Dr. Juan J. Berríos Concepción
Este libro recoge dos obras poco conocidas del escritor dominicano, Ricardo Pérez Alfonseca. La primera obra incluida es El último evangelio (1927), una colección de 40 cuentos cortos, muchos de ellos parábolas. De acuerdo al Diccionario de la Real Academia (2001), parábola es: “Narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral.” El uso de la parábola tan a menudo, como tipo de narración dentro de esta obra, va muy a propósito con el título de la misma, El último evangelio, referencia directa a los evangelios bíblicos del canon cristiano. El autor parece que nos deja la última enseñanza moral e importante ante un comienzo de siglo XX corcoveado, con guerras, problemas económicos y políticos. Pero esta enseñanza está plagada de ironía. En su gran mayoría son narraciones que, por su extensión, podemos clasificar de ultra cortas (e.g., “Piedad”, “Maternidad”, “Competencia”, “Hogar”, “Desgracia”, etc.), muchas de ellas son de una página de extensión o menos. Muchas de sus narraciones se resuelven al final por un giro inesperado que rompe con la línea de los sucesos acaecidos en el desarrollo de la diégesis. Esto recuerda el tratamiento de algunos de los finales de los cuentos de Rubén Darío, de Ambrose Birce y de O. Henry.
Estas narraciones son de factura variada. En términos literarios, algunas se orientan hacia el Modernismo, otras hacia el Realismo y el Naturalismo, y unas pocas, las menos, hacia lo Gótico y muy pocas de carácter vanguardista. Podemos decir que este grupo de narraciones son ejemplos de la transición de las narraciones decimonónicas a los ismos de principio de siglo XX.
La narración titulada “Libertad”, se ubica en la cronotopia de un feudo medieval. Al señor feudal otorgarles la libertad a sus esclavos, estos no saben qué hacer y son obligados a marcharse. El heraldo les anuncia la abolición de la esclavitud. Ante el anuncio los esclavos deciden vengarse. Descuartizan al heraldo y huyen sin punto fijo. El ambiente medieval, la angustia existencial de los esclavos ante la repentina libertad, el sentirse abandonados a su suerte implican señas góticas dentro de esta parábola. La misma tiene su simbolismo trascendente por el cambio económico que sufren los seres subalternos, los esclavos, la fuerza laboral, ante el poder determinante de la hegemonía, el señor feudal, sobre sus vidas. Es muy sugerente la frase final del cuento, al respecto de la actitud de los esclavos: “huyeron sin saber hacia dónde…”. El desproveerles de tarea y el carecer de empleo les elimina la relación primordial para sobrevivir dentro del orden económico establecido en la sociedad, la rentabilidad del ser humano como fuerza laboral. Esta angustia se manifiesta en el Romanticismo, también en el estilo Gótico, una expresión de esta escuela artística. Esta angustia se agrava dentro del capitalismo de principios de siglo XX, la modernidad, luego de la transformación de la economía de los países europeos y norteamericanos a través de las dos revoluciones industriales, la del siglo XVIII y la del XIX.
En el cuento “Hogar”, se sugiere una conversación telefónica en la cual solamente se observa la participación de uno de los dos interlocutores. Nos encontramos con la mitad de un diálogo, lo que lo convierte en un soliloquio o un monólogo, pero sobre todo está el uso de un aparato de la modernidad, el teléfono. Esta característica transforma este micro relato en uno de naturaleza vanguardista futurista. La protagonista habla por teléfono con otra/o. En la conversación se expresa sobre lo poco excitante que le fue el día del domingo, el tedium vitae, el aburrimiento ante la cotidianidad y la rutina del diario vivir. Pero en esta narración, para liberarse del tedio vital, no se persigue, como en el Modernismo, la búsqueda de la poesía y el arte como lo incorruptible y evadir la realidad social inmediata, antes bien la denuncia es por la condición del ser humana dentro de la modernidad. Se rechaza lo pasado como de poca utilidad y anticuado, por eso denuncia la visita de sus padres comparándolos con “cuentos matusalénicos y consejos baratos”. Sobre todo, el personaje es una mujer que se queja de falta de variedad en su vida, ella busca un cambio en su vida, quiere romper con el papel de ama de casa y de esposa, a esta búsqueda renovadora era a lo que el Futurismo también le temía, al desplazamiento del hombre por la mujer en el papel protagónico.
En las narraciones de marcada tendencia modernista, como “Ciencia” y “Humildad”, se puede apreciar el uso de una acentuada descripción de la naturaleza, “como un río que se desborda y arrastra hacia el mar los árboles que arrancan, íntegros, sus aguas irresistibles y turbias” o la descripción de los personajes, “su mirada como un doliente pájaro cansado, va hasta el horizonte donde, entre la lluvia de violetas del crepúsculo, recorta una vela su triángulo amoroso”. A esto se le añade el tratamiento del tema del amor como el amor no correspondido, como el representado en “Depravación”, el amor filial en “Paternidad” y “Filial”, el amor de pareja “como en “Celos”, “Modestia” y “Orgullo”, o escenas de la vida del Jesús bíblico, como “Piedad” y “Amor”. Todas ellas están cargadas por una ironía en la cual se entrevé la treta, el engaño, el fraude, el desengaño y la desdicha detrás de toda relación y situación de los personajes. Varias veces el dinero está en medio de los conflictos que se presentan. Este es el “nuevo evangelio” que nos presenta Pérez Alfonseca.
La segunda obra que incluye es la novela corta vanguardista Juan de Nueva York o el Antinarciso (1930) de Pérez Alfonseca, es un singular ejemplo de la manifestación de la narrativa de vanguardia en República Dominicana para la década de los años 30 del siglo XX. La modernidad estaba en pleno apogeo, la crisis económica tocaba a los países de economía capitalista. Las Antillas hispanas no se libraron de esto, por el contrario se agravaron con la presencia de los Estados Unidos como hegemonía imperial en el Caribe. En esa década, en República Dominicana, bajo la dictadura de Trujillo, la novela dominicana se concentraba en la problemática de la tierra, como Cañas y bueyes (1936) de Francisco Moscoso Puello, La Mañosa (1936) de Juan Bosch; el intervencionismo estadounidense y la problemática proletaria como “Over” (1936) de Ramón Marrero Aristy (puede que ésta sea representante de la vanguardia de corte proletario), apareció Juan de Nueva York inaugurando la década del 30.
Se observa que dicha novela tiene características de orientación Futurista. La novela comienza en un aeródromo, o aeropuerto, describiendo unos mecánicos trabajando la aeronave y llenándole el tanque de gasolina, desde la cronotopía de un vuelo de un avión, “de Miami, con rumbo a La Habana, el avión NC-396-E” (Pérez 82). El favorecer la tecnología, la velocidad, dentro de la expresión estética de la diégesis de la novela obliga a plantearse la orientación vanguardista de ésta. A esto se le añade el actante principal o protagonista, el jugador de golfo Henry Taylor, el cual alude era John Henry Taylor, inglés, famoso deportista para finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Deporte que se perfiló dentro de la industria y la tecnología, tanto sus útiles, como la técnica y el campo de juego. Taylor fue uno de los que popularizó el deporte del golfo, o golf, en esa época.
Se aprecia dentro de la novela la actitud misógina, propia del Futurismo, “En general, la querida, para ciertos hombres—para los que más necesitan de ella—no vale por su instrumentación sensual, sino por ser, gracias al tacto en que se resuelve su instinto, una almohada reparadora”. La cosificación de la mujer, en su carácter de “querida”, la amante, la otra, la que no es la esposa, la que le brinda el placer que la oficialidad no le provee también es una de las características del Expresionismo de las vanguardias. Esta novela comparte ambas inclinaciones de estos dos movimientos vanguardistas de corte eurocéntrico.
La constante a lo largo de esta novela es el soliloquio que mantiene Henry Taylor con el narrador de la diégesis. Este narrador no intervendrá salvo en muy pocas ocasiones. La impresión que nos deja el soliloquio es de monólogo interior en algunas veces y de libre fluir de conciencia en otras. Estas técnicas, muy usadas por Marcel Proust y James Joyce, son una concatenación que guarda esta novela con las vanguardias europeas. Se debe hacer notar que durante el soliloquio de Henry Taylor este personaje incurre en varias digresiones de motivos variados, el arte, el dinero, el matrimonio, Edgar Allan Poe, los escritores de la generación del 98 de la literatura española, la crítica de arte y demás. Todas estas digresiones lo que hacen es insertar el género ensayo dentro de la novela, según Jacques Leenhardt esto lo que hace es “transformar al público en interlocutor”. De esta manera se entabla una conversación y se hace al lector empírico en cómplice de la diégesis de la novela. Además, en la diégesis tenemos la metatextualidad en la cual los personajes comentan sobre la escritura de la novela en la que se encuentran. Estas características, el ensayismo y la metatextualidad, junto con un eclecticismo de diferentes movimientos de vanguardia, en este caso señalamos el futurismo y el expresionismo, sin dejar de mencionar mencionar el dadaísmo, hacen del rompimiento con la forma novela decimonónica o novela realista, sin limitarse a esto exclusivamente, una característica importante dentro del arte de las vanguardias. Estas particularidades hermanan esta novela con la novela vanguardista antillana de la década de 30 del siglo XX, en específico con En Babia (el manuscrito de un braquicéfalo) (1930, 1940) del puertorriqueño José I. de Diego Padró y El laberinto de sí mismo (1933) del cubano Enrique Labrador Ruiz. En un momento, cuando las vanguardias estaban perdiendo impulso, la novela vanguardista de las Antillas, a través del eclecticismo de técnicas con un perfil puramente autóctono, produjo obras que correspondieron a su realidad ideológica social dentro de una coyuntura cultural e histórica común.
24 de febrero de 2013, Cidra, Puerto Rico
Bosch, Juan. La Mañosa. Santo Domingo: Alfa y Omega, 1986. Impreso.
Diego Padró, José I. de. En Babia (el manuscrito de un braquicéfalo). San Juan: Biblioteca de Autores Puertorriqueños, 1940. Impreso.
Labrador Ruiz, Enrique. El laberinto de sí mismo. 1933. New York: Senda Nueva de Ediciones, 1983. Impreso.
Leenhardt, Jacques. “Función de la estructura ensayística dentro de la novela hispanoamericana”. Revista de Estudios Hispánicos 7 (1980): 9-17. Impreso.
Marrero Aristy, Ramón. “Over”. Santo Domingo: Librería Dominicana, 1963. Impreso.
Moscoso Puello, Francisco. Cañas y bueyes. Santo Domingo: Asociación Serie 23, 1875.
Pérez Alfonseca, Ricardo. Narrativa completa. Ed. Miguel D. Mena. Santo Domingo-Berlín: Ediciones Cielonaranja, 2013. Impreso.