El grupo NUEVARQUITECTURA, que
alcanzó notoriedad pública por sus polémicas (monumento a
Montesino —1982—, "concurso” de Proyectos Santiago 86
—1984—,
ley 687 y decreto 1661 —1982/1984— y Hotel Jaragua
—1984/1985— ), fue
en sus inicios una idea estudiantil de fin de carrera que se
concretizó (3
de mayo/1979) con rondas de estudios sobre Historia de
la Arquitectura, posteriormente sobre Teorías de la
Arquitectura y
que luego alcanzó la crítica arquitectónica vía los medios de
comunicación
de masas (1981). Las responsables de su fundación ya no están
activas,
aunque siguen siendo efectivas colaboradoras (Edda
Grullón ejerce en
Venezuela; Ángela Burgos, Sheila López y Nouris Bello ejercen
su profesión
en oficinas particulares por separado);
el responsable de la imagen
pública del Grupo, el arquitecto Omar Rancier, dando rienda
suelta a
la vocación crítica del Grupo con un polémico trabajo de
análisis formal
que algunos calificaron de irrespetuoso, permanece
activo como parte
esencial de la entidad con su persistente interés para poner
a los
productores de la arquitectura dominicana a comunicar sus
intenciones
conceptuales (lo cual no todos se atreven a hacer).
NUEVARQUITECTURA cumplió una etapa de
afianzamiento público como colectivo concientizador al lograr
desde el
matutino “El Nuevo Diario”, publicar por 120 semanas
(con sólo dos
interrupciones) consecutivas lo que denominamos la “Hoja de
Arquitectura”,
dos páginas con todo lo que se nos ocurría
sobre arquitectura y algo
más.
Ahí nos hicimos adultos. Para que ello fuera posible, tuvimos que abandonar la práctica de las publicaciones periódicas en ISLA ABIERTA (1981/1982) y descontinuar las colaboraciones con el suplemento sabatino del "Listín Diario" (1981). Ya antes, por presiones de los que se sintieron irrespetados, las críticas de Rancier habían cesado desde las páginas del "Listín”. Nuestra vehemencia nos llevó a enfrentar a sectores retardatorios dentro del propio seno del gremio que nos agrupa (CODIA) cuando en1982 asumimos cuando en 1982 asumimos una postura cónsona con nuestros postulados de integridad y respeto al ejercicio profesional, deslindando las responsabilidades. Regresó entonces la presión. Esta otra presión se manifestó en la redacción de “El Nuevo Diario” y tuvimos que cesar nuestras semanales publicaciones. Ahí terminó un capítulo de divulgaciones que logró recopilarse en parte (las primeras 100) y gracias a la Universidad Central del Este, se reprodujo haciendo un libro que lleva por nombre “100 hojas de arquitectura".
Líneas clásicas aparecen con recia personalidad.Entonces vino el período más crítico
por el que hayamos pasado. Se abrigaron temores producto de
nuestra salida
de “El Nuevo Diario",
había gran inseguridad y
para colmo de males, la poblada de abril (1984) y la
brutal represión que
se desató, cerraron con broche luctuoso el intento de sacudida
al Grupo
que venía organizando por lo bajo, lo que debió haber
sido
“Arquitectura en República Dominicana 1984", una ambiciosa
actividad
a la que ya habíamos [invitado] a profesionales de
tres países a que
asimilaran con nosotros lo que debía ser una gran experiencia.
Jorge Glusberg, Abrahan Zabludozky, Luis Grossman y
Antonio
Vélez-Catrain no pudieron venir a Santo Domingo. Los
dos primeros incluso
llamaron desde Argentina y México, respectivamente, cuando
supieron
de la matanza en las calles.
El golpe fue rudo. Caímos en un
reflujo del que salimos porque reconsideramos sobre diferentes
aspectos,
entre ellos el de la membresía del Grupo. Ampliamos
la participación
activa del Grupo, dimos cabida a los estudiantes y recibimos
el 1985 con
un seminario en el Instituto Dominicano de Cultura
Hispánica
(Arquitectura Contemporánea/Patrimonio Cultural) en el mes de
marzo. Al
mismo, tiempo hacían añicos el defendido Jaragua. Nuestra
postura estuvo
difundiéndose al través de diversos medios escritos y de televisión. La arquitectura moderna, de estilo
funcional-racionalista, asociada al movimiento internacional, había recibido
el más fuerte de los
golpes con la demolición del inmueble que diseñara Guillermo
González Sánchez.
Como la arquitectura no se comprende
como valor cultural, referencial, documental, histórico
(excepción con la
colonial española del siglo XVI) o social, económico
o ideológico,
abordamos el tema político del urbanismo, que se manosea con
frecuencia
en los medios periodísticos con muchos
datos estadísticos y muy pocos
aportes o juicios de valor sobre la base de
conocimientos concretos
sobre teorías y prácticas urbanísticas. Realizamos entonces
una Jornada de Urbanismo (Santo Domingo 500...antes
del 2,000) que
agotó todo un día de trabajos, no obstante que fuera domingo
(25 de
agosto). Volvíamos a estar sobre el camino de las
producciones. Volvíamos
a tomar los objetos del grupo como norte
(Estudio, Crítica,
Concientización y Divulgación). Antes, cuando amainó el
escándalo
del Jaragua, entre burlas porque la dinamita no
le hizo ni mella al
edificio "que se caía" (como dijera el actual diputado)
habíamos
hecho un homenaje
de reconocimiento a 17 personalidades vinculadas de una u otra forma al
desarrollo de la arquitectura dominicana. Para que los
recordaran las viejas y
actuales generaciones. Para que los conocieran
los demás. Reconocidos
responsables de las formas visuales que fotografiamos
y encasillamos
estilísticamente eran justicieramente reconocidos por el Grupo
y
la sociedad (3 de mayo/1985).
Entonces nos
planteamos hacer una Bienal. La Primera Bienal de
Arquitectura de Santo Domingo. Desde 1981 habíamos
venido recabando
la confrontación de proyectos (Arquitectura Contemporánea en
República Dominicana. Casa de Teatro) y habíamos propiciado otras exposiciones con
el interés de saber
más sobre nuestra producción arquitectónica (Exposición de
Proyectos
no realizados, Instituto Dominicano de
Cultura Hispánica —1983— y
Exposición de Proyectos de Grado
para la Apertura de la Sala Permanente de Arquitectura de la
galería
de Arte Moderno en 1984). Habíamos detectado la
madurez de la
arquitectura nuestra. Que si nacional o dominicana, no nos
importa nada
el gentilicio; sabíamos de sobra que teníamos una
arquitectura que
iba ganando terreno en su concepción espacial, en su carácter,
ritmo, volumetría, identidad cultural con el
medio tropical y de
hecho habíamos tenido una arquitectura por años de raíces
conceptuales quizás
más definidas que la actual.
Entonces optamos
por presentar la Primera Bienal de Arquitectura de Santo
Domingo y la dedicamos al inmortal maestro y forjador
del lenguaje
moderno de nuestra arquitectura: Guillermo González Sánchez.
Nos propusimos
montarla en 1986 y así lo hicimos. Pero en lo que llegaba la
Bienal
realizamos dos actividades pioneras. Por primera vez en
nuestro país se analizaba el papel de
las arquitectas dominicanas
(Instituto Internacional de Investigaciones
y Capacitación de las
Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer —INSTRAW—, abril
18 al
20), de donde salieron nuevas y efectivas miembros del Grupo
(Iris de
Mondesert, Pilar Contin) para unirse a Rosa Checo,
Martha González,
Zoila Beltré y Fanny González que junto a Eliana Hernández y
Kitty
Núñez, forman la plana mayor femenina
de NUEVARQUITECTURA.
La otra actividad pionera fue la
celebración del Día Mundial de la Arquitectura,
una conmemoración que
instituyó la Unión Internacional de Arquitectos —UIA— en
1985. La celebración
se efectuó en los salones del Hotel
Santo Domingo
Sheraton el 1° de julio.
Por último, tuvimos la Primera Bienal
de Arquitectura de Santo Domingo “Guillermo González Sánchez”,
inaugurada
el 3 de noviembre, día que reclamamos como el de
la Arquitectura
Dominicana por ser la fecha de nacimiento de González Sánchez
(1900) y
la concluimos el 13 del mismo mes, fecha en
que falleciera el insigne
realizador dominicano (1970).
El Grupo tiene grandes planes y un amplio
programa para 1987. Esta edición para ISLA ABIERTA establece
la apertura
de una nueva vía de comunicación entre ustedes y
nosotros. En los
próximos sábados esperamos hacer el hábito de la lectura sobre
arquitectura y urbanismo.
Isla Abierta, Año VI, núm. 295, 11 de abril de 1987.
El “Jaragüita”, como se conoce, es otra de las obras del maestro
Guillermo González en vías de desaparición.