Erick Dorrejo
[Erick Dorrejo es un destacado arquitecto dominicano, especialista en temas de sostenibilidad. Estudió en Santo Domingo y en Madrid. Para contactos: erickdorrejo@claro.net.do]
Una
variedad de esfuerzos
infructuosos han sido presentados en las últimas décadas por parte de
las
autoridades responsables de administrar el sistema de tránsito de las
principales ciudades de la República Dominicana, sin la posibilidad de
consolidar un proyecto que ponga fin al caos que invade cada rincón
urbano de
esta isla caribeña.
El
tiempo ha evidenciado que el
problema del tránsito no se soluciona con más unidades vehiculares en
las
calles, ni es posible corregirlo con aumentar los kilómetros de vías,
elevados
y túneles a lo interno de la ciudad. Las ultimas décadas han mostrado
que la solución
no descansa en incrementar la carga impositiva a los combustibles para
destinar
más recursos a la reparación de vías, a la compra de unidades o a
enriquecer
grupos minoritarios a través de exenciones focalizadas.
Estos
años de angustias y
sufrimientos solo han consolidado el problema en el
círculo del caos, el cual podemos definir como un conjunto de
acciones provistas para enfrentar las patologías existentes en el
sistema de
movilidad urbana sin embargo las mismas han contribuido en cimentar el
desorden, contribuyendo a la proliferación de los entaponamientos,
elevando los
niveles de contaminación, construyendo una ciudad más insegura,
aumentando el
consumo de combustibles fósiles, afectando la canasta básica familiar e
incidiendo en el deterioro de la calidad de vida de los dominicanos.
Cuando
los desafíos de la ciudad son
intervenidos de manera parcial, para solucionar los problemas de un
sector se
contribuye en consolidar el círculo del
caos; por ejemplo, cuando enfrentamos los tapones con la
construcción de más
vías, estamos aumentando las posibilidades de que circulen más
vehículos,
incrementando el parque vehicular y esto nos lleva al principio del
análisis,
pensando que hacen falta más vías para la ciudad. Lo mismo sucede al
analizar otros
elementos que forman parte de un sistema de movilidad urbana. Si la
mayoría de
nuestra gente no puede acceder a un vehículo privado, si el aumento de
vías
deteriora la calidad ambiental de la ciudad, entonces necesitamos
pensar el
sistema de movilidad de manera integral; no es un sector el que debemos
solucionar, es una ciudad sumida en un círculo caótico, en la cual
habitan
personas, en la cual debemos pensar y proveer soluciones articuladas en
el
territorio.
Otro
elemento importante es que
el círculo del caos solo beneficia a grupos minoritarios y la ciudad
debe pensarse
y planificarse para el bienestar de las mayorías; mientras tanto este
círculo
del caos perjudica a los que menos tienen, a los hombres y mujeres que
se
desplazan por las calles, al igual que a quienes disfrutan la ciudad y
lamentablemente no pueden caminarla.
En
la medida que descuidamos esta
realidad el círculo del caos se
afianzara̒ en nuestras ciudades; para enfrentar esta situación se
requiere colocar
al ser humano en el centro de la solución y luego pensar el tema del
tránsito,
como parte de un esquema sistémico en el cual podamos tomar en cuenta
los
aspectos institucionales, administrativos, territoriales, tarifarios y
modales.