LETRAS PENSAMIENTO SANTO DOMINGO MIGUEL D. MENA EDICIONES

MI DERECHO, TU DERECHO... NUESTRO DEBER, DECIR NO A ESA ISLA

Dra. Amparo Chantada

 

El modelo de democracia avanzada como el que propugna una ciudadanía conciente necesita no solo de profundas reformas que descentralicen el poder y democraticen las instituciones pero también de una sociedad civil fuerte y vertebrada, en la que las organizaciones y colectivos sociales, contribuyan con su protagonismo a la democratización y transformación de la sociedad. El saber decir “no”, el “basta ya”, se han convertido en las expresiones de ese espacio conquistado.

L as fuerzas políticas deben apostar por el fortalecimiento de la participación social en la planificación y desarrollo de las políticas públicas y en la gestión de los servicios públicos, articulando mecanismos pluralistas y participativos que permitan un proceso de toma de decisiones coproducido y consensuado con los propios ciudadanos y ciudadanas. Esta participación podrá ser más efectiva en el ámbito local, por ser más cercano al ciudadano. La democratización de los Ayuntamientos debe afectar principalmente, a la posibilidad real de ejercer por parte de los ciudadanos y grupos municipales, el control de las actuaciones del alcalde y del equipo de gobierno, al funcionamiento de las Asambleas o de la Sala Capitular y a la transparencia de la actuación municipal. Y estamos pensando en particular en la construcción de una Isla artificial frente al municipio de Santo Domingo, en la manera en que se decide, se anuncia, sin consulta, sin discusión, sin presentar el E.I.A. a la ciudadanía, sin someter esa absurda y rocambolesca idea, al escrutinio ciudadano. Los medios de comunicación deben ser el vehiculo de ese proceso, que lo fortalecerán a ellos, por constituir un ejercicio de información, de educación y de derecho ciudadano.

La participación ciudadana requiere una voluntad decidida por parte de los agentes políticos (partidos políticos, cargos públicos, etc), para cambiar la tendencia actual neoliberal de convertir a los ciudadanos en sujetos pasivos y acríticos, “consumidores” de servicios o también como una masa sin idea.

 Entre las medidas que se deben propiciar, hay la regulación del derecho a consulta pública mediante referéndum, derecho a participar en los órganos municipales (Pleno, Comisiones Informativas, etc), constitución de consejos sectoriales y temáticos, regulación de la audiencia pública, derecho a propuesta e información, participación de las entidades ciudadanas en la gestión de los centros y equipamientos municipales, etc. La decisión de construir una isla artificial frente al malecón, que nos dividiría en dos, destruiría la visual, rompería la armonía existente entre la costa y el mar, alteraría el derecho que tienen los ciudadanos de la capital de mirar el mar, destruiría la memoria cultural de la ciudad, debe ser sometida a discusión, a explicaciones, a debates y el E.I.A. debe ser publicado y analizado por profesionales o instituciones científicas y ocasionar vistas publicas, donde las organizaciones de la sociedad civil puedan opinar ANTES de que se tome una decisión que afecte la libertad individual y la memoria colectiva de una ciudad tantas veces agredida.

Un pugno de capitales, que llega, Dios solo sabe de donde, debe pesar menos que la voluntad de la ciudadanía por no ver su malecón transformarse en el mirador de una fantasía para turistas y ciudadanos tan apenados por la pobreza de la Isla que ni siquiera quieren desembarcar o verla. Debemos recordar, a los que miran afuera, copiando modelos culturales, que caen en manos de sectores especulativos invisibles, que no puede haber desarrollo ni armonía social, que no puede haber riqueza material, si demostramos tanta pobreza espiritual que para justificar una mera operación inmobiliaria, tenemos que buscar modelos foráneos a nuestra propia identidad. Que busca Ricardo Bofill en esta galera, que gloria efímera piensa cosechar en estos lares, que Novo Mundo piensa el, construir en este nuevo Eden global caribeño.

Una ciudad democrática debe tener en cuenta todas las personas que la integran. La participación ciudadana en la organización del territorio y en la concepción y la gestión de los espacios públicos, es una seña de identidad de esta ciudad, entendida como lugar de encuentro y civismo.

El urbanismo es necesario pero no es suficiente para construir el civismo, porque la ciudad no es solo el espacio (urbe) sino que también es el conjunto de personas que viven en comunidad (civitas). Los nuevos desafíos del territorio exigen la defensa y la extensión de nuevos derechos ciudadanos que sean reclamados por los movimientos cívicos (derecho al espacio público, a las nuevas tecnologías, a la justicia, al trabajo, al salario, a un ambiente sano). Este reto implica una participación ciudadana y una respuesta política que tenga en cuenta las necesidades de toda la ciudadanía. El derecho a la ciudad para todas las personas, comporta también, cambiar la idea de una pedagogía que se basa en la ciudad por la idea de la ciudad como pedagogía.

L a "ciudad-ciudad" es aquella que optimiza las oportunidades de contacto, la que apuesta por la diversidad y las mixturas funcionales y sociales, la que multiplica los espacios de encuentro, la que cohesiona, no la que disocia.

El urbanismo si no lo resuelve todo, no debe “ajouter des malheurs aux hommes” dijo Roland Castro, pero esos capitales que invierten en la destrucción del patrimonio cultural de Santo Domingo, privatizando, excluyendo, exhibiendo, seleccionando, privilegiando, secuestrando, el derecho de la mayoría de disfrutar sin costo del mar, de la fauna, de la flora, del derecho a mirar el sol al amanecer, si, contribuyen a “aumentar las penurias de los hombres y mujeres de este país”.

El Derecho a la identidad colectiva dentro del Derecho a la ciudad es la organización interna del espacio urbano que facilita la cohesión sociocultural de las comunidades (barriales, de grupos de edad, étnicas, etc.), basta ya de construir muros y paredes y ghettos dentro de la ciudad y ahora Islas frente a la Ciudad , que niegan el derecho que tenemos todos, a la ciudad.