Eugenio García Cuevas
[Eugenio García Cuevas (La Vega, 1961), es un reconocido ensayista, crítico y narrador dominicano, residente en Puerto Rico. Sobre su obra, ver el trabajo de Mario R. Cancel: Sujetos y predicados, el Caribe de Eugenio García Cuevas]
1.Todavía tengo estancada en mi cabeza y en el estómago el movimiento y la imagen de los dedos de su mano derecha untados de sangre aguada metiéndose y estrujándose entre sus entrepiernas acaneladas. Todavía veo sus ojos desbocados, como regresando y esfumándose hacia ese inmenso cielo verde-azul con ese punto negro en el medio --como una lunita negra--, que parecía que nos iba a absorber y enceguecer a todos. Todavía recuerdo su boca, como un pequeño orificio arremolinado absorbiendo, como chupando desde adentro de la barriga y llenándose de aquella pesadez salada y amarga mientras chapoteaba desesperada y se hundía en esa terrible profundidad de un color desconocido --sólo comparable al manto de un congelado oscuro-- que mis ojos nunca habían visto. Porque para empezar diciendo la verdad, era tan sólo la tercera vez en mi vida que me había alejado tanto de la orilla del mar y eso había sido sólo por las noches, en los viajes anteriores; porque, a decir otra verdad, nunca habíamos pasado de la madrugada: todas las veces nos habían atajado. Pero voy al punto: ella fue la culpable de todo. Era cuestión de lanzarla o que nos comieran a todos. Sé, ahora lo recuerdo muy bien, cuando todavía estábamos en tierra, que le dijo a alguien que se llamaba Piedad Pimentel y que era de La Vega, de los lados de Cercado Alto. La cuestión es que ella debió decir la verdad como hicieron las otras dos que se quedaron, porque ellas sí que fueron honestas y por eso se salvaron, porque en este mundo a veces --sólo a veces-- es mejor decir la verdad, pase lo que pase. No me alegro de su muerte, Dios lo sabe, pero eso le pasó por mentirosa y bruta. Es que muchas mujeres no tienen memoria con esa cosa de ellas. Y qué íbamos a hacer nosotros con todos esos animales malévolos siguiéndonos por ese maldito olor a sangre que le salía del nacimiento de los muslos y los volvía locos allá abajo en el agua, y nosotros los veíamos --temiblemente gordos-- desde donde estábamos, es decir desde aquella maldita yola que volaba bajito y lento en medio de aquel maldito mar. Así son estas vainas de los viajes, uno se enreda en ellos y no sabe lo que va a suceder. La vaina es que estas vainas no son para pendejos ni pendejas. Yo lo digo porque traté dos veces antes y después de que por fin llegué, ahora me detienen en la misma orilla, caigo preso; me devuelven al país y para colmo también me acusan de una muerte. A eso le llamo yo tener mala suerte. Pero bueno, esta vaina es para hombres y yo me llamo Ramón Coronado y no me arrepiento de nada, así es la vida de los hombres de verdad…
2. Sé que el día antes lo pasamos metidos en un monte hediendo lleno de mosquitos y cangrejos y que salimos supuestamente de Miches, una noche después. Eso lo sé porque como todo el mundo sabe, esa es la puntita de tierra de donde salen casi todos los viajes de dominicanos hacia Puerto Rico. Después sólo recuerdo lomas, montañas, hondonadas y pailas hirviendo y burbujeantes de agua. Yo no soy del área del mar, sino de Elías Piña y no sé nada de los mares. Sé que todos éramos dominicanos y que sólo había un çcubano y dos chinos, a los chinos los recuerdo por sus caras tristes y achatadas. A mí incluso me daban pena los chinos. Yo nunca había visto agua de tantos colores en mi vida, yo creía que el agua sólo era clara, sucia o turbia, fría, tibia o caliente, pero no, son muchas las aguas que rodean y viven en este mundo. Cuando salimos sólo se veían las luces pestañeantes que íbamos dejando atrás y hacia el frente sólo encontrábamos oscuridad y más oscuridad: es como si estuviéramos entrando a una caverna rodeada de humo coagulado y estancado. Pero de momento, cuando empezó a amanecer, aquello era como si no fuera la realidad. Cualquier palabra es chiquita para describir el paisaje marino que se impone a los ojos. Aquella lindura --porque creo que era eso-- daba miedo. Esa luz de la mañana cayendo en el agua nadie la puede fotografiar en la mente: son colores y sonidos que no existen fuera del mar y que sólo duran minutos. Todo cambia muy rápido, es como si esos colores fueran peces que se asustan al ser visto por los ojos humanos. Yo, como no se hablar, no tengo las palabras para detallar todas esas tonalidades, tendría que compararlas con colores terrestres, es decir tendría que mentir porque son tonos que sólo se ven allí y no existen en la tierra. Aquello era como una selva de agua donde se encontraban todos los ríos del mundo. Claro, que eso fue antes de que a ninguno le empezaran las náuseas y los vómitos, porque aquello era peor que cuando yo estuve embarazada de mi hijo, por la que también me metí en ese maldito viaje. Hubo un momento --de los muchos que se sucedían rápidamente-- que el mar empezó a parecer el espejo de una profundidad infinita, donde lo ojos no encontraban apoyo hacia abajo. Desde ese fondo salían como rostros ahogados y angélicos, como si allá abajo hubiera otro mundo habitado por espíritus de seres vivos, como si allá abajo convivieran en pelea y se asomaran a nosotros vestidos de espumas como para espantarnos. Aquello me daba una ansiedad escalofriante y no es porque yo fuera mujer porque muchos hombres también sentían ese mismo miedo. Yo siempre he sido muy perceptiva y me doy cuenta cuando la gente tiene miedo o está preocupada por algo, yo sé de los reflejos del corazón de los demás. Yo sé de lo que hablo porque cuando nació Milagros Torres, es decir yo, a los pocos días empezaron a decir que yo sería adivina, y a eso era que iba a Puerto Rico: a poner un negocio de consultora en una calle llamada El Roble, de un tal Río Piedras, o en San Juan, donde vienen los turistas porque me decían que allá a la gente les gusta que les lean las manos y la taza. Pero en verdad a mí lo que me gusta es leer el pelo de las pestañas. En ellos está toda la vida de una persona: ahí está todo lo que a usted le ha pasado. Mi método consiste en quemar primeramente una pestaña del ojo izquierdo y otra del derecho en una cucharita de plata encima de una velita amarilla. Yo les saco los pelitos sin dolor y luego en el humito que sale veo todo lo que necesito, pero tiene que ser de personas que yo no conozca y mientras de más lejos sea el país de donde viene mucho mejor. Ese es mi secreto, el humito también me indica lo que viene para esa persona, y no me importa decirlo porque eso me lo dio Dios sólo a mí. Perdonen que me desvíe, pero vuelvo a la yola y al mar. Al principio, todavía por la mañana, se veían pájaros muy solos. En el cielo del mar casi todo anda solo. Es demasiado el espacio, hasta la luz se ve sola. Todo parece como atrapado en una malla infinita. Fue ahí donde pude entender lo que era la soledad, en la tierra una nunca está sola, porque hasta las sombras te hacen compañía, pero en el mar todo está y no está: esos montes de agua parece que no tienen alma, ni nacimiento. De momento es gris, azul, rojo, verde, violeta, amarillo, claro, oscuro, anaranjado, frío, caluroso, fresco, todos los estados se pueden sentir en esa sábana en movimiento. Cuando llega la noche es como sentirse que se entra a una desolación eterna. Como a la hora del amanecer es igual, es la continuación del desamparo y cuando escucha la respiración de los que van a tu lado sientes un gran amor por los demás, pero de momento sientes odio. Lo más difícil es hacer las necesidades porque hay mujeres que les da vergüenza, pero llega un momento en que una no se aguanta más y ahí se pierde el temor de que te vean y entonces tienes que irte a una esquinita, pero a los hombres como que se les va el deseo y ni te miran, es como si dejáramos de ser varón o hembra y nos convirtiéramos sólo en seres humanos sin sexo. Ese es parte del problema porque entonces a los hombres se les va la delicadeza. Ahora, yo de ella no puedo decir mucho porque yo estaba en la punta de al frente de la yola y ellas en la de atrás. Yo presentía que algo iba a suceder porque de momento empezó algo raro en el mar, como que esos animales empezaron a acercarse. Yo los había visto en la televisión y en los libros, pero no de verdad. Entonces yo empecé a sentir un olor raro, como a llagas. En el mar hay muchos olores raros, pero ese olor estaba en la yola. Entonces uno de los tígueres que el capitán tenía en la parte de atrás de la yola vino donde el capitán y yo oí que le dijo que si no la tiramos nos jodemos. Yo no puedo decir que vi cuando la tiraron o la empujaron. Ahora, de que oí el grito eso sí y que fue ahí entonces que aceleraron la yola. Para mí que la cosa es que ella era irregular o tal vez se le adelantó la luna por los nervios, así son estas vainas, pero los hombres no saben nada de las cosas de las mujeres…
3. Lo cierto es que aunque digan lo que digan yo no fui el único que participó en lo de la ahogada. A mí no me van a coger de pariguayo. Ya hace muchos años que dejé de ser ese pariguayito que yo era cuando llegué a la Capital, de allá del campo de Manabao donde nos hartábamos de granadillos y batata sancochada. No es que yo sea un tiguerón, pero pendejo no soy. Lo que pasa es que a veces yo también tengo la cara de mangrino, pero no es así. Aquí o los demás dicen la verdad o nos jodemos todos, porque en estas vainas nadie es amigo de nadie. Lo juro por mis hijas Juliana y Nina --que también fueron en parte las causantes de que yo me metiera en esa maldita yola-- que yo no fui el único que participó en lo de la muerta. Si menciono a mis hijas en esto es porque lo mío era quedarme en Puerto Rico por un tiempo para trabajar en lo que fuera y ayudarlas en la vida, porque yo no quería que ellas terminaran siendo cueros, como todas esas tigueritas que después tienen que dedicarse a mamárselo a los turistas, a todos esos viejos sinvergüenzas que vienen aquí al país a eso. Yo quería que ellas estudiaran en un colegio y que tuvieran sus ropitas como las demás muchachas. Pero siguiendo con lo del viaje y el asunto de la desaparecida yo digo que incluso las otras mujeres que iban en la yola también se desesperaron al ver los tiburones tan cerca. Estoy seguro --recuerdo sus insinuaciones-- que cuando nos acercamos a ella pidieron que actuáramos. Yo recuerdo que sólo una, creo que de las que estaban al frente, cerca del capitán, dijo que no lo hiciéramos porque estábamos llegando a la orilla. Yo no sé si eso era verdad porque yo no veía nada a lo lejos y, además, después de varios días en el mar cuando uno no tiene experiencia en esos viajes se pierde la noción de casi todo y sólo el capitán sabe por dónde se va. Lo único que puedo decir que veía cerca era agua y más agua metiéndose en la yola y lloros y más lloros de las otras mujeres y las respiraciones de los más pendejos, es decir de los campesinos esos que sólo saben de ríos y nada del mar. Entonces como el sol estaba tan cerca, con ese maldito punto negro en el medio que nos dejaba ciego, no podía saber si a lo lejos estaba Puerto Rico. No niego que yo participara, eso no lo voy a negar, pero no fui solo yo. Así es que si Roberto Peralta se jode se jode todo el mundo...
4. El asunto aquí es que yo le digo mil veces a las mujeres que hablen claro, que si van a tener la menstruación, es decir la luna que no se encaramen en la yola, que esperen por otro viaje o le devolvemos su dinero si no confían en nosotros, pero que no pueden poner la vida de los demás en peligro. No es la primera vez que estas vainas suceden. Elio Mateo lleva años en estas vainas de los viajes y sé cómo son las cosas: la sangre de las mujeres con la luna vuelve loco a los tiburones y hasta que tú no le tiras a la mujer que la tienes allí encima te persiguen hasta que te tumban de la yola. Esos animales son como vampiros, huelen más que el diablo y los que lo han visto de cerca como yo, no desde los barcos altos, saben lo que digo. Entonces uno como capitán de todos esos infelices tiene que tomar la decisión: o la tira para que los tiburones se la coman a nos comen a todos juntos, ese es el problema. Estas son vainas difíciles de decir, pero esa es la realidad. La gente habla mucho, pero nadie sabe las vainas que se pasan en estos viajes. Nadie sabe los sueños que uno pierde sabiendo que tuvo que tirar a una infeliz o a cualquier otro infeliz que se corta una mano o una pierna durante el trayecto. Por eso siempre le digo a la gente que se pongan camisas y pantalones largos para que no se hagan arañazos y le salgan gotitas de sangre. Pero qué va, la gente no entiende por más claro que usted sea con ellos. Así son estas malditas desgracias de los viajes en yola…
Cronología de Piedad Pimentel
1963:
-Nace en Cercado Alto, un 15 de marzo. Fue la cuarta hija de Marina Hernández y Eduardo Pimentel. Ambos se dedicaban al recogido de café.
-25 de septiembre: Golpe de Estado contra Juan Bosch.
1964:
-Empieza a sentir repulsión por los alimentos salados ya sean sólidos o líquidos. De ahí nace su vicio se comer azúcar a escondidas de su madre.
1965:
-Turbas de hombres y mujeres gritan por las calles de Santo Domingo: “Caamaño seguro, a los yanquis dale duro”.
1966:
1 de junio: Juramentación de Joaquín Balaguer como Presidente de la República Dominicana.
1967-1969:
-Su madrina Angélica le regala una gallina blanca de cresta machacada. Atrapa su primera mariposa amarilla con pintas azules en las alas. Desde entonces sería certera cazando mariposas de todos los colores a cualquier hora del día, incluso por las noches.
-Se baña desnuda en el río mientras su madre lavaba. Descubre una arenita brillosa que traía la corriente del río, pero que cada vez la atrapaba se le desaparecía de los dedos.
1970-1974:
-Es enviada a la casa de su hermana mayor que vive en La Vega, casada con un vendedor de dulces de leche quemada y coco guayado.
-Es matriculada en primer grado en la Escuela Federico García Godoy. El primer día que asiste a la escuela llega llorando a la casa porque los demás niños y niñas le gritan “campesina bruta”.
-Se resiste a volver a la escuela
-Aborrece el ruido de las bocinas de los carros que pasan frente a su casa.
-Por las noches despierta despavorida porque sueña con un río de aguas negras donde ella se hunde y unos camarones enormes con aletas --parecidos a los que ella pescaba en el campo-- la arrastran hacia el fondo.
-Empieza a ir al catecismo y las monjas le dan cabida en el Colegio Laura Vicuña. Allí estudia hasta sexto grado.
-Se convierte en devota de la Virgen María, a quien le pide por las noches que la ayude a superarse para ayudar a su madre que sigue recogiendo café en el campo, luego de que su padre muriera.
1975-1977:
-Una vecina de su hermana de regala un par de tenis azules, ajados, traídos de Puerto Rico.
-Se avergüenza cuando descubre que de sus senitos empiezan a hincharse y que cada cierto tiempo unas gotitas de sangre debilucha salen de sus entrepiernas. Su vergüenza aumenta cuando un día su prima vocifera a su vecina que Piedad no puede ir a la escuela porque tiene la Luna.
-Se descubre pensando en los ojitos de René Torres. Siente miedo de esos ojos y no entiende por qué estos siguen metidos entre los de ella aún hasta cuando come.
-Viaja por primera vez a Santo Domingo y ve el mar. Siente escalofrío ante tanta agua junta.
1978:
Antonio Guzmán presidente de la República Dominicana.
1979:
-Nuevos sueños con agua: Se ve volando por encima del mar, una bandada de ciguas de palma la persigue, pero éstas regresan a la orilla cuando dejan de ver las orillas del mar. Unos peces enormes saltan para atraparla, pero ella los evade haciendo varias piruetas en el aire.
1980:
-Trabaja como planchadora en una casa del barrio conocido en su barrio como Los Flamboyanes.
1981:
Conoce a Julio Rodríguez aspirante a estudiar ingeniería y lo acepta como su novio.
1982:
-Salvador Jorge Blanco, nuevo presidente del país.
-Nace su hija Carmina. Julio trabaja como barillero para un maestro constructor conocido como Manolón.
-Primer intento de conseguir visa en el consulado americano para viajar a Puerto Rico.
-Trabaja como dependiente en una tienda de materiales para costura frente al Parquecito de Las flores
1984:
-Nace su hijo Julio Ricardo.
-Bajo las órdenes del presidente Blanco cientos de dominicanos son ametrallados en las calles mientras protestaban por el aumento de los alimentos.
-Se gradúa de Bachiller en Matemáticas en el Liceo Don Pepe Álvarez en horario nocturno.
-Tras una semana completa soñando con un mapamundi una adivina le dice que tiene que viajar a Puerto Rico, que el futuro de sus hijos está en ese país.
-Segundo intento de conseguir una visa para viajar a New York donde vive su prima Juliana.
1985:
-Surge la idea de viajar en Yola hacia Puerto Rico para desde esta isla viajar a los Estados Unidos.
-Separación de Julio por éste no estar de acuerdo con ella en torno a la idea de irse en Yola hacia Puerto Rico.
-Hace los primeros contactos con gente que conoce cómo se hacen los viajes.
-Su prima Juliana le envía el adelanto para el viaje por yola.
1986:
-15 de enero: se embarca hacia Puerto Rico en una yola donde viajaban otros 39 pasajeros.