Tan
penosa es la pérdida del patio, como el desmantelamiento del Patronato
de Las Casas Reales y los
años dedicados a cuidar el conjunto y a la animación de la agenda
de la ciudad. Representa este crimen
una falta de respeto para los ciudadanos y un atentado contra el patrimonio
de los dominicanos. No se sabe mucho de los motivos para la destrucción
del jardín, pero se entiende claramente que lo sucedido es el
producto de la ignorancia de quien se cree con autoridad para
proceder de esta manera, para afrontar sin una consulta previa, ciudadana
o especializada, una iniciativa que modifica tan abrupta y salvajemente
el conjunto arquitectónico preservado.
Aún
siendo las obras de la ciudad antigua de piedra caliza, la cohesión
emocional de las mismas con los habitantes de la ciudad es frágil
y borrosa. Pareciera como si la apatía hacia los temas urbanos y de
bienestar colectivo nos hiciera a todos cómplices por el silencio
que hace patente el desconocimiento de la perseverancia con que hombres
y mujeres han entregado el talento y los días de sus vidas a cuidar
el embrión de la ciudad, denota el desconocimiento del volumen de
los recursos y el tiempo invertidos, la amorosa devoción de generaciones
de románticos empedernidos.
No se puede aducir estrictamente que el conjunto
corría peligro, para ello existe metodología de diagnosis de patología
de edificaciones y técnicas para el control invasivo de las especies
arbóreas cuando ponen en riesgo físico o de colapso a una estructura.
Estamos ante otro desacierto, ante otro capricho
de la improvisación y la desesperación de una gestión administrativa
a la que se le agotó el tiempo y diluyó su escaso talento e imaginación
en esterilidades numerosas. No dudamos de las buenas intenciones de
quien inspirara o animara la iniciativa de intervención del conjunto
de La Casa de Bastidas, pero
las buenas intenciones no son suficientes para justificar una devastación.
Como
siempre, rompemos los esquemas posibles de la coherencia y el sentido
común: el proverbio "en el país de los ciegos, el tuerto es el
rey" aquí no aplica.
El
rey era ciego. Entonces, ¿Qué
tipo de nación y que minusválida condición poseen los súbditos que
se dejaron administrar por un ciego?.
Aún dentro de las limitaciones del fenecido
ex-presidente Balaguer y del estigma de la sangre y la herencia
del clima político post Trujillo, es innegable admitir que en la comprensión
de los temas urbanos la gestión
que encabezó (junto a sus ministros y delegados)
fue la más observadora, celosa y cuidadosa. Sobre todo si se refiere
a la administración del patrimonio del espacio físico natural, histórico
o construido. Si comparamos
el legado material de todas las administraciones del Estado Dominicano,
lo que queda de la ciudad antigua en gran parte se lo debemos a las
gestiones de los gobiernos del Doctor Balaguer, al igual que la concepción
e implementación del sistema de parques de la ciudad.
De
manera que mis divagaciones tienden a imaginar la opinión que merecería
la destrucción de este pequeño
bosque intraurbano dentro de la ciudad que imaginó el mencionado y
estigmatizado fallecido presidente. Pero eso es un tema tabú: entre
las "avanzadas" intelectuales del país. Y no es una apología
o la promoción del germen de un debate la intención de lo que se escribe.
La
ciudad de Santo Domingo ha sido múltiples
veces devastada, abandonada, saqueada, humillada y zarandeada por
los sucesos del tiempo. Su morfología deviene de esos sucesos, del
mismo modo que de los sucesos menos dramáticos, anodinos, cotidianos
y felices. Las ciudades, territorios, litorales y regiones
como biotopos o entidades animadas tienden a modelar su forma
con los factores del flujo del dinero de sus economías en superposición
con las características naturales, artificiales de sus espacios y
la acción producto de la convivencia de sus habitantes .
Esa es la "Vida de la Ciudad". Y ésta está marcada
por una sinuosa de altas y bajas de esos factores. La ciudad se reinventa
a sí misma en la medida que asume las oportunidades, modos y tiempos
de ese ritmo. Ese ritmo viene reflejando la comprensión de esas variables
por parte de los Gobiernos y de los Habitantes (incluyendo especies
vegetales y animales).
Actualmente Santo Domingo está inmersa en uno
de los ciclos, donde la confusión y la falta de una idea entusiasta
provoquen un cambio a la tendencia de abandono que marca el presente. Ponemos el ejemplo de los juegos panamericanos. Si bien
la consolidación de las instalaciones deportivas existentes y la creación
de otras nuevas, así como las unidades habitacionales que se han erigido son importantes para la ciudad. La
falta de una cohesión con el compromiso del entendimiento completo
del biotopo, y la improvisación, han hecho de esta oportunidad un
nuevo elemento perturbador para la crisis, destruyendo para su consecución,
parte del sistema verde del Parque del Este y creando
nuevas deudas irracionales. Un evento de esta naturaleza, es una oportunidad
que una ciudad debería aprovechar para hacer buenos negocios, para
potenciar el espíritu cívico, en vez de crear nuevas incertidumbres
y vergüenzas.
La idea de reinventarse exitosamente
una ciudad, es la del esclarecimiento, el relevamiento de los múltiples
layers o capas que componen la superposición de sus recursos, de su
pasado, y reducción de una armonía con un presente digno, que debería
conducir a un futuro orgulloso. Se recrea en
una posible comprensión holística,
un esquema parecido al concepto de anima mundi a escala de
anima urbis, donde el ritmo del biotopo y sus evoluciones tienen una
cohesión cuya densidad es modelada por el grado de las aspiraciones
de su tejido humano en la consecución de sus metas e ideales, de sus
aspiraciones íntimas y de sus sueños.
Este
esclarecimiento que conduce a una ciudad habitable no se articula
en un ministerio, foro o seminario. Es el producto de una actitud
con respecto a la Ciudad y sus Habitantes.
Los
arquitectos, geógrafos, sociólogos, críticos del espacio o la cultura
y urbanistas (en su abrumadora mayoría) en estos aislados aquelarres
del lado oscuro de la luna, son el equivalente a la gestión de los
economistas en la comprensión y formulación de los recetarios que
nos han jodido.
En
el caso de los economistas, el empache de tripitas, alcohol y fritos
que evacuan nos ha llevado a donde estamos.
Se
han dejado utilizar por las gerencias de los centros financieros globales,
se dejan utilizar (a cambio de una comisión, claro) como perros de
presa para finalmente destruir la dignidad, los sistemas
financieros locales y distribuir la miseria donde asome cualquier
idea no alineada con los planes de los modelos
globales. En el Capitolio (el juego de mesa) global no somos
(por el momento) otra cosa más que las calles París y Caracas, calles
de color marrón que no rentan grandes beneficios. Para la bóveda que
ordena el orbe, somos un potrero de mano de obra barata y servicios
(bartenders, taxistas, maquiladores, drug dealers, peloteros y putas).
La devastación de la ciudad tiene un paralelo con los vectores de
la economía, pero no quiere esto significar que eso suceda si existen
otros vectores de resistencia
que desalienten estas tendencias e incorporen un pensamiento y una
acción que las desplace e interrumpa, es el camino de la autonomía,
de la ruptura. Se nos hace difícil encontrar un camino deseado que
plantee un escenario, que no sea el brumoso estadio que se crea cuando
nos dejamos al abandono, se talan como árboles de caucho las iniciativas
individuales y colectivas que pueden conducir a una ciudad digna.
LA TOMA DE LA CAPITAL
La
instauración de la "Guía Emocional de la Ciudad Romántica"
como preludio del plan maestro balagueriano,
no es un hecho nefasto, no agrada a muchos el recuerdo de su autor,
pero como resultado fue la respuesta al abandono y a un conato ideológico
de independencia.
La
manu militari de los desalojos y la muralla de vergüenza no son quizás
los más bellos recuerdos para imaginarse una ciudad posible. Pero
no es acaso Santo Domingo en su formulación embrionaria y en la visión
de Ovando una ciudad que se fundó pensando en el saqueo, la extracción,
la administración y la conquista?
Estas capas de la cebolla no corresponden al
idílico germen de ciudad europea que primero fue un villorrio de artesanos
y que confirió— al anima urbis un componente genético adherente a
un sueño burgués y pujante, que se defendía de bárbaros y peleaba
por los hímenes de sus doncellas y competía con la villa vecina por
la excelencia del producto. No olvidemos ese detalle. El germen de
la ciudad tiene en sus muros sangre, fantasmas de esclavos, calabozos,
bóvedas de tesoros en tránsito producto del pillaje, polvorines, puerto
imperial... de damiselas indianas suicidas y criollos crueles. El
cóctel anímico es un componente importante de la resultante de la
características mismas de la ciudad,
o la miseria de la España Boba, o los saqueos y todo suceso
funesto de los últimos dos siglos.
Esta
idea germinal de la ciudad corresponde a la de una ciudad múltiples
veces abandonada.
Estamos
dentro de otro ciclo de abandono. Cada ciclo de abandono prepara un
nuevo ciclo de reparación de
la ciudad.
No
podemos detenernos a reconstruir un mapa urbano de la crueldad y el
abandono por ello. Debemos utilizar este recurso penoso para transformarlo
en su opuesto.
¿No es eso lo que nos enseña toda sabiduría
oculta y antigua en cada uno de los sueños realizados por el hombre
en toda su historia?
¿No
corresponde por haber conocido el lado oscuro de la noche la fiesta
del alba?
¿Cada
día?
¿Cada
ciclo?
Esta
ciudad hecha a pedazos tiene que tener un momento de gloria, otro
momento de gloria. Para ello se
requiere una toma de la ciudad. En estos días se prepara un simposio,
o un foro, o algo que tiene que producir un documento. La ciudad que
deseamos o algo así. Eso se quedará en las bombillas de los data shows
de los Powerpoints de los especialistas.
La
reconstrucción de la ciudad humana se levanta cuando sus individuos
apuestan a un sueño y adquieren los derechos legales de su territorio.
Se hacen sujetos de crédito y se ponen cómodos, beligerantes, celosos
y compran butacas y riegan plantas. Hacen el amor eufóricos, tienen
hijos, los árboles crecen y arreglan los patios y tienen atraen vecinos agradables
que entienden el territorio.
Pensemos
en la casa de Tony Capellán, en la de Alanna Lockward, en la de Orlando
Menicucci... ¡Cuantos sueños!
¡Cuenta
devoción!
Pregúntenles
si ha sido fácil el upgrade del baño
con latas, luego con mangueras y finalmente con cisternas,
tinacos y bombas "ladronas".
Esa
es la ciudad que nos merecemos. Una ciudad a la que le metemos dinero,
a la que le metemos "mejora", a la que le metemos romance.
¿Pero
en cuántos ha prendido el fuego del amor a la ciudad?
Desde
que se da el primer "golpe" de bonanza, en la mayoría, deviene
la imagen de un apartamento en el "polígono" (¡que nombre
más ridículo!), donde no te puedes tirar un pedo pues lo huele el
vecino, y si te tiras un polvo sonoro, fácil que la vecina te deja
una nota en el buzón, diciendo
que ella tiene una hija adolescente, que por favor...
En
fin, la historia de las ciudades reinventadas, de las ciudades recicladas,
más que un plan maestro de arquitectos con guayaberas, necesita de
un componente irracional y amoroso.
Necesita
del amor de sus promotores inmobiliarios, de sus ricos, de sus habitantes,
de sus munícipes, ministros, gobiernos, de su gente común.
La
Toma de la Ciudad, es una decisión germinal a los sueños de los individuos,
a la comprensión o capacidad
de re-enamorarse de su ciudad y dedicarse con devoción a ello; luego
vendrán los vecinos y el tejido comenzará a cambiar de aspecto.
No
podemos emular el abandono de criollos, indianos y quincalleros pequeños
burgueses que se fueron al estúpido polígono a cambio de perder sus
mansiones por un horno de pan, caja de zapatos o apartamento sin escaleras
de emergencia y con el ascensor descompuesto por los siglos de los
siglos.
Cuando
llegue el golpe de bonanza y prosperidad vamos a tomar la ciudad.
¿Que éste no es el momento de
prosperidad adecuado? (según Eligio Jáquez, el "diligente"
ministro de Agricultura, éste es un momento de bonanza histórica).
Debemos
esperar, pues el horno no está para galleticas.
Si
en ese momentum que viene, y si ya los franceses y españoles
no se han tomado completamente
la ciudad colonial... Deberemos individualmente proponernos La Toma
de la Ciudad.
Santo Domingo
Es
un tesoro, de barrios hermosos y dignos, con gran potencial para reinventarnos
una ciudad llena de maras, samanes y ciguas. Pensemos en San Antón,
San Carlos, Villa Juana, Ciudad Nueva, Villa Francisca, Borojol...
Vamos a encontrar el clavo donde reinventar nuestros romances. Olvidemos
a Gazcue. Eso se jodió. La exploración del lugar adecuado para la
toma de la ciudad tiene que ser una estrategia individual, no solo
para un sueño de una nueva ciudad, sino para hacer un gran negocio.
No dejemos que vengan los nuevos colonizadores a darnos la pela de
nuevo.
29 de Junio
2003