Marcio
Veloz Maggiolo:
Las novelas de la ciudad de Santo Domingo
Relación y definición de las 20
novelas donde la ciudad de Santo Domingo es personaje o espacio donde
se desarrollan los hechos.
José Rafael Lantigua
Acaba de publicarse una antología, de la
que Biblioteca dio cuenta el domingo pasado, en la que Marcio Veloz
Maggiolo recoge las piezas narrativas en las cuales "la ciudad
capital tenga alguna representación que pueda considerarse en
su tratamiento como diferente y no simplemente descriptiva". La
obra, sin dudas, habrá de servir en lo adelante como marco de
referencia sobre el tema. Las 20 novelas que tienen a la ciudad de Santo
Domingo como personaje o espacio donde se desarrollan los hechos. En
la introducción que Veloz Maggiolo hace a su selección
se exponen breves, aunque importantes, consideraciones sobre las obras
novelísticas o relatos largos, como los denomina en algunos
casos- que forman la referida antología. Por considerar que esas
apreciaciones del autor de "Materia prima" son de especial
trascendencia en el estudio de la temática de la novela dominicana,
Biblioteca reproduce resumidamente algunos de los conceptos insertados
en la introducción citada.
La Sangre
(Tulio M. Cestero)
Es nuestra gran primera novela con Santo Domingo como escenario importante...Define
una época y los pálpitos humanos de una ciudad donde la
tiranía prima sobre todas las cosas.
Navarijo
(F.E. Moscoso Puello)
Aunque para algunos es autobiografía, se trata de un relato que
como Los Carpinteros de Joaquín Balauger puede ser
insertado dentro de lo novelesco...El relato biográfico se mueve
dentro de memorias que parecen pertenecer a un escritor que al relatar
una vida, que es la suya, construye un mundo "novelado". Junto
a La Sangre es una obra fundacional hasta tranformarse en
memoranzas de lo capitaleño.
Eusebio Sapote
(Enrique Aguiar)
En esta novela, donde las escenas de la vieja ciudad como fondo acompañan
las andanzas del personaje, hay un gracejo que alcanza cierta expresión
picaresca que no está presente en Moscoso o en Cestero. Rincones,
noticias de época, modos barriales de vivir y gozar completan
el ámbito del personaje. Junto a La Sangre y Navarijo
conforma una trilogía en la cual la capital dominicana se consolida
como tema de su novelística.
La Pandilla
(Haim López-Penha)
Se desarolla en el barrio de Santa Bárbara, en donde el autor
pasó su infancia en los años de la dictadura de Heureaux
y los inicios del siglo XX. La novela, de profundidad relativa, se reduce
a una ciudad en la que lo barrial impera. Se trata de un texto rico
en informaciones a la vez que pobre en la descripción de personajes
y situaciones.
El viaje
(Manuel A. Amiama)
La novela se cimenta en los inicios del siglo XX, y sus acciones están
centradas en hechos de 1908 y años posteriores acontecidos en
una ciudad en donde el chisme, el temor a las críticas sociales
y la pobreza, se convierten en la némesis de las familias venidas
a menos.
Novela social que recoge la vieja moral de épocas pasadas.
En su niebla
(Ramón Lacay Polanco)
Es un canto a la desesperación y a la soledad. Las vigorosas
descripciones de la vida citadina y de la ciudad en los comienzos de
los años veinte, complementan los textos anteriores de Moscoco
Puello. Textos que permiten seguir la vida citadina como en un trazado
recto de la evolución social de la capital, y en donde, por vez
primera se describen con conocimiento de causa los burdeles,
las costumbres, las viejas fórmulas de una ciudad sin maquillaje,
en donde el rufianismo empalma con el de algunos personajes de Aguiar.
Aparecen por vez primera, atados al latido de la urbe, el chulo y la
prostituta.
Caonex
(J. M. Sanz Lajara)
La historia de la ciudad tomada por el estudiantado de los
años cuarenta, en plena dictadura de Trujillo. Cuadro continuador
de una vida que se mueve en el silencio de la dictadura misma. La descripción
de la hoy calle Duarte de los años cuarenta, entonces Avenida
José Trujillo Valdez (Villa Francisca), es un retrato fiel que
obliga a retomar imágenes. Con Sanz Lajara la imagen de la capital
está consolidada.
Los Carpinteros
(Joaquín Balaguer)
En este relato novelado predominan la historia y los efectos de nuestras
guerras y divisiones intestinas. En el texto de Balaguer, el personaje
Héctor Corporán recorre los momentos más relevantes
de la vida intestina de un país en donde la capital, con su plaza
de armas y con sus gobiernos dictatoriales, es casi un personaje. Libro
fabricado con prosa novelada, es novela y merece estar en una antología
dedicada a la ciudad de Santo Domingo.
Laura en Sábado
(Manuel Rueda)
Lucha creciente dentro de un bajo mundo con la vida de putas que se
mueven entre los luchadores del teatro Atenas, del barrio de Villa Francisca,
y los maricas que asisten a la vida barrial y que conforman un proceso
de simbiosis en el que se desenredan los puntos clave de una moral de
quinto patio. Surge la chulidad, una especie de repetición
metodológica, tradicional, en la que el chulo define sus relaciones
importantes con la hembra, pero igualmente en la que el marica define
las exigencias que acepta de su dominador. La de Rueda no es ya la Villa
Francisca descriptible, sino la Villa Francisca oculta en los traspatios.
La Ciudad Herida
(Carlos Federico Pérez)
Muestra otra cara de la ciudad. La cara del Santo Domingo que el ciclón
de San Zenón azota transformando la vida de muchos de sus habitantes.
El huracán es un tema de fondo, su descripción corre pareja
con la destrucción de relaciones humanas y objetos palpables.
La novela tiene su base en la cotidianidad del temor y en la ruptura
del mundo. La catástrofe cambiaría para siempre no sólo
el rostro de la ciudad, sino el sentimiento de sus habitantes.
Sólo cenizas hallarás
(Pedro Vergés)
En esta novela no podemos deshacernos de un Santo Domingo que se inicia
en los años sesenta y en cuya barrialidad se esconde la idiosincrasia
de cada personaje. Vergés desarrolla cronológicamente,
pero a saltos y variando las fechas en antes y después, vidas
paralelas que tienen como único reducto la ciudad y el trozo
de esperanza que ella encierra. La época posterior a la muerte
de Trujillo se ovilla entre diversas barrialidades, se mueve en viejas
marcas de automóviles, transita posiblemente por los vericuetos
de San Miguel, El Jobo, María Auxiliadora, Ciudad Nueva. Es entonces
la ciudad crecida en vez de ser la obligada ciudad intramuros de los
fundacionales de antaño. Vergés escribe una novela social-cotidiana,
de lengua llana que igualmente es lenguaje barrial.
Fantasma de una lejana fantasía
(Guillermo Piña-Contreras)
La ciudad como un barrio de la infancia-adolescencia. El autor reconstruye
la ciudad al través de los recuerdos de un niño que asienta
su psicología en el ámbito de una ciudad y una sociedad
cercada por el miedo. La incorporación de la memoria a otras
memorias, siempre con el marco de la ciudad como punto de partida. Es
la novela del crecimiento de una conciencia al través de las
otras.
Materia Prima
(Marcio Veloz Maggiolo)
Desentraña las interioridades del barrio de Villa Francisca pero
abre igualmente un espacio histórico que va desde la llamada
Era de Trujillo a la desaparición moral y social de Villa Francisca
durante el gobierno de Joaquín Balaguer. El barrio es un personaje
vivo, con sus propias condicionantes, con biografía propia, con
sus propios lamentos y sus momentos épicos. La ciudad, la historia,
el mundo sórdido y el mágico, se funden en la vida de
personajes que nacieron para narrar su propia vida y a veces su propia
historia reciclada.
La Balada de Alfonsina Bairán
(Andrés L. Mateo)
El autor logra meter al lector en una época dominada por la ciudad
misma. En la trágica historia de Alfonsina Bairán, cuando
la dictadura de Trujillo se diluye, crepitan las visitas al Bar de la
Turca, y la desolación se hace cómplice de una ciudad
marcada por la tragedia misma, en donde la noticia del acontecer político
y la infidelidad se mezclan con la vida prostituyente de los burdeles
de finales de la Era, y con la lucha misma contra la podredumbre social.
Una de las novelas más trágicas de la literatura dominicana,
pero a su vez uno de los textos donde la ciudad, pese a que no haya
descripciones puntuales, aparece como un apoyo interno, como una parte
interior de los personajes que arriesgan su vida al amor y luchan contra
un destino aplastante.
El Personero
(Efraím Castillo)
En esta novela la ciudad es cómplice de una búsqueda del
amor del Personero sobre una de las amantes de Trujillo. La novela reconstruye
con nombres y apellidos los personajes de la funesta Era. Irreverente
como lo ha sido siempre en su literatura, Castillo describe la ciudad
con sus lobos dentro. Con sus habitantes y políticos de glorieta.
En el capítulo titulado "El trepador", Martínez,
con los bolsillos llenos por la venta letal de su hija al Generalísimo,
brujulea por el centro de una ciudad en la que los años cincuenta
vienen encaramados en la voz de Bobby Capó y en los platos del
restaurante de Men el Chino.
Los que falsificaron la firma de Dios
(Viriato Sención)
El autor nos revela la ciudad como un importatne escenario en donde
afloran igualmente los años cincuenta, con Frank de cara al sexo
que estrena, con un Malecón hasta cierto punto romántico,
en donde todavía los helados eran parte de un ritual de época,
donde el desfile de los señoritos sociales y acomodados pescaban
lanzando sus reclamos desde automóviles descapotados, mientras
Daniel Santos y Toña la Negra deshilaban canciones y los bares
de putas de la parte alta encabezados por el de Herminia, reclamaban
los favores económicos de una sociedad hipócrita. Es la
ciudad que va forjando Joaquín Balaguer a costa de la corrupción
y el desorden, en un período en el que la moral del Dr. fue el
modelo inmoral de una sociedad escondida en la dádiva y en la
hipocresía.
Las siempre insólitas cartas del destino
(Roberto Marcallé Abreu)
En esta novela la ciudad de Santo Domingo forma parte de una trama diferente
de aquellas que caracterizaron la novelística anterior, por cuanto
es un escenario compuesto por datos, informes, dudas, cartas y pensamientos
en fusión que se cuajan en el misterio de la investigación
criminal. Si bien los textos descriptivos de Santo Domingo se diluyen
con frecuencia, el tema de la novela se mueve en una ciudad total en
la que emergen esquinas, calles, apartamientos como parte de una activa
fase de investigación policial. En este libro la ciudad tiene
el sabor de lo que se ha llamado posmodernidad.
Toda la vida
(Manuel Salvador Gautier)
El autor nos traslada a un Santo Domingo preñado de historias
actuales. La presencia de un Santo Domingo en movimiento, un Santo Domingo
que acompaña y dicta la movilidad de los integrantes de la historia,
abarcadora y tensa en ocasiones.
Aquiles Vargas, fantasma
(Manuel García Cartagena)
El autor incorpora la ciudad a la vigilia y al proceso de angustias
que se cierne sobre la juventud dominicana en una época grave
en acontecimientos y fallos de identidades. La calle El Conde entra
con vitalidad repetitiva en la novela. Una ciudad con depresiones profundas,
en las que Aquiles desaparece, se desagrupa, abandona los encuentros
suicidas, las fórmulas repentinas de lucha que terminarán
en renuncia.
Ya los oligarcas no bajan a la calle El Conde
(Pedro Peix)
Este autor ha sido un vigilante de la ciudad. Su literatura se recuesta
de un Santo Domingo sórdido y letal; ha reseñado en sus
relatos la oscuridad de un tiempo que se narra con ferocidad y aliento
de cronista profundo. Ejemplo: su proto-novela El Brigadier,
en donde el pueblo de San Rafael Arcángel, un símbolo
de la dictadura, es en parte la ciudad de Santo Domingo, con sus bustos,
sus malecones y sus estatuas. El texto que anotamos distribuido
por el autor en distintos puntos de la ciudad- aunque no tiene las características
de una novela a plenitud, convierte ese espacio citadino en un personaje
novelesco que quiere ser historia viva. Peix revela con pasión
su fuerza creativa una vez más. No es la calle del Conde
asomada a las vidrieras del poema de Pedro Mir, es todo lo contrario,
es la calle del Conde abandonada por aquellos visitantes de antaño
que poblaron socialmente sus espacios y que por razones que lindan con
la mitología, y por el golpeo de la historia misma, hubieron
de abandonarla.
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("Santo Domingo en la novela dominicana", estudio y selección
de Marcio Veloz Maggiolo; Ediciones Ferilibro: 2002, 227 pp.)
Suplemento Biblioteca, Listín Diario, 18 de Agosto
del 2002