LETRAS     PENSAMIENTO       SANTO DOMINGO        MIGUEL D. MENA     EDICIONES  

YO SOY DE SANTO DOMINGO.

Dra. Amparo Chantada

 achantada@hotmail.com

La ciudad de Santo Domingo era una pequeña ciudad con carácter provinciano, hasta los años 60´s. La ciudad se  transformó en algo incontrolable  con su expansión, entre los años 1966-1978,  motorizada por las políticas estatales del Dr. Balaguer  y por la intervención de los sectores de la construcción y de la banca hipotecaria, quienes estaban estimulados por la demanda inducida de la clase media en viviendas e infraestructuras. El resultado fue una ciudad que creció por urbanizaciones, por terrenos, por promotores.

Con un ayuntamiento reducido a la contemplación, pero no a la contemplación de las reglas del mercado en la ciudad, la ciudad se hizo  megalópolis, por la atracción de poblaciones de todo el país  y la concentración de todas las inversiones de la Nación.  La base material de la  expansión física se realizo a expensas de las tierras del Estado (CEA, IAD, Bienes Nacionales) lo que llevo la ciudad, de ambos lados de los ríos Isabela y Ozama, segregando, excluyendo y marginando en cuanto a la concentración de recursos. Esto  provoco grandes desequilibrios  territoriales, en un espiral indetenible.

La falta de planificación urbana y de servicios añadido a la despreocupación por hacer una ciudad inclusiva, permitió  la formación de una estructura social que encontraba en esa megalópolis, los mecanismos  para su perpetuación en el Poder. Ejemplo puede ser , el que  se originaba, en ese momento, alrededor del despilfarro de las tierras del Estado, su regulación y desregulación por conveniencia para su transferencia, hacia la  banca hipotecaria y el sector de la construcción en particular.

Sin embargo, los habitantes de los barrios tradicionales (San Carlos, villas Juana, Consuelo, Luperón, Francisca)  forjados a lo largo de los  años, se habían identificados con sus esquinas, sus calles y sus callejones y  valoraban ese espacio envejecido donde los 12 años de Balaguer habían encontrado un terreno fértil para la oposición. Ese territorio llevaba sus vivencias, sus muertos, sus luchas, existía una identidad y un apego con todo lo que afectaba al barrio. Decían soy de San Carlos, soy de Villa Juana, con  orgullo y  después decían ser de  la capital.

Los barrios pobres se expandieron a lo largo de los ríos, en tierras que nadie valoraba en ese momento  mientras los bordes extremos  de la ciudad eran presos de estrategias de desarrollo urbano en torno al  antiguo sistema vial:   semi urbanos, semi rurales, esos territorios vieron darse  dos procesos: algunos  acaparaban las tierras  a precio vil, adelantándose al proceso de urbanización, se hacían rico legalmente    y los otros,  las  invadían, haciéndose para muchos años, ilegales. Así se fueron urbanizando  las secciones rurales, lejanas (Villa Mella, Guerra, Pantojas, Los Alcarrizos, Pedro Brand) etc. Ellos sencillamente decían soy de la Capital pero estaban lejos de disfrutar todos los atributos de la urbanidad, era por orgullo, que decían soy de la capital.

Los moradores de las secciones rurales  tenían conciencia que eran periféricos a un centro urbano,  donde todos acudían, un  espacio concentrador de bienes y servicios pero en alguna medida  redistribuidor de esos mismos. Todos se encontraban en el centro de  la ciudad independientemente de la distancia a recorrer, la ciudad no era inclusiva, sino compensatoria, por eso, ellos decían también  “soy de la capital”.

Santo Domingo  no absorbió  ni asimilo nunca  estas secciones rurales, sencillamente estas gravitaban alrededor de la Capital, como apéndices y  consumidoras de bienes y servicios, provocando grandes movimientos pendulares, caos en las entradas de la capital, en taponamientos en los puentes y con la auto-urbanización de esos barrios, una pésima calidad de vida para sus habitantes. Así funcionaba la metrópolis creada, en base a  relaciones espaciales y sociales de subordinación y dependencia, complementarias y solidarias.  

La división del ex - Distrito Nacional, en cinco  municipios y dos provincias,  se produjo en  ese  territorio, que por años,  había conformado  sub. espacios funcionales en torno  a un sistema vial. En ese conjunto, el centro urbano concentraba de día poblaciones que  en un efecto centrífugo expulsaba de noche,  en las afueras.

La división territorial ha  puesto de manifiesto varios aspectos: el principal, es que es una utopía hablar de descentralización en un país que mantiene  sus estructuras centralizadas, por mentalidad y por conveniencia política. Las relaciones sociales no se rompen ni se cambian con modificar su base territorial, es lo contrario, se debe modificar primero las causas de esas relaciones para poder administrar diferentemente  el mismo  espacio o territorio.

Segundo,  esos sub. Espacios transformados en Municipios no pueden  funcionar como tales,  porque no tienen  ciudades, ni centralidad, ni función ni jerarquía en relación con el centro de donde se separaron.  Municipalidad implica  estrategias y metas que da a un territorio, coherencia política, social, cultural  y administrativa. Muy sencillamente, los síndicos, pocos aguerridos,  no evaluaron, ni interpretaron sus comarcas y no pudieron adoptar políticas que redujeran la subordinación funcional con la ciudad de Santo Domingo, hoy provincia. Eso pone de evidencia, que para poder administrar los 5 municipios con pertinencia, se debía primero pensar en  una instancia metropolitana, con una visión de la globalidad, que pudiera especializar  los municipios en funciones complementarias al ayuntamiento de Santo Domingo, que no dispone de tierras contrario a ellos, pero si de capitales, que no dispone de tanto mercado consumidor ni de tanta espontaneidad.

 A pesar del traslado de  algunas mega estructuras, (Súper mercados, ferreterías, Discotecas)   en los nuevos municipios, traslado, que tuvo por objetivo, la captación del  mercado de  consumidores presentes en esas zonas, las poblaciones siguen cruzando los puentes, entaponando las avenidas, consumiendo bienes y servicios de Santo Domingo,  para no cambiar una situación que perdura desde los años 70.

3. Se puso de manifiesto, también, que los nuevos espacios municipales, tienen bienes, pero no en cantidad ni en calidad suficiente además estos, no responden a las necesidades de la población  y en todo caso no fueron capaces de  crear centralidad urbana: la falta de un centro cívico municipal en especial y las insignificantes atribuciones de los ayuntamientos frente a la ciudadanía, han contribuido a una visión pobre y reductora del ayuntamiento por su inutilidad y su insignificancia.  El ayuntamiento administra lo cotidiano, lo temporal, lo inmediato, no lo fundamental, no lo trascendental, en resumen, no resuelve nada.

4 . Lo que ha permitido la división territorial del Distrito Nacional, es la despolitización de la cuestión urbana y de la organización del espacio, con la disolución del papel del Estado como proveedor de infraestructuras y vivienda social, por la diseminación de las responsabilidades entre municipios y su invisibilidad para no hablar de la  inviabilidad de los municipios.  La cuestión urbana se ha convertido en la gestión de las individualidades y del caos colectivo.

 La ciudadanía, que no tenia muchas oportunidades de recurrir al ayuntamiento,  se encuentra ahora en una situación mucho mas compleja: un vació de autoridad y un vació de referencia. La privatización de los servicios  permite ahora, la exclusión de espacios enteros de las redes de distribución, especializándolos, en  sub. espacios privilegiados en una nueva modalidad de gestión urbana de privilegios. 

Por eso a la pregunta  ¿de donde son Uds.? la población de todos los municipios dicen unísono, “de Santo Domingo”  sin importarle las divisiones.

 Santo Domingo es un “Activo social acumulado” es memoria y todos recuerdan algo, de Santo Domingo.  Frente a los síndicos que no han sabido proyectar una imagen de su proyecto municipal, ni  socializar sus buenas intenciones, el fracaso de su gestión municipal, no reside tanto en la cantidad de bienes y servicios que proporcionan, sino en esa  falta de identificación de la población, con el territorio y la capacidad de ese territorio de crear identidad, de ser parte de la  memoria y de redistribuir bienestar. Por eso, todo el mundo, es de Santo Domingo, sin referencia territorial, sin tener la misma memoria ni la misma historia, ser de Santo Domingo, es sencillamente, ser de donde el otro y los demás, son.

Ediciones del Cielonaranja webmaster@cielonaranja.com