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Nos están viendo, nos están oyendo, nos están gozando. Para una bibliografía del merengue
Miguel D. Mena

Nos oyen, nos ven, nos están leyendo, aunque para nosotros el aquí y el ahora o esto que pasa sean nociones como para cerrarse o irse o hacerse el desentendido. Hay un interés por las cosas dominicanas porque al fin y al cabo somos parte del Caribe. No sólo somos un centro geográfico, sino una tierra de tránsito, en movimiento, de articulación, entre proyectos imperiales e intenciones de confederaciones, de unidad histórico, de pacto y compromiso.
Mientras el pensamiento local se preocupa por las grandes discursos de la Nación y la Hispanidad, por seguir raspando en esa mina inagotable del trujillismo y ahora del balaguerismo, hay un ser y un estar de la dominicanidad que no se toma en cuenta, que se desprecia. A pesar de todos los ahogos hiper-nacionalistas de nuestra clase gobernante, recomendar brindar o tomar mabí, proponer la recuperación de los parques, asumir la tropicalidad de los cuerpos -ergo: andar en pantalones cortos y no criminalizarlos-, luce como simple boutade o excentricidad. ¿Mal de Islas? ¿Versión cotidiana del monumentalismo trujillista? ¿Insistencia de estar o poner a la sombra?
Tomemos el caso de nuestras ciudades y de las culturas en ellas desarrolladas.
Las calles sólo son dimensión de una socialización temprana y luego simple vía de desplazamiento. Resulta casi consternante el pensar que sólo en la recta final de los años 90 se publicara un texto donde el Santo Domingo moderno adquierese toda la piel de sus neones y sus venturas. Me refiero a "La estrategia de Chochueca" (2000), de Rita Indiana Hernández.
Respecto a los componentes de la cultura popular pasa algo parecido. A pesar de algunas miradas que se le echaron al merengue y la música popular -Luis Alberti, Julio Alberto Hernández y Flérida de Nolasco-, nos queda la obra solitaria de Fradique Lizardo y dos textos: Uno de Luis Manuel Brito Ureña: "El merengue y la realidad existencial del hombre dominicano" (Editoria de la UASD, 1987). El otro, "Antología del merengue. Anthology of the Merengue" (Editora Corripio, 1992).
Aparte de la gran obra de la recientemente fallecida investigadora June Rosenberg -la principal estudiosa sobre el gagá-, pocos han sido los avances en el conocimiento local de lo que conforme la osamenta de esta cultura dominicana.
¿Dónde están los grandes estudios sobre estas expresiones populares?
Pero que no se vaya a lamentar el lector, que ya se han hecho algunos avances. En 1992 Paul Austerlitz publicó su tesis en la Wesleyan University, titulada "Merengue in Regional, National, and International Perspectives", luego editada (1997) con el título "Merengue: Dominican Musica and Dominican Identity" (Temple UP.). En 1994 también apareció un excelente artículo de Martha Ellen Davis, junto a Rosenberg, una de nuestras estudiosas más significativas. Su texto se titula "Music and Black Ethnicity in the Dominican Republic", incluido en el libro editado por Gerar Béhague, "Music and Black Ethnicity in the Caribbean and South America" (New Brunswick: Transaction). En este mismo libro puede consultarse otro revelador artículo del antropólogo puertorriqueño Jorge Duany, "Ethnicity, Identity, and Music: an Anthropological Analysis of the Dominican Merengue".
La música de la bachata ha tenido un reconocimiento más temprano. E incluso, el estudio de la misma ha permitido emplear la vieja técnica de estudios de la Escuela de los Anales franceses con los modernos estudiales culturales y "postcoloniales". A Deborah Pacini-Hernández le corresponde el mérito de habernos abierto este camino. Su "Bachata. A Social History of a Dominican Popular Music" (Temple UP, Philadelphia, 1995) podría considerarse uno de los textos básicos para entender eso que hemos estado siendo a partir de 1966. En un texto anterior, que se nutrió bastante de una entrevista con el compositor e intérprete Luis Terror Días, pudo tratarse un concepto fundamental, de las "luchas sonoras", que no fue más que la lucha por un orden en el país dominicano. El artículo se tituló "La lucha sonora: Dominican Popular Music in the post-Trujillo Era", y apareció en en el número 12 de Latin American Review (1991).
Un texto que viene a incorporarse a esta selecta bibliografía y a diluir un poco las formulaciones académicas, es la antología "Latin. 100 Essential CDs", de Sue Steward, publicado por The Rough Guide en el 2001.
Como su título lo indica, se trata de una guía de los 100 discos compactos esenciales de música latina. Ya en la portada vemos a un Juan Luis Guerra de aquellos tiempos gloriosos, de quien de paso, se seleccion su "Bachata Rosa"). El resto de los criollos son Chichí Peralta ("Pa' Otro La'o"), Cuco Valoy ("Salsa con Coco"), Wilfrido Vargas ("Serie 200") y Johnny Ventura ("20th Anniversary"). También figuran los medio-dominicanos Johnny Pacheco ("Tres de Café y Dos de Azúcar") y José Alberto "El Canario" ("Herido"). Lamentablemente el único autor dominicano de esos textos crítico-introductorio es Tommy García, quien se encarga de reseñar el disco de Cuco Valoy.
Así las cosas en el país de Alicia. Así estos latidos de sólo de lejos se ven en sus calles, en su tambor, en esa doblar mientras los vidrios se suben y se bajan y te dije que anjá.