Luis Días
(Maimón, 20 de junio 1952)

 

JICOTEA NITAÍNA


En el principio, solo Mana
sobrevivió aquel desastre.
Son testigo los riachuelos,
las novenas con sus cantos y sus bailes;
Todo el Sur.

Mana pasó cuatro años en oscuridad después de
haber dado a luz a Maco-ca-el;
Y Maco-ca-el le prendía el tabaco,
la defendía de las Opias
y le cantaba areitos.

Un día Maco-ca-el se durmió
y fue convertido en piedra
frente a la puerta de Caciba-jagua.
Maco-ca-el, en su pétrea apariencia
fue creciendo, y desahogando su ira:
volteaba las casas con los techos para abajo a cada paso;
evaporaba los mares y los ríos.
Todo color de bija!
Mana echaba fuego por los ojos,
por la boca y por los oídos
por lo que hacia Maco-ca-el con la gente.

Ya-ya mando a sus mensajeros
la Cu-ya-ya y el Cara-cara
a que se fueran huyendo a ver que pasaba
con Maco-ca-el, y aterrizaron en una Ceiba
que empezó enseguida a crecer y a crecer
hasta que se encontraron cara a cara con Maco-ca-el.
Le dijeron que Ya-ya estaba bravísimo
porque se había metido en sus conucos.
Maco-ca-el les contestó que le dijeran a Ya-ya
que el lo desafiaba en el batey a jugar a la pelota
y que no tenía que llevar ninguna;
que jugarían con la suya.

Entonces empezó aquel demoníaco juego
y los cerros se entrechocaban a cada jugada.
Por todo el batey se oía el chocar de piedras.

Presenciaban aquel juego Opi-yel-gua-o-biram,
quien tenía cuerpo de perro y cabeza de gente,
junto a los perros Cinqueños,
todos desatados;
El Cara-cara y la Cu-ya-ya no encontraron asiento.
Unas figuras con rabo y cabezas de tigres les ofrecieron sus
espaldas.
Parecía como si el cielo y la tierra estuviesen en combate.
Por todos los bohíos retumbaban los chasquidos.
La gente se asustó tanto
que mando a parar aquel horroroso juego
porque ya era muy tarde
y no dejaban dormir a nadie con la buya que hacían.
Inquirieron que porque no se iban al río,
a ver si alumbraban algún sagos
y se hacían un aji-aco.
Que por dios, que aplacaran su ira;
que porque no se iban a hacer cohoba.
Sus plegarias fueron oídas por Ya-ya y Maco-ca-el,
y la gente quiso recordar aquel día
en que pararon aquel demoníaco juego
y sembraron un árbol que crece inmenso y que cura,
que se llama Ya-ya.

Ya-ya y Maco-ca-el se fueron a fumar unos túbanos
debajo de una mata de guama
y a hacer la cohoba.
En eso, llegó Ya-ya-el, que era hijo de Ya-ya,
y le pidió que le dejara fumar del tubano,
que ya el era un hombre.
Ya-ya le contestó que se fuera a bañarse con Gueyo,
y que se fuera pronto, porque la gente lo estaba acabando.
Ya-ya-el insistió tanto que Ya-ya accedió
y le pasó el túbano,
y Ya-ya-el, como no sabia fumarlo
lo inhaló tan fuerte que sus estornudos
sonaron como explosiones en los confines de la tierra
y las cenizas lo cubrieron todo:
Desaparecieron el Sol y la Luna por cuatro años
y Ya-ya mató a su hijo Ya-ya-el
tomó los huesos y los hecho en un jigüero
y se los llevó a su casa, allí los colgó por mucho tiempo.

Maco-ca-el fue a ver que pasaba con la gente.
En el camino vio que los hombres se habían convertido en jobos
Buya había sido quemado
y los tomó y los baño con el sumo de la yuca
y le volvieron a crecer los brazos y las extremidades.

Gua-ja-yona, aprovechándose de la mala guardia de Maco-ca-el
decidió irse de la cueva con las mujeres,
y les dijo que llevaran mucho güeyo,
y se las llevó para Matinino.

Un cuñado de Gua-ja-yona llamado Anaa-cacuya y su esposa
salieron de la cueva con él.
Estando en el medio del mar le dijo Gua-ja-yona:
"Mira que lindo Cobo hay en el agua"
Y Anaa-cacuya se inclinó a ver
y Gua-ja-yona lo empujó al mar
y se fue con las mujeres.
Anaa-ca-cuya, quien sabia fondear los cobos
se convirtió en pez
e hizo su residencia en el mar
y allí vive con la cacica de los Macaos Negros
en un país llamado Ca-i-ci-Mu.
La gente no supo que hacer con tanta oscuridad
y mandaron a Maro-yu
a buscar el fuego donde Mana.
Cuando Maro-yu llegó al arroyo que pasa frente a su puerta
vio que Mana venia bajando con una bola luminosa
sobre un ba-bo-nuco hecho con una culebra enroscada.
-"He venido a que me des del fuego que llevas escondido"
Y Mana tomó en sus manos aquella bola
y cuando Maro-yu la tocó
sintió una fiebre altísima en todo el cuerpo
y que su parte le ardía,
Tiró la bola y esta empezó a encumbrarse
iluminando los charcos a su paso por la noche.
Maro-yu empezó a sangrar grandemente
y vinieron los pájaros a bañarse
y a buscar los colores que actualmente llevan.

Gua-ja-yona llegó hasta el bohío de un cacique llamado Votan,
quien también sabía del negocio de los cobos
y siguieron juntos para Matinino
y allí dejaron las mujeres. Por eso se dice
que en Matinino solo habitan las mujeres.
Siguieron hasta otro país llamado Panuco
y le cambiaron el nombre y le pusieron Panoayan,
porque después mucha gente venia por esa ruta,
y todos traían las cabezas achatadas,
los cabellos teñidos de amarillo y colorado,
y traían brazaletes de oro en los brazos y en las piernas
y collares de piedras pulidas.
En la cabeza, junto a la oreja,
poníanse plumas de diferentes colores,
y en la espalda un plumaje redondo
a manera de la hoja del guano,
en los mas bellos colores.
Hasta allí llegaban otros que eran fieros y flecheros
y se afilaban los dientes y se los teñían de negro,
y a cuantos tomaban en las guerras
les cortaban las cabezas
y dejando los cuerpos se las llevaban
y las ponían con sus cabellos en algún palo,
Todas ordenadas, en señal de victoria.

En Matinino se juntaban cada cuatro años
los makinas de la región
y hablaban todos una sola lengua.
Trataban asuntos relacionados con la Jicotea Nitaina
el repartimiento de las Gua-Itzas para las novenas del Corazón
del Pueblo,
y la construcción de cerros para instrucción de los behiques
y Guamaje-jes;
intercambio de collares y piedras pulida, esmeraldas;
y del cuidado de la Garrapata de Línea Materna;
la mama de la Jicotea

Votan hizo residencia a orillas del río Usumacinta
y fue esta la primera hecha de piedras.
Votan llevó las Gua-ítzas del Corazón del Pueblo
al lago Atitlan donde hasta hoy día la veneran;
a Xibalba, Botiquen, Haití y la Habana
Con el tiempo llegó una plaga por Teo-ti-huacan,
y la ciudad sagrada del Sol y La Luna
quedó sepultada con toda la gente
y abandonaron Ceibal, Tikal, Panuco.
Gua-ja-yona estando por Cozumel
cogió una enfermedad que pone la gente cara-cara-coel,
que quiere decir sarnoso, y que de otra forma le llaman Buba.
Estuvo al punto de morir y lo pusieron en una guanara
o lugar apartado porque contagiaba,
mas tubo el cuidado de una mujer
de quien tubo gran placer llamada Gua-Bonito,
la que le curó y le dio descendencia.
Su hijo se llamó Gua Illi-guanin
por los collares que trajo de allá cuando volvió
con Gua-ja-yona, y este se llamó en lo adelante
Albe-bo-ra-el Gua-ja-yona.

Gua Ili-Guanin enseñó a la gente
a diferenciar y a ponerle nombres a las plantas que curan
y las que no pueden comerse.
Trajo el Jue-juetl y el Mayojabao
y unos caracoles grandes que sonaban a manera de trompetas.
Enseño a hacer cerros para enterrar a sus Máquinas;
convertía a los hombres en Búcaros
que corrían un día entero sin descanso
y la gente levantó el Monte Peravia
para conmemorar para siempre
el lugar por donde primero se había visto el sol aparecer.
Todo esto lo aprendió Gua Ili Guanín de Quetzal-coatl
quien trajo el juego de pelota a Boriquén y a Maimón.

Mas allá de Sabana-ni-o-ba-bo está Baní
que es el Coa-i-bai de Jicotea Nitaína.
Allí enterraron a Entie-Thebe Neken
quien era la esposa del cacique enterrado
debajo del Monte Peravia.

Dicen, que una vez, muerto su esposo
se hizo enterrar viva al lado de su cacique.

Entie-Thebe Neken fue quien trajo la jicotea a la Isla
cuando estaba muy chiquita todavía
y la dejó en la Guacarpita
y se casó con Gua-canagarix,
a quien dejaron los naguacochios cuidando su Cu.

Llegado a oídos del cacique Makina Cao-nabo
que Gua-canagarix había entregado la jicotea a los naguacochios
para que no violaran a su mujer delante de sus ojos,
este hizo concilio para matarles.
Como supo que los naguacochios se peleaban por las mujeres
les mando emisarios para que fueran al Bonao
donde estaban las mas hermosas.
Los Naguacochios traían perros cerberos, entre estos aun tal
"Becerrino" que sabia diferenciar indios mansos de flecheros y
unas macanas
que resplandecientes que cortaban en dos,
y venían sobre unos monstruos
que cuando tiraban pedos arrancaban brazos y piernas.
Estos le mandaron a decir a Cao-nabo
que ellos eran también caciques
y Makina Cao-nabo, el Domador de Hombres
les cortó las cabezas a todos
y las puso en hileras en diversos palos
todas ordenadas
para que todos pudieran verlas.

Ya-ya, para ese tiempo se estaba poniendo viejo
y nadie quería acordarse de él
porque venían el mal trajo que les daba
a Deminan y a sus hermanos
y a todos los que salieron de Caciba-jagua.

El Cacique Cao-nabo decidió robarse el cemí que hacia arrodillar
a los naguacochios cuando este les hablaba,
pero lo apresaron y murió en el mar.

Yaya una vez quiso comer peces blancos
y cogió su atrarraya
y metió el mar con todos los peces en un jigüero
y desapareció el sago, la Guabina el Dajao y los Morones
porque Ya-ya mandó hacer un Agua-ji con los últimos.

Cuando Ya-ya mató a Ya-ya-el los cemies Buya, Aiba Bai-brama
Guabansex y Boina-yel lloraron mucho
y sus lágrimas inundaron toda la faz de la tierra
como una lluvia ácida.
De Yucatán vino Quetzal-Coatl, Corocote, Coatlicue y Huracán
a recoger los vientos y las aguas
y ponerlos en orden;
por eso tienen sus areitos y sus novenas,
las que a veces duran semanas.
La gente para ese entonces no pereció ahogada
porque Ya-ya había metido el mar en su jatico
y las canoas dieron duro en el fondo.
El Corazón de la Tierra tubo que reacomodarsela en la espalda
por culpa de aquel golpe
y causó grandes temblores
que hundieron los diez países del continente Mu,
del que solo queda el Alacrán Caribe y Paya.
Fue de ahí que acabó para siempre
el negocio de los Cobos
y la palabra pulida.


Todo quien salía en su canoa
a jugar pelota a otro yucayeque,
o a vivir en otro bohío
llegaba siempre al mismo lugar.

La gente estaba loca por un tubano
y les gustaba bañarse y encontrarse mujeres
para ofrecerles del güeyo.
Entonces hicieron una soga
para llegar a donde estaba Ya-ya
porque tenias mucha hambre
y le pedían caco con mucha vehemencia
y muchos se cayeron
porque toda la gente pulseaba por subirse a la vez.
Sus gritos se oían en O-coa
por encima de los Algarrobos.
Baga, el dios del mar se puso muy bravo
cuando supo que Ya-ya
se había llevado el mar,
había acabado con sus cobos
y que los naguacochios habían llegado a su dominios.

Mana vestido son su cinturón de caracoles
pasó por la bahía
y los vio cuando llegaron en tres inmensas canoas
y decidió hablar con el Corazón del Pueblo
sobre el asunto.
Corazón del Pueblo estaba para la guácara
tumbando mamones y le habló:
"Ají a cabo naguacochío
jojoto macanao, gua bagua bereque, gua oroco-conel
naboria gua jicotea Nitaína"
Entonces fueron a la guácara pita
y enterraron las turquesas, las piedras verdes
y el oro;
y del oro nacieron las flores,
de las turquesas el níquel,
y de las piedras verdes los pinares.
Los naguacochíos buscaban un remedio
que solo Anacaona podía suministrarselos
y fueron a las jainaguas donde esta se bañaba,
y les dijo que quienes podían encontrar ese remedio
eran unas ciertas gallinas prietas
con los dedos de cinco punta
y unos perros cinqueños
para que no se huyeran.
Buscaron las ciertas gallinas
y las llevaron a escarbar a las guácaras de caballero,
y encontraron una calavera
con una mazorca en los dientes
que cuando se la querían quitar
desaparecía y aparecía en otro lugar.
Del norte llegaron hombres hechos de yuca
que le pegaron fuego al batey de Man-gua,
y recogieron todas las piñas de las lomas
por sus formas de mazorcas, Maimón, el guardián del río
sabe de los primeros caminos y manantiales
Agua Santa!
Por el sur llegaron Reicongos que poblaron las copas de las
Ceibas.

En el último periodo era MaMaco el Guamajeje
y enseguida metió a la gente en naboría.
Allí empezó la costumbre
de andar todos con sus tutumas
y el costillar afuera.
A aquellos que no querían usarlas
se los pasaba a Iguaniona
para que los llevara a la sabana de los muertos,
para que aprendieran.
Tanto gusto le cogió la gente a las tutumas
que ya no necesitaron las cabezas
y las tiraron dentro de los macutos
que tenias colgado en los bohíos.

Guara-gua-o se llevó a algunos
a Cara-bo-bo donde hacían la cohoba
y los tábanos para cambiarlos por cacao.
Las mujeres llegaban con las batatas crecida y las
dejaban que cogieran piogan
y se negaron a comerlas
porque adquirieron la malísima costumbre
de vivir unos en las espaldas de los otros.

La gente que quedó estuvo muy asustada y pasaba mucho frío
en las cimas de los cerros
mirando por donde iba a salir la Luna
y la vieron que descendía de un árbol
llamado Marí-a, que tienen ahora como sagrado
y no lo cortan.

Las aguas fueron escurriendose entre sus races
las menos, y las mayores se recogieron en un lago que llamaron
Gua-orocuya,
el cual dio refugio a los cocodrilos, que en lo adelante temieron

a la gente.
Estos labraron sus
símbolos en los arrecifes,
en las cimas de las montañas
y las paredes de los charcos;
labraban las piedras y en ellas esculpían
sus cemies.

***********************************************
Los primeros que llegaron a la isla fueron Bayamanaco,
Corazón del cielo, Gua-orocu-ya, Atabey y los cuatro hijos
de Itiba Cajuba-ba, Deminan, Guánico, Pía, y Macanaíma.
Estos llegaron con toda clase de árboles y guayaros.
La tarea de Corazón del Cielo era repartirlos por toda la isla
en la oscuridad de las noches.
Por esto, y porque tenía un solo pie fue llamado Huracán. Estos
abuelos y bisabuelos trajeron diferente clase de aves, como las
ciguas, Samaraguyones, gallaretas, Caos, Cuyayas, Bobos y
Guaraguaos y les pusieron comida en los conucos y en los charcos.
Estos fueron los creadores de los primeros Tainos, Ciguayos,
ciboneyes y Gua-naja-atabeyes, y les hicieron guardianes de las
sabanas y maguanas; de los bosques y la guácara-pita.

Los ciboneyes, vivieron en las cuevas y no tuvieron lengua; por
esta razón se hicieron naborias y les llamaban los Gua-nabo-
conel, porque eran mudos. Los Ciguayos se dieron flecheros y
come gentes y eran muy temidos; tanto, que les cedieron una parte
de la isla para que no se comieran a los demás.

Bayamanaco fue quien trajo la Bija a la isla desde el Xingu y el
Río de La Muerte, porque allí habían unos tales Carajos y
Taparipe y Caribes que se hacían guerra entre si por la posesión
de la planta, la que teñían como sagrada y le daban diferentes
usos. Esta la trajeron hasta allí unos navegantes que llegaron
hace muchísimos siglos desde Uruk. En la tierra de los caníbales
le llaman Urucú, y a los que la conservan Gua-oroco-el. La
semilla de esta planta, triturada la usaban para cubrirse el
cuerpo en las largas travesías por mar; para los rituales de
pubertad y para decorarse las caras, brazos y extremidades con
diferentes dibujos. Antes de conocerse como Haití, Itiba-
cajubaba era todavía una doncella. Había en Atitlan una mata de
Higo, la que le estaba prohibido comer de ella. Un día, por
curiosidad salió a ver la curiosa mata y encontró que esta
tenía hermosos higo maduros. Olvido todo lo que le habían dicho
y estrio la mano par alcanzar uno. Cuando lo tubo en su mano
este se convirtió en una calavera que le hecho un guanguayo, y
quedo preñada de los cuatro gemelos por aquel guanguayo. La
echaron de la casa y decidió irse donde su abuela.

Por el camino ya los gemelos le hablaban desde su vientre, porque
desde antes de nacer, teñían poderes sobrenaturales estas
criaturas. Los Tigres estaban buscandola para comersela y en un
cruce de caminos Pía Y Macanaima que eran los mas malos de todos,
le dijeron que les trajera una flor de las que crecen a orillas
de los caminos. Itiba-cajuba-ba se desvio y cuando quiso cortar
la flor, una avispa le pico en el vientre y se dio un golpe en
ese lugar tratando de matarla. Entonces Pía y Macanaima se
pusieron muy furiosos y no le dijeron cual era el camino correcto
a seguir y cogió el de la derecha y ahí le salto un tigre y la
devoro, no antes de que saltaran las cuatro criaturas.

Esto llego a oídos de Ya-ya y enseguida comenzó a buscarlos para
matarlos. Los siblines llegaron a la casa de la abuela y le
dijeron, "!La bendición may vieja!, veas; ya nosotros somos
hombres y queremos tener mujeres!"- "Mis Suizos, ustedes están
muy chiquitos y muy flacos todavía!" les dijo - "Vengan y entren
a este cuarto para yo engordarlos!". Pero la vieja lo que quería
era engordarlos para comerselos, y les ponía diferentes tareas:
Se arrancaba un pelo de su parte y les decía, "desenrédenme este
pelo, en lo que yo busco la leña", para tenerlos entretenidos; y
les daba Majarete, Ya-boas y tortillas y los muchachos crecieron
sumamente fuertes y sanos.

Un día, queriendo sacarlos para comerselos les dijo: "!Cómo
están, mis Suizos?", "Saquen un dedito por una rendija para ver
si ya están gordos!" y los muchachos viendo un lagarto que estaba
en el alero lo agarraron y el lagarto les habló: "No me maten! yo
les voy a decir el secreto de la vieja!" les dijo, "Esa vieja es
un buhitio y lo que está haciendo es engordándolos para
comerselos. Ella tiene un conuco de donde saca el maíz para
engordarlos. Díganle que ustedes quieren ayudarla a traer el
maíz y váyanse. Córtenme el rabo y enséñenselo por la rendija y
díganle que ustedes están muy flacos todavía. "Así lo hicieron,
pudieron salir y desde entonces los lagartos quiebran y dejan el
rabo cuando están en apuros.

Los hijos de Itba Cajuba-ba, como eran grandes másicos y teñían
poderes, llamaron con sus flautas a todos los pájaros del bosque
y los pusieron a trabajar en el conuco, mientras ellos se
dedicaron al juego de la pelota eso empezó a tronar y a
relampaguear. Una lluvia torrencial empezó a caer, y esto les
maravillo mucho. "Porque no le quitamos el trueno y el relámpago
al Corazón del Cielo y jugamos con ellos? así podríamos gozar en
grande!". Allí llegaron y mientras este se entretenía repartiendo
las semillas por diferentes regiones de la tierra le robaron el
trueno y el relámpago y empezaron a jugar desde la Cima de dos
cerros, y los tiraban y se maravillaban del despliegue de luces y
los estallidos, hasta que ya agotados se acordaron de la vieja.
Cuando llegaron donde estaba la casa la encontraron totalmente
cubierta de una mata de Auyama llena de flores y frutos, en el
lugar donde se había ahogado la abuela.