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Las Devastaciones de Bastidas

José Genao
• Arquitecto

A La Casa de Bastidas le han talado los árboles de su patio, y con el incomprensible gesto, la sombra que hacía posible el agradable  cambio microclimático del evento de la entrada a su claustro. La pausa refrescante en el recorrido por la ciudad antigua es ahora historia, hito para recordar todo lo que se destruyó en una administración de gobierno. Cuando el sudor nos recorra por la entrepierna,  durante una caminata de verano, pensaremos en el umbráculo perdido de los cauchos, este jardín perdido parecía inmenso e imperturbable debido a su valor simbólico,  a su valor de oasis dentro de la abrasiva ciudad y en la memoria, son entonces más especies las que inventaremos, que las de la pérdida, son samanes, ceibas, chachases, cañafístolas, maras, anacahuitas, limoncillos y grigríes, todos los árboles que amamos y que algún día deben cohabitar más profusamente con la arquitectura y los habitantes. Nos inventaremos especies transmutables de árboles... recordaremos los petígueres, ciguas, chinclines, chicharras, búhos y lagartos que perdieron su hábitat.

Tan penosa es la pérdida del patio, como el desmantelamiento del Patronato de Las Casas Reales  y los años dedicados a cuidar el conjunto y a la animación de la agenda de la ciudad. Representa este  crimen una falta de respeto para los ciudadanos y un atentado contra el patrimonio de los dominicanos. No se sabe mucho de los motivos para la destrucción del jardín, pero se entiende claramente que lo sucedido es el  producto de la ignorancia de quien se cree con autoridad para proceder de esta manera, para afrontar sin una consulta previa, ciudadana o especializada, una iniciativa que modifica tan abrupta y salvajemente el conjunto arquitectónico preservado.

Aún siendo las obras de la ciudad antigua de piedra caliza, la cohesión emocional de las mismas con los habitantes de la ciudad es frágil y borrosa. Pareciera como si la apatía hacia los temas urbanos y de bienestar colectivo nos hiciera a todos cómplices por el silencio que hace patente el desconocimiento de la perseverancia con que hombres y mujeres han entregado el talento y los días de sus vidas a cuidar el embrión de la ciudad, denota el desconocimiento del volumen de los recursos y el tiempo invertidos, la amorosa devoción de generaciones de románticos empedernidos.

  No se puede aducir estrictamente que el conjunto corría peligro, para ello existe metodología de diagnosis de patología de edificaciones y técnicas para el control invasivo de las especies arbóreas cuando ponen en riesgo físico o de colapso a una estructura.

 Estamos ante otro desacierto, ante otro capricho de la improvisación y la desesperación de una gestión administrativa a la que se le agotó el tiempo y diluyó su escaso talento e imaginación en esterilidades numerosas. No dudamos de las buenas intenciones de quien inspirara o animara la iniciativa de intervención del conjunto de La Casa de Bastidas,  pero las buenas intenciones no son suficientes para justificar una devastación. 

Como siempre, rompemos los esquemas posibles de la coherencia y el sentido común: el proverbio "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey" aquí no aplica.

El rey era ciego. Entonces,  ¿Qué tipo de nación y que minusválida condición poseen los súbditos que se dejaron administrar por un ciego?.  Aún dentro de las limitaciones del fenecido  ex-presidente Balaguer y del estigma de la sangre y la herencia del clima político post Trujillo, es innegable admitir que en la comprensión de los temas urbanos  la gestión que  encabezó (junto a sus ministros y delegados) fue la más observadora, celosa y cuidadosa. Sobre todo si se refiere a la administración del patrimonio del espacio físico natural, histórico o construido.  Si comparamos el legado material de todas las administraciones del Estado Dominicano, lo que queda de la ciudad antigua en gran parte se lo debemos a las gestiones de los gobiernos del Doctor Balaguer, al igual que la concepción e implementación del sistema de parques de la ciudad.

De manera que mis divagaciones tienden a imaginar la opinión que merecería la destrucción de este  pequeño bosque intraurbano dentro de la ciudad que imaginó el mencionado y estigmatizado fallecido presidente. Pero eso es un tema tabú: entre las "avanzadas" intelectuales del país. Y no es una apología o la promoción del germen de un debate la intención de lo que se escribe.

La ciudad de Santo Domingo ha sido  múltiples veces devastada, abandonada, saqueada, humillada y zarandeada por los sucesos del tiempo. Su morfología deviene de esos sucesos, del mismo modo que de los sucesos menos dramáticos, anodinos, cotidianos y felices. Las ciudades, territorios, litorales y regiones  como biotopos o entidades animadas tienden a modelar su forma con los factores del flujo del dinero de sus economías en superposición con las características naturales, artificiales de sus espacios y la acción producto de la convivencia de sus habitantes .  Esa es la "Vida de la Ciudad". Y ésta está marcada por una sinuosa de altas y bajas de esos factores. La ciudad se reinventa a sí misma en la medida que asume las oportunidades, modos y tiempos de ese ritmo. Ese ritmo viene reflejando la comprensión de esas variables por parte de los Gobiernos y de los Habitantes (incluyendo especies vegetales y animales).

 Actualmente Santo Domingo está inmersa en uno de los ciclos, donde la confusión y la falta de una idea entusiasta provoquen un cambio a la tendencia de abandono que marca el  presente. Ponemos el ejemplo de los juegos panamericanos. Si bien la consolidación de las instalaciones deportivas existentes y la creación de otras nuevas, así como las unidades habitacionales que se han  erigido son importantes para la ciudad. La falta de una cohesión con el compromiso del entendimiento completo del biotopo, y la improvisación, han hecho de esta oportunidad un nuevo elemento perturbador para la crisis, destruyendo para su consecución, parte del  sistema verde del Parque del Este y creando nuevas deudas irracionales. Un evento de esta naturaleza, es una oportunidad que una ciudad debería aprovechar para hacer buenos negocios, para potenciar el espíritu cívico, en vez de crear nuevas incertidumbres y vergüenzas.

La idea de reinventarse exitosamente una ciudad, es la del esclarecimiento, el relevamiento de los múltiples layers o capas que componen la superposición de sus recursos, de su pasado, y reducción de una armonía con un presente digno, que debería conducir a un futuro orgulloso. Se  recrea en  una posible comprensión holística,  un esquema parecido al concepto de anima mundi a escala de anima urbis, donde el ritmo del biotopo y sus evoluciones tienen una cohesión cuya densidad es modelada por el grado de las aspiraciones de su tejido humano en la consecución de sus metas e ideales, de sus aspiraciones íntimas y de sus sueños.

Este esclarecimiento que conduce a una ciudad habitable no se articula en un ministerio, foro o seminario. Es el producto de una actitud con respecto a la Ciudad y sus Habitantes.

Los arquitectos, geógrafos, sociólogos, críticos del espacio o la cultura y urbanistas (en su abrumadora mayoría) en estos aislados aquelarres del lado oscuro de la luna, son el equivalente a la gestión de los economistas en la comprensión y formulación de los recetarios que nos han jodido.

En el caso de los economistas, el empache de tripitas, alcohol y fritos que evacuan nos ha llevado a donde estamos.

Se han dejado utilizar por las gerencias de los centros financieros globales, se dejan utilizar (a cambio de una comisión, claro) como perros de presa  para finalmente destruir la dignidad, los sistemas financieros locales y distribuir la miseria donde asome cualquier idea no alineada con los planes de los modelos  globales. En el Capitolio (el juego de mesa) global no somos (por el momento) otra cosa más que las calles París y Caracas, calles de color marrón que no rentan grandes beneficios. Para la bóveda que ordena el orbe, somos un potrero de mano de obra barata y servicios (bartenders, taxistas, maquiladores, drug dealers, peloteros y putas). La devastación de la ciudad tiene un paralelo con los vectores de la economía, pero no quiere esto significar que eso suceda si existen otros vectores de  resistencia que desalienten estas tendencias e incorporen un pensamiento y una acción que las desplace e interrumpa, es el camino de la autonomía, de la ruptura. Se nos hace difícil encontrar un camino deseado que plantee un escenario, que no sea el brumoso estadio que se crea cuando nos dejamos al abandono, se talan como árboles de caucho las iniciativas individuales y colectivas que pueden conducir a una ciudad digna.

 

LA TOMA DE LA CAPITAL

 

La instauración de la "Guía Emocional de la Ciudad Romántica" como preludio del plan maestro  balagueriano, no es un hecho nefasto, no agrada a muchos el recuerdo de su autor, pero como resultado fue la respuesta al abandono y a un conato ideológico de independencia.

La manu militari de los desalojos y la muralla de vergüenza no son quizás los más bellos recuerdos para imaginarse una ciudad posible. Pero no es acaso Santo Domingo en su formulación embrionaria y en la visión de Ovando una ciudad que se fundó pensando en el saqueo, la extracción, la administración y la conquista?

 Estas capas de la cebolla no corresponden al idílico germen de ciudad europea que primero fue un villorrio de artesanos y que confirió— al anima urbis un componente genético adherente a un sueño burgués y pujante, que se defendía de bárbaros y peleaba por los hímenes de sus doncellas y competía con la villa vecina por la excelencia del producto. No olvidemos ese detalle. El germen de la ciudad tiene en sus muros sangre, fantasmas de esclavos, calabozos, bóvedas de tesoros en tránsito producto del pillaje, polvorines, puerto imperial... de damiselas indianas suicidas y criollos crueles. El cóctel anímico es un componente importante de la resultante de la  características mismas de la ciudad,  o la miseria de la España Boba, o los saqueos y todo suceso funesto de los últimos dos siglos.

Esta idea germinal de la ciudad corresponde a la de una ciudad múltiples veces abandonada.

Estamos dentro de otro ciclo de abandono. Cada ciclo de abandono prepara un nuevo ciclo de reparación  de la ciudad.

No podemos detenernos a reconstruir un mapa urbano de la crueldad y el abandono por ello. Debemos utilizar este recurso penoso para transformarlo en su opuesto.

 ¿No es eso lo que nos enseña toda sabiduría oculta y antigua en cada uno de los sueños realizados por el hombre en toda su historia?

¿No corresponde por haber conocido el lado oscuro de la noche la fiesta del alba?

¿Cada día?

¿Cada ciclo?

Esta ciudad hecha a pedazos tiene que tener un momento de gloria, otro momento de gloria. Para ello  se requiere una toma de la ciudad. En estos días se prepara un simposio, o un foro, o algo que tiene que producir un documento. La ciudad que deseamos o algo así. Eso se quedará en las bombillas de los data shows de los Powerpoints de los especialistas.

La reconstrucción de la ciudad humana se levanta cuando sus individuos apuestan a un sueño y adquieren los derechos legales de su territorio. Se hacen sujetos de crédito y se ponen cómodos, beligerantes, celosos y compran butacas y riegan plantas. Hacen el amor eufóricos, tienen hijos, los  árboles crecen y arreglan los patios y tienen atraen vecinos agradables que entienden el territorio.

Pensemos en la casa de Tony Capellán, en la de Alanna Lockward, en la de Orlando Menicucci... ¡Cuantos sueños!

¡Cuenta devoción!

Pregúntenles si ha sido fácil el upgrade del baño  con latas, luego con mangueras y finalmente con cisternas, tinacos y bombas "ladronas".

Esa es la ciudad que nos merecemos. Una ciudad a la que le metemos dinero, a la que le metemos "mejora", a la que le metemos romance.

¿Pero en cuántos ha prendido el fuego del amor a la ciudad?

Desde que se da el primer "golpe" de bonanza, en la mayoría, deviene la imagen de un apartamento en el "polígono" (¡que nombre más ridículo!), donde no te puedes tirar un pedo pues lo huele el vecino, y si te tiras un polvo sonoro, fácil que la vecina te deja una  nota en el buzón, diciendo que ella tiene una hija adolescente, que por favor...

En fin, la historia de las ciudades reinventadas, de las ciudades recicladas, más que un plan maestro de arquitectos con guayaberas, necesita de un componente irracional y amoroso.

Necesita del amor de sus promotores inmobiliarios, de sus ricos, de sus habitantes, de sus munícipes, ministros, gobiernos, de su gente común.

La Toma de la Ciudad, es una decisión germinal a los sueños de los individuos, a la comprensión o  capacidad de re-enamorarse de su ciudad y dedicarse con devoción a ello; luego vendrán los vecinos y el tejido comenzará a cambiar de aspecto.

No podemos emular el abandono de criollos, indianos y quincalleros pequeños burgueses que se fueron al estúpido polígono a cambio de perder sus mansiones por un horno de pan, caja de zapatos o apartamento sin escaleras de emergencia y con el ascensor descompuesto por los siglos de los siglos.

Cuando llegue el golpe de bonanza y prosperidad vamos a tomar la ciudad. ¿Que éste no es el momento  de prosperidad adecuado? (según Eligio Jáquez, el "diligente" ministro de Agricultura, éste es un momento de bonanza histórica).

Debemos esperar, pues el horno no está para galleticas.

Si en ese momentum que viene, y si ya los franceses y españoles no se han tomado  completamente la ciudad colonial... Deberemos individualmente proponernos La Toma de la Ciudad.

 

Santo Domingo

 

Es un tesoro, de barrios hermosos y dignos, con gran potencial para reinventarnos una ciudad llena de maras, samanes y ciguas. Pensemos en San Antón, San Carlos, Villa Juana, Ciudad Nueva, Villa Francisca, Borojol... Vamos a encontrar el clavo donde reinventar nuestros romances. Olvidemos a Gazcue. Eso se jodió. La exploración del lugar adecuado para la toma de la ciudad tiene que ser una estrategia individual, no solo para un sueño de una nueva ciudad, sino para hacer un gran negocio. No dejemos que vengan los nuevos colonizadores a darnos la pela de nuevo.

29 de Junio 2003

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