico; pero sí, hay algo nuevo en el sentido de  que se opone a lo viejo, a lo clásico. Lo más rezagado que tenemos es la  arquitectura, no se puede hablar del ballet, está en estado de paleotecnia y  la escultura es naiff. Pero lo que sirve está rompiendo el cierre, es el caso  del pintor Carlos Goico, él conoce la esquizofrenia, se burla del manicomio  entrando y saliendo, pero se tiene que morir de hambre, porque también lo  aíslan.
-¿Y la crítica?
— Aquí no hay crítica cultural, el crítico de pintura, por ejemplo, nada  entiende de otras áreas; es que no entienden el arte de ahora. Los que escriben  son ineptos, no tienen dialéctica de señalamiento; cuando propones algo nuevo  te dejan solo a propósito, se mantienen opinando sobre lo establecido. Estamos  en un estado miserable, lo que se aúpa es el vickianismo, el bidoismo, el  wilfridismo, y por eso es que los buenos emigran. Esta miseria conduce a que en  materia de arte actualmente son muchos los reaccionarios, y otros se sienten  agredidos por este arte de ahora. Pero lo que ellos no saben es que el arte no  es sólo masturbación sonorovisual; es una propuesta sonoro-visual  gestáltico-lingüística de nuestro devenir.
—¿Cómo ves la literatura más reciente?
— La llamada "poesía joven" no llegó, se quedaron deslumbrados con los logros de otros. Alcántara  Almánzar es un valor en la crítica. De lo anterior, lo único que se salva es  René del Risco y algún poema de Andrés L. Mateo. Existe una literatura de ahora  que vale, en cuanto violenta los valores y los códigos de lo normal. Yo sé que  ahora hay una literatura "de verdad", joven y a tono, que está  planteando la totalidad, la crisis del presente. Esta literatura tendrá que ser  más violenta, porque quienes la están haciendo son los escapados de la  idiotización colectiva. Estoy seguro que dentro de poco tendrá que haber un  enfrentamiento de valores, un enfrentamiento cultural.
—El no es sólo un censor que anda poniendo   en    evidencia   nuestros problemas de  anemia espiritual, el tipo está "claro", tiene su propuesta, lo que  hay que hacer, ¿mencionó alguien la palabra Quimera?
— Al artista no le permiten investigar, pero hay que romper, violentar  el cierre, proyectar lo nuestro hacia fuera. Hay que hacer propuestas que  evidencien el conocimiento de los códigos estéticos que el momento reclama,  para que este arte de ahora se internacionalice, que posibilite a las otras  personas de los demás países su reconocimiento en él, pero no en el  "estilo internacional", porque el arte de cada país es diferente, y  esa es la grandeza del arte. Este país es muy apropiado para la creación, y a  nosotros nos toca desentrañar, en cada una de las áreas, los elementos que  posibilitarán la estructuración del arte nuevo dominicano, y proyectarlo. Los  artistas dominicanos, en este momento, son muy individualistas, y las  respuestas son también individuales y débiles, pero aún dentro del bloqueo y la  debilidad, tenemos que hacer el trabajo, y vivir de él, corriendo el riesgo de  quedarnos solos.
—Esta es su área: la música, y se refiere al merengue "como ritmo que  expresa al país". Luis — Terror- Días ve el merengue interrelacionándose  en la especificidades cotidianas de nuestro accionar histórico más reciente.  Así, podría uno, (ya partir de esta visión) apropiarse- de nuestra cultura  política (de Trujillo en adelante) a través de un ritmo que, aún en su agonía  nos sigue definiendo:
—A la caída de Trujillo, las orquestas se convirtieron en grupos y fueron  negocio. El merengue se urbanizó y desapareció su tipicismo con la llegada de  los norteamericanos y el rock (en el 65). Durante Balaguer, la corrupción se  deja sentir en el merengue, como ritmo que expresa al país: el merengue es  mutilado, no se puede bailar, y más adelante habría mucho amaneramiento y robo  de música y letras dominicanas. El merengue comienza a realizarse a retazos, es  el caso de "jarro pichao", y "San Antonio". Después viene  la etapa brutal, salvaje, donde hasta nos gobernó un presidente de un sexto  curso. Entonces, triunfaron "abusadora", "el barbarazo",  "palo con ella" y luego el Musiquito, Aramis Camilo y otros. Es que  la infraestructura de poder, determina la superestructura de pensamiento. En la  última etapa ha aparecido nuevamente el robo internacional, y hasta los  cronistas del área han defendido a los villalonas y a los wilfridos, cuando hay  países que hasta los han declarados no gratos. Ahora, el merengue es sólo  comercio, por eso es que tienen que invertir más para mejorar la calidad de la  producción, porque fuera del país hay más exigencias. Los músicos, en su  mayoría, son retardados culturales, no tienen información. Es un problema de  creatividad, no la tienen. Los haitianos están más desarrollados que nuestros  merengueros, rítmica y melódicamente; entonces, no hay creatividad, las propuestas  de nuestra juventud son banales, idiotizantes. 
El Nuevo Diario, 31 de mayo de 1986.